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Venezuela: no olvidarse de la Contra

category venezuela / colombia | imperialismo / guerra | opinión / análisis author Tuesday August 21, 2012 08:36author by Un anarquista revolucionario Report this post to the editors

Gracias a la guerra de la Contra, el terror se apoderó de los nicaragüenses y terminaron inclinando la balanza electoral a favor de las fuerzas mancomunadas del antisandinismo.
Paramilitares colombianos en la frontera venezolana
Paramilitares colombianos en la frontera venezolana

Tampoco está tan lejos la historia de la Contra nicaragüense como para olvidarla. Armados por Estados Unidos los contras desataron una guerra de desgaste contra los sandinistas apertrechados desde sus bases en Honduras. Hoy, al parecer, Estados Unidos pretende rehacer sus bases militares en territorio hondureño donde, dicen, albergará a una de las más importantes de toda América Latina. Gracias a la guerra de la Contra, el terror se apoderó de los nicaragüenses y terminaron inclinando la balanza electoral a favor de las fuerzas mancomunadas del antisandinismo. Es decir, que Estados Unidos –y esto fue reconocido por los tribunales internacionales- vendía armas al Irán de los ayatolas para financiar a la Contra; generó un terror permanente y sistemático sobre un pueblo de campesinos que tenían poco menos que una década de haberse desembarazo de la tiranía de la familia Somoza y encauzaron el voto a favor de los candidatos pitiyanquis. Dicho sea de paso, Noam Chomsky escribió abundantemente sobre, y visitó varias veces, la Nicaragua sandinista como para tener un testigo de excepción dentro del campo del socialismo libertario sobre lo acaecido en ese pequeño país centroamericano.

Dondequiera que los Estados Unidos ve peligrar los intereses de sus aliados de las burguesías nacionales ha actuado de manera semejante o interviniendo directamente con sus tropas de marines. ¿Por qué razón el caso de Venezuela va a ser una excepción, donde un gobierno popular ha venido invirtiendo un alto porcentaje del PIB en la construcción de un estado de bienestar con características propias? Imaginarse siquiera que los bolivarianos son pendejos, en estos tiempos que corren, sería tanto como suponer que la historia latinoamericana, y la del Caribe en particular, ha sido sólo un cuento de hadas. Sin embargo, pareciera que fuera así, que los distintos ismos eurocéntricos que por estos lares abundan suponen que América Latina es como un escenario gobernado por la cultura de las metrópolis y que aquí, no pasará nada, y que esas cosas que pasan en Siria, en Libia y en todas partes es porque se trata de otro tipo de culturas o civilizaciones en las antípodas de la occidental, como si las matanzas de la Contra en Nicaragua o el golpe de estado de abril de 2002 en Venezuela fueran espejismos de la ultraizquierda, siempre vocinglera y adicta a la violencia.

En los hechos violentos del 11 de abril de 2002, cuando francotiradores especializados en matar gente dispararon no sólo contra la marcha opositora sino también contra los cinturones de chavistas que rodeaban las adyacencias al Palacio de Miraflores, en Caracas, matando a activistas de ambos bandos, tenemos un ejemplo de lo que son capaces de hacer quienes prefieren sostener e incrementar su plusvalía antes que perderla.

Aquellos hechos fueron el pretexto anunciado –horas antes de que se produjeran, en una grabación de un grupo de militares que se pronunciaban contra Chávez, se hablaba de asesinatos en la vía pública- por los golpistas del 11 de abril que exigieron la renuncia del Presidente porque tenía las manos manchadas de sangre, amenazando con bombardear el Palacio presidencial si el Presidente no firmaba la renuncia que le habían redactado previamente. Chávez se negó a firmar la renuncia que le presentaban los golpistas y salió de Miraflores rumbo a Fuerte Tiuna donde fue inmediatamente detenido por los alzados.

Hoy se sabe que todo se trató de un plan en el cual estaba involucrada mucha gente interesada en salir del gobierno bolivariano oliendo ya el rumbo que tomaría, debido principalmente a las leyes habilitantes de noviembre del 2001 entre las cuales estaba la ley de tierras y la de hidrocarburos. Los francotiradores cayeron en manos de la guardia presidencial pero, insólitamente, fueron despachados para sus países de origen por los golpistas en el poder.

El plan urdido contó con el apoyo de potencias extranjeras como Estados Unidos (de Bush) y España (de Aznar). Testigos hay de que aeronaves de guerra norteamericanas aterrizaron en Maiquetía la mañana del 12 de abril, pocas horas después de consumado el golpe. Y hasta Jorge Olavarría, ya fallecido, primero entre los adversarios de Chávez (luego de haberlo apoyado entusiastamente, quizá esperando que le nombrara Ministro de Relaciones Exteriores, cargo apetecido por el viejo mantuano desde que Caldera lo botó de la embajada en Londres, tras discrepar con el acuerdo adoptado frente al reclamo venezolano sobre el Esequibo) denunció horas después de fracasado el golpe que altos funcionarios del BBVA español se habían presentado, en la sede del instituto venezolano de los derechos del consumidor, a robarse los expedientes de los ciudadanos que abrieron casos contra los créditos indexados, y que meses atrás el Tribunal Supremo de Justicia había condenado a devolver el enriquecimiento sin causa de los banqueros.

Si un mantuano contumaz como el viejo Olavarría se burló hasta la saciedad de los golpistas, y especialmente de los militares (especialmente de un almirante de agua dulce, protagonista del golpe), no era por ayudar a Chávez, recién restituido en el gobierno apenas horas antes; sino para dar fe que el mantuanaje caraqueño o la oligarquía valenciana no estaban contra los golpes militares sino contra los golpes militares fracasados, salvando así su condición de clase o casta, rememorando los expedientes coloniales que atribuían a cierto porcentaje de sangre negra o india las desgracias personales o el destino de cada cual.

No veo por qué no admitir que diez años más tarde siempre hay aventureros dispuestos a una epopeya semejante en este país que, como decía Guzmán Blanco, es como el cuero seco, si lo pisas por un lado se te alza por el otro.

Un anarquista revolucionario

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