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Hacia la construcción del partido libertario

category argentina/uruguay/paraguay | movimiento anarquista | opinión / análisis author Tuesday January 24, 2012 03:10author by Linea Anarco Comunistaauthor email linea.anarcocomunista at gmail dot com Report this post to the editors

Como dice nuestro texto:
"La búsqueda de un salto cualitativo en la militancia libertaria ha llevado a que cada vez más compañeros empiecen a plantearse el anarquismo en términos de programa y partido. Así, va desapareciendo progresivamente entre nosotros el rechazo abstracto a estos conceptos, que en su momento fueron explícitamente tachados como leninistas y por ende externos a nuestra ideología y práctica. Aun así, se mantiene un importante grado de confusión acerca de lo que significan las palabras programa y partido, las cuales llevan a muchos compañeros a adoptar acrítica o mecánicamente estos conceptos, sin entender su raíz material e histórica, y cayendo en simplificaciones e inclusive desviaciones tanto teóricas como prácticas. Por esta razón escribimos el presente texto, que esperamos aporte al desarrollo profundo de un programa para el anarco comunismo, tanto a nivel nacional como internacional."


En nuestra región, este debate se hace sumamente necesario en la medida en que proyectos antagonicos se entrecruzan en la práctica. Esperamos poder dialogar respetuosamente con los esbozos de organizaciones que encabezan estos proyectos, para por lo menos dejar en claro nuestras diferencias.
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Hacia la construcción del Partido Libertario

LAC


Hoy en día resulta sumamente necesario que todos aquellos militantes que levantamos las banderas del anarco comunismo, discutamos acerca de la necesidad de orientar todas nuestras fuerzas hacia la construcción de un programa integral que nos permita el día de mañana poder aportar al proceso revolucionario en nuestro país y a nivel mundial. De la mano de la edificación de dicho programa, consideramos esencial discutir acerca de la construcción de la organización política de los anarquistas: el partido libertario. Como Línea Anarco Comunista buscamos profundizar en este texto los líneamientos esbozados en uno de nuestros textos fundacionales: “Un Programa para el Anarco Comunismo: del reagrupamiento a la construcción partidaria”.

1- Partido y Programa:

a) Definiciones generales

La búsqueda de un salto cualitativo en la militancia libertaria ha llevado a que cada vez más compañeros empiecen a plantearse el anarquismo en términos de programa y partido. Así, va desapareciendo progresivamente entre nosotros el rechazo abstracto a estos conceptos, que en su momento fueron explícitamente tachados como leninistas y por ende externos a nuestra ideología y práctica. Aun así, se mantiene un importante grado de confusión acerca de lo que significan las palabras programa y partido, las cuales llevan a muchos compañeros a adoptar acrítica o mecánicamente estos conceptos, sin entender su raíz material e histórica, y cayendo en simplificaciones e inclusive desviaciones tanto teóricas como prácticas. Por esta razón escribimos el presente texto, que esperamos aporte al desarrollo profundo de un programa para el anarco comunismo, tanto a nivel nacional como internacional.

Antes que nada, debemos definir qué es un partido. Por lo general en el ámbito de la izquierda muchas corrientes usan dicho concepto como sinónimo de organización, mientras que muchas otras (en algunos casos de tendencia libertaria) lo rechazan por considerarlo autoritario, al asimilar partido a “la toma del poder por un partido vertical y autoritario”. Estas concepciones son altamente limitadas, ya que en el mejor de los casos representan sólo un tipo general de partido, ligado a las experiencias más cercanas o conocidas, que se relacionan con los partidos de izquierda actuales o con el mito del partido bolchevique y al toma del poder en la Rusia del 1917. Por ende, debemos rechazar partir de estas afirmaciones para poder definir lo que es un partido, y para comprender la necesidad histórica del desarrollo del partido libertario.

En líneas generales, un partido se suele definir por ser una organización que tiene individuos de varios frentes de militancia (barrial, estudiantil, sindical, cultural, etc.) y no meramente de un sólo frente (como es el caso de una tendencia), unidos por un programa (aunque fuera mínimo) para la orientación y organización de la sociedad. Aquí nos referiremos a los partidos de izquierda revolucionaria, que nuclean militantes sociales con el objetivo de la transformación radical de la sociedad capitalista y la construcción del socialismo.

