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Ni están todos los que son ni son todos los que están

category venezuela / colombia | crime prison and punishment | opinión / análisis author Friday August 24, 2012 18:47author by Un anarquista revolucionario Report this post to the editors

Una de las paradojas de la realidad venezolana es la ficticia preocupación de la derecha por los presos comunes y la crisis carcelaria que es, en definitiva, consustancial al modo de producción del capital en tanto modo de producción del delito.
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Una de las paradojas de la realidad venezolana es la ficticia preocupación de la derecha por los presos comunes y la crisis carcelaria que es, en definitiva, consustancial al modo de producción del capital en tanto modo de producción del delito.

Pero los medios de intoxicación, los falsimedias, en manos de la derecha exageran hasta lo indecible la situación con el objeto de mantener el temor de la clase media, fundamentalmente, a perder lo poco que la burguesía le ha permitido ganar.

Y, en el fondo, sin decirlo, al acusar de la inseguridad al gobierno izquierdista, lo que están exigiendo es sencillamente que se aplique o la ley de fugas o “plomo al hampa” o la pena de muerte a los seres humanos que, víctimas del régimen de la propiedad privada, son clasificados socialmente como delincuentes.

El crecimiento de la población carcelaria en la mayor parte de los países de América Latina es un producto directo de la aplicación de las recetas neoliberales en cada uno de ellos. Esto lo saben hasta las piedras.

La industria del delito es consustancial al régimen de dominio del capital ya que los grandes negocios requieren de personal sobrante que, en algunos casos, son sicarios, traficantes, etc. En la época del neoliberalismo se ha revelado hasta la saciedad que todos los negocios se establecen alrededor de mafias que controlan sectores del crimen organizado, esto se vio claramente con la llamada mafia rusa cuando ésta dirigió la transición del socialismo al neoliberalismo.

La histeria de la derecha en torno al tema la lleva incluso a financiar crisis carcelarias con el objeto de presentarse como la salvadora del orden público, cuando no es cierto desde ningún punto de vista, ya que sus negocios, como ya queda dicho, se basan en el uso racional del hampa cuando no hay otra opción, que es casi siempre.

Por su parte, el gobierno izquierdista enfoca de otra manera el tema, es decir, desde el punto de vista regeneracionista, pero esto requiere de muchas fases que todavía están muy incompletas por razones obvias. En ningún otro trabajo se requiere de tanta paciencia como en el del combate al delito porque la vía más fácil sería matar a los delincuentes, cualquiera que sea su delito, y que es, en el fondo, el propósito de la propaganda derechista.

Pero hay una delincuencia invisible para todos los medios de intoxicación en manos de la derecha. Es la delincuencia de los ricos, de los banqueros, de los estafadores de cuello blanco, etc., que en las crónicas de la prensa burguesa aparecen comúnmente como víctimas de este comunismo castrista que padecen los hombres de negocios en este país. A este tipo de delincuencia -es que todavía hay clases sociales- el gobierno chavista le ha metido el bisturí y no es casual que la mayor parte de los banqueros prófugos, que manducan el amargo pan del exilio en Miami, sean hoy los principales financistas de la candidatura del majunche Capriles.

El árbol genealógico de los delincuentes de los cuatro apellidos nos lleva por vericuetos donde siempre está metida la mano de la CIA o del Mossad sionista o de entidades inversionistas o asesoras gringas vinculadas con negocios poco respetables.

Así que dos pesos y dos medidas, como es usual de la clase burguesa en todos los tiempos. Por un lado, cuando se matan los infelices en las cárceles, debido al tráfico de estupefacientes o por el predominio de las bandas del menudeo, entonces el alboroto es mayúsculo como para indicar que un país donde tales cosas suceden es un país fallido y que, un gobierno de derechas, tendría la solución al asunto. Como en los Estados Unidos, por ejemplo, que no es precisamente un dechado de virtudes en este aspecto.

Pero cuando se trata de la delincuencia de arriba, casi siempre emparentada con las empresas privadas o con los sectores de la corrupción gubernamental, el tema es tratado con guante de seda y la mayor parte de las veces reprochándole al gobierno de Chávez de que se mete con la gente honorable y respetable, faltaba más.

Aunque hay dudas científicas al respecto, lo cierto es que minimizando las desigualdades sociales se atenúa la delincuencia abajo. Mas no arriba, que todo debe decirse.

Porque en las cárceles, es sabido, ni están todos los que son ni son todos los que están.

Un anarquista revolucionario

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