Esta definición tan general, sin embargo, no sirve para nada si no se distinguen los dos tipos principales de supuestos partidos: de masas y de cuadros. Los primeros se basarían en el nucleamiento de un gran número de militantes, sobre la base de acuerdos amplios y laxos, priorizando el aspecto cuantitativo por sobre el cualitativo, apostando a sumar de manera masiva sin reconocer las diferencias de conciencia política de los diferentes sectores de la clase. Los segundos, por el contrario, proponen la existencia de un partido basado en un alto grado de acuerdos, priorizando la calidad antes que la cantidad, entendiendo la existencia objetiva de sectores más avanzados que tienen una mayor comprensión acerca del sistema capitalista y de la posibilidad del socialismo (que podemos denominar vanguardia, "avant garde", en tanto militan por una superación del actual sistema social). Estas son tendencias de construcción que han existido desde siempre en las distintas expresiones de la izquierda revolucionaria, y se mantienen hasta hoy en día, inclusive en el anarquismo. Así por ejemplo, son esbozos de partidos de masas la mayoría de las organizaciones trotskistas de nuestro país. Así también es una vieja discusión entre las dos tendencias (partido de masas vs partido de cuadros) el debate entre anarquistas sintetistas y plataformistas, respectivamente, como explicaremos más adelante. Este debate, toda una disputa en cuanto a la orientación que debe tomar nuestra corriente, es el que se plantea hoy en día en las filas del anarquismo militante.

Sin embargo, es conveniente aclarar que el Partido de cuadros no se opone a la necesidad de un partido masivo, sino que apuesta necesariamente a lograr una masividad propia aportando a la formación cada vez mayor de la clase y a su sumatoria a en el proyecto partidario. En un momento revolucionario en el cual cada vez mayores sectores de la clase obrera toman conciencia revolucionaria, será normal que las diferencias entre vanguardia y masa vayan desapareciendo, a la par de que cada vez mayores militantes se sumen al Partido, volviéndolo masivo, pero siempre desde la perspectiva de una masividad de vanguardia y no de masa en abstracto. Sin embargo, esto no implica que el partido se vuelva laxo (como son los partidos simplemente de masas) sino por el contrario que la construcción masiva es cualitativa, ya que cada vez hay un mayor componente de la clase que asume consecuentemente la construcción del socialismo (es decir, que se asume como vanguardia). Pero en un contexto en el cual una corriente no tiene un movimiento de masas, es imposible la construcción de un partido de cuadros masivo. Por el contrario, quienes intentan partir de esta premisa terminan armando un reagrupamiento estéril que pretende sumar por el mote antes que por el programa. Lo que define a un Partido de cuadros es que busca estar conformado por sectores de vanguardia (y que sean estos los que le brinden masividad), a diferencia de los partidos de masas, que no diferencian entre masa abstracta y sectores avanzados.

La definición de partido es totalmente inseparable de la de programa. Esto muchas veces se da por supuesto pero no se comprende realmente. El Programa se define como la articulación entre una caracterización de dónde estamos, a dónde queremos llegar, y el camino a seguir para alcanzar esa meta. En nuestro caso concreto: una estrategia que lleva desde el análisis crítico del Capitalismo hasta la ruptura revolucionaria y la instauración de la sociedad Comunista anárquica. El programa no es simplemente la suma de reivindicaciones finales a las que queremos llegar (abolición de la propiedad privada, descentralización del poder político, organización comunista de la producción, etc.) sino un mapa de guerra para ganar la contienda del Trabajo contra el Capital.

El partido es la forma material que toma ese programa: la forma organizativa que permite que determinado tipo de militante lleve adelante ese programa, a la par de ser guiado por este. Pero al mismo tiempo no se trata de que el partido esté subordinado al programa, sino que son elementos indisolubles. Este condiciona el partido y viceversa. A su vez, a un determinado tipo de programa le corresponde un determinado tipo de partido, analizándolos tanto desde sus caracterizaciones sobre etapa y coyuntura, así como de sus estrategias, métodos de construcción, finalidades, perfil militante, etc. Más abajo profundizaremos esta cuestión cuando comparemos el modelo de Partido Libertario con el de Partido Leninista.

b) Programa y Partido: construcciones históricas

Ahora bien, el error de la mayoría de la izquierda, y el cual es repetido por muchos anarquistas hoy en día, es caer en un análisis idealista del partido y del programa, en el cual estos se construyen (o más bien decretan) de un día para el otro, sin tomar en consideración un análisis materialista, sistémico e histórico de la lucha de clases. Es por esta razón que se asimila partido y organización, o se plantea que el programa se construye sentándonos en una mesa a escribir lo máximo que podamos. Eso es puro idealismo y lo que genera es una enorme confusión sobre las tareas a emprender por parte de los comunistas libertarios.

La historia nos muestra que una política es realmente revolucionaria cuando puede ofrecer a las masas mucho más que una mera idea abstracta. Es decir, una organización pasa a ser verdaderamente revolucionaria (superando la “intención” o “potencia” revolucionaria) cuando tiene una política de masas que pueda brindarles soluciones concretas en la lucha contra el Capital. En un contexto no revolucionario la idea de construcción de un partido de masas se muestra absolutamente ineficaz para construir un programa revolucionario y orientar un proceso político, ya que el priorizar el crecimiento meramente numérico lleva a todo tipo de desviaciones (caudillismo/verticalismo, idealismo, militancia indisciplinada, burocracia, etc.) y por ende a la esterilidad. Sin disciplina y responsabilidad colectiva jamás se podría lograr la construcción de un programa para la revolución. Esto no es algo que meramente le pasa al marxismo-leninismo, sino también al anarquismo. El ejemplo de la FAI, sintetista, es más que clarificador: sin una concepción clara del Programa y el Partido, cayeron en un desviacionismo que costó caro no sólo a los anarquistas, sino a la clase obrera y la revolución española. Por ende, sin programa no hay ni partido ni política de masas. Justamente ese es el balance mismo de los revolucionarios anarquistas en Rusia, plasmado en La Plataforma. Habiendo un importante desarrollo del anarquismo en varias partes del país (no sólo en Ukrania, ya que los Comités de fábrica fueron organizados en muchos casos por el anarquismo, con cuadros obreros como el mismo Maximoff), el anarquismo no pudo orientar el proceso de masas, ya que se encontraba altamente disperso y sin un programa unitario. Por el contrario, los bolcheviques (no sin enormes contradicciones internas) pudieron ofrecer una alternativa a las masas para la toma del poder. Las “Tesis de Abril”, las consignas “Todo el poder al los soviets” o “Paz, pan y trabajo” son consignas propias de un partido con un programa y una política de masas. Luego queda por discutir en qué consiste ese partido, ese programa y esa política de masas, que llevaron finalmente a la muerte de la revolución. Sin embargo, queremos destacar con esto que sin organización partidaria y sin programa, nuestra corriente es incapaz de lograr un peso real y hacer que la clase abrace el comunismo libertario.

Pero más allá de estos ejemplos históricos, lo que debemos tener presente es que el Partido y el Programa son construcciones históricas, producto de la lucha de clases. Un verdadero programa revolucionario sólo puede construirse en un momento altamente avanzado de la lucha de clases, y donde tengamos militantes con una real inserción como para poder proyectar un plan de transformación total de la sociedad (un Programa revolucionario Integral). La forma que tome lo que nosotros entendemos por el Partido Libertario (su estructura concreta y formal) no están determinadas de antemano, sino que irán de la mano de las necesidades que genere la construcción de dicho programa y su aplicación en la práctica. Lo que si podemos estar seguros es que el Partido Libertario, para poder cumplir con la tarea histórica, deberá tener un piso elevado de disciplina y formación de sus cuadros políticos. Esto último sólo podrá realizarse en un contexto importante de desarrollo del anarquismo.

c) Partido de la Clase, Partido Libertario y Partido Leninista

En sus textos clásicos, como el Manifiesto Comunista, Marx hablaba del “Partido de la clase”, como la clase obrera en sí (objetivamente) y con conciencia para sí (subjetivamente, planteandose la transformación revolucionaria de la sociedad y la instauración del comunismo). Dentro del partido de la clase entraban para él el conjunto de las organizaciones políticas, sindicales, etc. partidarias revolución social (“partidarias del socialismo el comunismo y la anarquía”). Vemos aquí que Marx usaba partido de la clase como movimiento obrero revolucionario, en el cual convivían las distintas expresiones políticas revolucionarias que aportaran a la lucha contra el Capitalismo. El rol que deparaba a los comunistas en el sentido marxista era el de ser la guía programática de este movimiento de masas. Es decir, el de lograr la hegemonía política dentro del movimiento revolucionario para orientar el proceso. Coincidimos plenamente con este planteo, que sirve de forma general para pensar el rol del Partido Libertario en la revolución. Aun así, es completamente abstracto y no explicita para nada la forma y estructuración que toma ese partido de la clase (¿frente único, frente democrático, frente de masas, combinaciones varias?).

El partido de la clase es la clase con conciencia revolucionaria. Puede usarse este término u otro, pero lo importante es pensarlo como un movimiento masivo donde conviven diferentes tendencias políticas, con variantes en cuanto al programa. En líneas generales en los momentos de crisis revolucionaria el movimiento de la clase tiende hacia la polarización entre un ala libertaria y un ala autoritaria, los cuales plantean distintas variantes de programa revolucionario. Ambas expresiones pueden, si realizan correctamente su trabajo, constituir partidos y programas respectivos, y lucharán por la hegemonía dentro del partido de la clase. Las diferencias pueden parecer obias, pero queremos marcar bien en qué consiste cada partido, ya que en general esta cuestión es la que hace que muchos anarquistas sigan rechazando el término partido, ya que temen caer en el autoritarismo (lo cual es comprensible pero no por eso menos falso).

El Partido Leninista se basa en la concepción de que la clase obrera es incapaz, por sí misma, de llegar a una conciencia revolucionaria que supere la etapa meramente económica de las luchas. Para éste la conciencia llega de la pequeña burguesía (la cual objetivamente puede llegar a pensar y desarrollar la ideología socialista), que se organiza para llevar el socialismo a las masas proletarias, que son las únicas materialmente capaces de hacer la revolución (aunque no de dirigirla). De esta concepción se desprende un centralismo verticalista. Puesto que la conciencia sale de un núcleo minoritario de la sociedad, el Partido Leninista debe tener una estructura que vaya de arriba hacia abajo, siendo el llamado centralismo democrático una democracia de tipo burguesa, cuasi parlamentaria, en la cual la base elige a sus representantes (el Comité Central), que elaboran la línea a seguir por parte de toda la organización. El cuadro leninista es o un dirigente que digita la línea de toda la estructura, o un militante de base que puede ejecutar a la perfección su función política asignada. De todas maneras la disciplina siempre es vertical y sin autonomía. Esta estructura vertical se traslada hacia los espacios de masas, en los cuales el Partido debe dirigir como sea a la clase obrera. Ese es el concepto básico de Lenin elaborado en sus textos clásicos (que luego sufre una enorme degeneración posterior a la toma del poder en Rusia y con la construcción de partidos de masas en la 3era Internacional). Un partido Leninista de Cuadros, capaces de dirigir la revolución, que se piensa como la totalidad de la vanguardia de la clase (vanguardia en el sentido de sector objetivamente más avanzado en conciencia y organización del proletariado). De allí que el modelo clásico es el Partido Leninista único.

El Partido Libertario se basa en la concepción de que el socialismo surge como expresión de la lucha de los trabajadores frente a la explotación y opresión capitalista. El rol de la llamada pequeña burguesía o los intelectuales es abrazar y sistematizar estos elementos políticos (y no meramente económicos), pero que ya se encuentran en mayor o menor medida en el movimiento obrero, simplemente por su mayor disponibilidad de tiempo y capacidad teórica. Eso no quita que en muchos casos miembros directos del proletariado realicen dicha tarea. El tipo de estructura del Partido Libertario es el federalismo, entendido este como una centralización que mantiene la democracia de base para todos los militantes. Decimos centralización porque el Partido, su programa y su política es uno solo. Sin embargo, esta centralización se basa en una democracia de tipo obrera, en la cual las decisiones generales las toma el conjunto de la organización a través de la asamblea, mientras que luego se deja autonomía táctica a distintas instancias como puede ser un secretariado general que centralice la comunicación, finanzas, etc. de todo el Partido. Los cuadros libertarios no se distinguen entre dirigente y base, sino que todos son plenos en la decisión de la línea general del Partido. Es natural que existan figuras de renombre o militantes más capacitados (por su experiencia, habilidades, perfil, etc.) dentro de un movimiento, pero para nada eso se traduce en una estructura de poder por parte de esos individuos en particular. En todo caso cada miembro discute y gana/pierde la línea, sin más poder que su capacidad de convencer al resto. Es decir, no hay capacidad de ordenar por algún tipo de cargo lo que deben hacer el resto de los militantes (a diferencia de las estructuras centrales del leninismo). La disciplina es tan alta como en el Partido Leninista, pero colectiva y sobre la base del libre acuerdo y no por una imposición desde arriba. Cada militante asume libremente y por su voluntad una plena responsabilidad y debe cumplirla. Esta estructura está pensada para prefigurar la sociedad del mañana, y a su vez se traslada a los espacios de tendencia y de masas, los cuales deben tener tanto su propia autonomía como desarrollo, ya que serán las masas las que hagan la revolución, y en todo caso el Partido Libertario no es más que una porción minoritaria de esa vanguardia obrera (no en un sentido peyorativo ni verticalista en la cual la vanguardia se piensa y actúa por fuera de la clase o como si representara los intereses materiales de toda la clase). Por esta razón se entiende que posiblemente no haya un solo Partido revolucionario. Como marcamos al comienzo, este debate es histórico dentro de nuestra corriente. Nosotros consideramos que el anarco comunismo, cuando se ha planteando tener una política de masas real, ha pensado en términos de Partido y Programa. Así, sucede con la tradición que va desde Bakunin y la Alianza que trabajaba de cara a la 1era Internacional, pasando por La Plataforma y el Grupo Dielo Truda, el Manifiesto Comunista Libertario y en nuestro país la experiencia militante de Resistencia Libertaria y la Línea Anarco Comunista en los setenta, entre otras. En otros países la tradición sigue otros rumbos, pero en muchos casos mantiene el mismo eje programático y partidario.

Ambas tendencias históricas, dijimos, pueden constituirse en Partido. El problema es que el Partido Leninista, por los límites concretos a los que lleva su concepción de la revolución, en el caso de hegemonizar un proceso revolucionario sólo puede llevar tarde o temprano a la contrarrevolución. Esto se debe a que mantiene en su seno una ideología burguesa acerca de la organización revolucionaria (lo que no necesariamente es achacable a todo el marxismo), la cual ha degenerado históricamente en la reproducción de los elementos centrales del Capitalismo en el llamado Período de Transición: el Estado y el Capital. De allí que se vuelve sumamente necesario luchar por la construcción de nuestro Partido Libertario, para poder aportar al proceso revolucionario y a que este no degenere ni mantenga las bases del sistema capitalista. El rol del Partido Libertario es clave: ser la retaguardia que busque impedir el retroceso de la vanguardia y el avance de la contrarrevolución (más allá de ser una porción de la vanguardia en lo político, económico cultural o militar, etc.), planteando y buscando que hegemonice la revolución un programa basado en la autoemancipación de la clase obrera con autonomía de cualquier programa que no sea plenamente comunista, la destrucción del Capital, la progresiva descentralización del poder político, la construcción de una nueva cultura comunista en ruptura total con la ideología burguesa, el internacionalismo proletario, etc.

Por eso planteamos que el rol del anarquismo es construir un Partido de Cuadros y no un Partido meramente de masas. Estos últimos se basan en una idea abstracta de lo que es el anarquismo, y al plantearse niveles sumamente disímiles de responsabilidad, formación, disciplina, etc. terminan siendo incapaces de cumplir una tarea sumamente difícil y de vital importancia como es la construcción de un programa y de orientar el movimiento de masas por el camino libertario. Los Partidos de masas (entre los cuales el sintetismo es el más común, pero no el único) son un lastre para el anarquismo si este quiere volverse hegemónico frente a las corrientes autoritarias de la revolución. Y para nada se trata de una idea abstracta, sino que es lo que nos muestra la historia misma del anarquismo y de la lucha de clases. Con sólo ver el desarrollo del anarquismo en los últimos años en nuestro país podemos afirmar terminantemente que reagrupar y nuclear todo tipo de perfil en un mismo espacio sin una unidad política real es una práctica de construcción de partido de masas que no ha llevado hacia nada positivo.

La realidad nos impone la necesidad de entablar un proceso de construcción de un Partido de Cuadros que estén a la altura de las circunstancias (proceso que no se termina a corto plazo, sino más bien como un norte estratégico y programático). La definición de estos cuadros pasa por su capacidad material de poder dinamizar y orientar espacios de masas, construyendo y siendo guiados por el programa. Serán los militantes libertarios y de la clase que aportarán a las luchas del proletariado hasta su completa emancipación. El Partido Libertario será la articulación de estos cuadros con dicho Programa Anarco Comunista. Por ende las conclusiones a la que llegamos son simples: a) el Partido Libertario es una expresión histórica que sólo puede existir en dicho momento de avanzada de poder obrero y contrahegemonía; b) el Partido Libertario sólo puede ser un partido de cuadros, es decir, de militantes orgánicos a la clase y a su polo libertario, que tengan la capacidad material de orientar el rumbo de las luchas que se libren en distintos frentes donde se hallen realizando su trabajo de inserción, y con la posibilidad de que el partido exprese una política de masas.

2- Situación actual del anarquismo y la lucha de clases

a) Breve caracterización de la lucha de clases en Argentina

La situación actual de la lucha de clases en nuestro país se encuentra marcada sobre la base de un proceso contrarrevolucionario que comienza con el reflujo de masas a partir de 1975, en el cual aquel movimiento obrero de los sesenta y setenta que supo construir el Cordobazo, Viborazo, Villazo y las Coordinadoras Interfabriles en Capital y el Gran Buenos Aires fue derrotado por la ofensiva burguesa, culminando en la dictadura militar de 1976, la cual vino a barrer con toda la organización del sector más avanzado del proletariado (la enorme mayoría de los treinta mil desaparecidos eran activistas sindicales provenientes de las filas de la clase obrera). El partido militar, vanguardia de la contrarrevolución argentina, vino a poner fin a la avanzada de la clase obrera que apuntaba a la construcción de un poder revolucionario, con el objetivo directo de reestructurar el capitalismo argentino en crisis para mantener las tasas de competencia en el mercado internacional. Para esto se requería un ajuste forzado, ya que la democracia se mostraba ineficaz para domesticar a los trabajadores.

Este reflujo se profundiza en los 80 y 90 bajo una salvaje avanzada del Capital sobre la clase trabajadora aumentando los niveles de explotación, flexibilización y desocupación, vaciando los servicios públicos tales como educación, salud, vivienda, etc. En este contexto comienzan a reconstruirse poco a poco desde abajo los lazos sociales, y la organización obrera comienza a resurgir luego de 20 años, dando lugar a fines de los noventa un importante movimiento proletario de masas con reclamos específicos de la clase, en las cuales toma un importante rol el trabajador desocupado junto al trabajador asalariado. Dicho proceso culmina en las jornadas del 2001, el cual cambia la correlación de fuerzas dentro de la lucha de clases. No es el objetivo hacer un análisis de los pormenores de este desarrollo, que demandaría otro documento, pero sí marcar que el 2001 fue un antes y un después en la situación política local. Un análisis objetivo y no meramente propagandístico muestra que dicho proceso no fue una situación revolucionaria como marcan ciertas corrientes trotskistas, ni tampoco fue una emergencia de los nuevos actores sociales como plantean ciertas corrientes ligadas al autonomismo y posmodernismo. El grado de construcción de poder obrero y un programa contrahegemónico era aún limitado, pero efectivamente implicó un movimiento de distintas fracciones de la clase trabajadora, que salieron a la calle utilizando sus herramientas históricas, como la acción directa, la solidaridad, y por sobre todo la organización desde la democracia de base, emergiendo las asambleas como estructura organizativa popular.

La situación objetiva a la que se enfrentan los revolucionarios de nuestro país está también signada por un capitalismo dependiente, en el cual la frágil estabilidad ante las crisis capitalistas mantiene en una situación de constante movimiento, tanto a la burguesía por conservar sus tasas de ganancia (con las constantes pujas entre sus sectores internos) como a la clase obrera por no dejarse explotar en mayor medida, pero sin poder forjar un movimiento realmente consecuente con esta defensa de sus derechos (entre otras cosas, debido al fuerte rol contenedor de la burocracia sindical). El 2001 vino a marcar una nueva correlación de fuerzas en nuestro país, en el cual la burguesía debió adaptarse a los levantamientos de nuestra clase. Sin dejar de estar en un período de reflujo, el kirchnerismo vino al menos a recomponer el aparato de gobernabilidad burguesa (luego del famoso “que se vayan todos”, que representaba una gran desconfianza en las instituciones democráticas tradicionales, aunque no necesariamente del capitalismo y el Estado) y gestionar el reacomodamiento del capitalismo argentino luego de la crisis. Es por eso que el gobierno se apoya en una base social popular suficientemente leal como para votar masivamente el actual modelo, pero no tan domesticada como para soportar el brutal sometimiento económico. Así, cada vez se observa un mayor crecimiento de las luchas por reclamos de la clase por salarios, condiciones de trabajo, etc. que sólo puede ser paradas con la represión sistemática (miles de presos políticos, gatillo fácil, patotas, etc.) junto a la complicidad de la burocracia sindical (que tranza convenios, techos de paritarias en las que los aumentos no alcanzan para el bolsillo del trabajador por que se los come la inflación, patotas para perseguir activistas, etc.). Desde ya que la correlación sigue siendo altamente desfavorable para la clase obrera y la izquierda revolucionaria en su conjunto, pero es un paso adelante en comparación con los noventa, ya que es esa generación del 2001 la que cada vez asume con mayor compromiso la necesidad de construcción del poder obrero.

En este contexto el nivel de conciencia y organización del proletariado aun es bajo. Si bien las tasas de sindicalización son más elevadas que en otros paises de latinoamérica, no se puede hablar de un verdadero movimiento obrero, sino que el nivel de fragmentación es alto, y las luchas no suelen superar los reclamos sectoriales. Inclusive el llamado clasismo (en muchos casos ligado al trotskismo, con todas sus limitaciones) si bien ha tenido importantes desarrollos en diversos conflictos obreros, aun se mantiene altamente aislado de la experiencia concreta de la gran mayoría de los trabajadores del país, incluyendo aquellos sectores que podríamos considerar más estratégicos para la reproducción del Capital en Argentina. Aun así, el nivel de conflictividad es alto (no por eso revolucionario o inclusive crítico de la burocracia), pero no logra canalizarse hacia un movimiento de masas que supere la organización burocrática del sindicalismo, ni muchos menos la conciencia reformista de la clase obrera. En este campo la influencia de la izquierda sigue siendo baja, y mucho más lo es la del anarquismo.

b) El anarquismo desde el 2001 hasta el presente

A pesar del importante avance que representó para nuestra clase el llamado Argentinazo, uno de los fracasos de nuestra corriente es el no haber estado lo suficientemente organizada como para poder ofrecer una política y estructuración concreta a tantos compañeros que participaron de dicho proceso. Muchos de ellos, al no ver una alternativa de organización libertaria terminaron en otros espacios, en el mejor de los casos el trotskismo o el autonomismo, y en el peor de los casos el kirchnerismo. A la par, la falta de claridad estratégica y programática nos llevó a cometer diversos errores en donde deberían haber planteos concretos para el movimiento de masas que salía a las calles, que recuperaba fábricas, que ganaba federaciones estudiantiles, etc. Nuevamente aquí el problema de la organización y el programa fueron la causa del fracaso del anarquismo para poder capitalizar un proceso político. Los planteos del Grupo Dielo Truda tienen tanta vigencia como hace más de 80 años.

Sin embargo, el 2001 pudo no haber dejado la revolución, ni tampoco haber sido hegemonizado por el anarco comunismo, pero indudablemente reactualizó las prácticas de lucha históricas de la clase, con las cuales nos identificamos fuertemente los anarquistas. Luego de dicho proceso los métodos de la democracia y la acción directa (al menos como forma, y no necesariamente con un contenido clasista) continúan presentes hasta hoy en día en casi la totalidad de las luchas sindicales, estudiantiles, barriales, etc. Asumiendo el fracaso que representó el 2001 para nuestra corriente, buscamos entender lo significativo de este proceso para la clase obrera, y nos proponemos sobre esta caracterización solucionar los errores o falencias que ha tenido el anarquismo, para volver a tener peso en las luchas políticas necesarias para la construcción del comunismo libertario. El contexto de vuelta a la utilización de dichos métodos ha generado un campo propicio para la reconstrucción de un anarquismo clasista y comunista.

Acorde a una línea materialista, el anarquismo para nosotros surge como expresión de agudización de la lucha de clases. Es así que en un momento de reflujo nuestra ideología no tendrá jamás un desarrollo e inserción masiva. Hablar hoy en día de tal cosa como un movimiento anarquista, como sostienen algunos compañeros, es un error de caracterización/análisis. Un movimiento no se define porque hayan 2 o 3 o 20 grupos que se autoreivindiquen con una idea, sino con una ligazón a un movimiento real de masas, con un mínimo de base programática en común, referentes públicos, cuadros militantes que puedan tener una incidencia real en las luchas, etc. Eso hoy en día ni existe en nuestra corriente por lo cual hablar de movimiento anarquista es puro idealismo. Es por esta razón que hablamos de la necesidad de reconstrucción del anarquismo.

Aún así existieron en los últimos años ciertos experiencias concretas y ciertos esbozos de anarquismo militante, de las cuales hemos participado en su momento, aunque actualmente consideramos superados por las necesidades de la militancia real misma. Antes, durante y luego del 2001 distintos compañeros retomaron las banderas del anarquismo y se propusieron una inserción social. Estos acumularon una mínima base programática, a la par de un reagrupamiento de compañeros en diversos frentes que levantaban (en muchos casos con altos contenidos idealistas, con enormes contradicciones y particularidades en cada caso) las banderas del anarquismo organizado. Principalmente nos referimos a organizaciones, hoy en día disueltas, como fueron AUCA, OSL (Organización Socialista Libertaria) y RL (Red Libertaria). Es en este sentido que vemos en la situación actual del anarquismo una perspectiva abierta para una superación, que como Línea Anarco Comunista pretendemos profundizar. A más de 10 años del 2001 se llega a una situación diferente del estado anterior del anarquismo, que permite la posibilidad de dar un salto cualitativo para pensar una anarquismo partidario y programático que a futuro pueda proyectar una política revolucionaria para las masas.

c) Características del proceso de transición del anarquismo argentino

Consideramos que el anarquismo en nuestro país atraviesa un proceso de transición. Este proceso se inicia con el desarrollo en profundidad de una perspectiva organizada y programática del anarquismo (a partir de la experiencia de las organizaciones anteriormente citadas), con compañeros trabajando en distintos frentes de masas. Dicha transición va superando una concepción idealista de un anarquismo construido sin trabajo de inserción en los espacios de masas, que lleva un programa abstracto en tendencias que sirven meramente como aparato de propaganda, sobre la base de una moral que no termina de definirse comunista y un nivel de disciplina pequeñoburgués y no clasista. En síntesis, la superación de un estadío obsoleto que negaba la construcción partidaria y programática. En esta transición se van dejando de lado ciertos elementos que primaron durante años y hoy en día se muestran como estorbos para la militancia. Entre los elementos que van siendo superados podemos marcar como los más importantes:

- Reagrupamiento de individualidades: dicha etapa de reagrupamiento ideológico consistió en el supuesto argumento de que el 2001 había dejado muchos anarquistas dispersos, a los cuales en este caso la Red Libertaria (un reagrupamiento ideológico que hacía las de específica) tenía que volver a juntar. Este planteo, que en abstracto puede sonar coherente, en algunos casos sirvió para juntar en un mismo espacio a un puñado de individuos que conformaron una experiencia y línea en común. Sin embargo, los perfiles tan disímiles y el nivel bajo de organicidad entre los militantes terminan siempre provocando que se polarice la organización, hasta su ruptura. Esto sucede al convivir en la misma organización compañeros que se plantean la militancia como un proyecto de vida y pretenden orientar hacia ese lugar el anarquismo, al mismo tiempo que compañeros con un nivel de disciplina y formación muy bajo retrasan la discusión y el desarrollo programático.

- Secretismo: sobre la base de una enorme confusión entre contenido y forma de ciertas experiencias del anarquismo (la Alianza, la OPB de Fontenis), así como un culto infantil a la clandestinidad de viejas épocas, ha sido un enorme problema la construcción de un perfil secretista de la militancia. En muchos casos esto ha ido acompañado de una concepción altamente autoritaria en la cual el ocultamiento de información reprodujo diversos verticalismos en el seno de las distintas organizaciones, tanto entre miembros de núcleos políticos de corte “especifista”, así como entre dichos núcleos y organizaciones de tendencia. El secretismo no sólo no se justifica sobre bases materiales, como podría ser la represión, sino que inclusive frena el desarrollo político del anarquismo, ya que reproduce todo tipo de vicios que atentan contra la formación militante de compañeros, como es el ocultamiento de información, que en muchos casos va acompañado del verticalismo por las desigualdades de formación y acceso a datos vitales.

- Moral y disciplina pequeñoburguesas: un elemento que ha caracterizado la anterior etapa del anarquismo, y hoy en día está en vías de ser revertido, es una concepción de la militancia de forma liberal o pequeño burguesa. Ésta se observa en los casos en que no se toma la militancia de forma seria, manteniendo actitudes de personalismo, irresponsabilidad, inorganicidad hacia los espacios de militancia, etc. Dicha moral y baja disciplina tiene que ver con no asumir plenamente las responsabilidades que implica la militancia anarco comunista, sino con priorizar los intereses subjetivos e individuales antes que lo que requiere el proyecto colectivo. Esta moral pequeñoburguesa e individualista toma inclusive la forma del secretismo, que se basa en considerar al otro como incapaz de comprender cuales son las tareas que debe realizar el anarquismo, y en muchos casos una simple ficha de ajedrez para mover. Esto no sólo es grave para una organización de tipo “específica”, sino inclusive en agrupaciones de base, tendencias, etc. Frena el desarrollo de los espacios de militancia, e inclusive es un mal ejemplo de cara hacia compañeros que están acercándose al anarquismo y esperan de la militancia activa que estén a la altura de sus planteos políticos.

- Construcciones superestructurales: de la mano de los elementos anteriores el anarquismo tuvo y tiene una impronta de construcción superestructural que prioriza lo subjetivo antes que la estrategia. Así, en las organizaciones importaba más referenciar al anarquismo como una pose o una ideología abstracta, antes que construyendo un programa serio para intervenir en la realidad. Si bien la propagada es un elemento central de toda construcción, se vuelve en vano cuando no tiene un sustento político: una estrategia de hacia adonde va a la organización. Este elemento se encuentra pulverizado por la realidad concreta que nos impone militar de cara a las masas, que esperan de nosotros mucho más que banderas, sino un plan de acción para poder desarrollar la lucha.

Todos los problemas marcados arriba se desprenden en realidad de una falta real de claridad programática de los militantes que levantan la necesidad del reagrupamiento, de las organizaciones secretas, de un piso bajo del anarquismo para la actualidad, o de un desarrollo meramente superestructural o simbólico. Sin embargo, las necesidades que genera la militancia real y no meramente abstracta van llevando a que dentro del anarco comunismo se superen concientemente estos elementos obsoletos para la política real. Así, cada día son más los militantes que asumen una construcción clasista, programática, disciplinada y orgánica.

3- Las tareas actuales del anarco comunismo

a) Construcción de un núcleo político del anarquismo

Frente a las necesidades actuales del anarquismo de pensar y militar en términos de partido y programa, con el objetivo de construir el Partido Libertario, consideramos que una de las tareas principales es el desarrollo de un núcleo político que esté a la altura de dinamizar dicho proceso. Esta es la base central de nuestro llamado “Programa para el Anarco Comunismo”, que sienta las bases para lo que nosotros entendemos son las tareas para la etapa en nuestro país.

En los términos que se mueve el anarquismo en nuestro continente el núcleo político suele tomar el lugar de una organización anarquista específica, que aporta a la construcción de tendencias en distintos frentes de masas. Sin embargo, dicho núcleo es en esencia distinto a como se viene practicando la construcción especifista en Argentina y en Latinoamérica. El núcleo político no es ni debe ser el embrión del Partido Libertario. Eso es un error en el que han caído muchos compañeros, que confunden construcción partidaria con específica. Está demostrado por la experiencia de nuestro país que una tendencia puede ser tan específicamente política y anarquista como es una organización “especifista” clásica (formando militantes, construyendo un programa, disputando hegemonía, etc.). Lo que queremos decir es que el modelo abstracto de los 3 niveles como se viene practicando en Argentina carece de utilidad, ya que ha sido superado por la realidad misma. Por el contrario, hoy en día más que aportar, retrasa el desarrollo de nuestra corriente, haciendo que muchos compañeros confundan las tareas necesarias de la etapa (pensando que construir partido es discutir en abstracto por fuera de la militancia en tendencias y espacios de masas), y en el peor de los casos ha reproducido una postura autoritaria y verticalista acerca del rol de la específica hacia la tendencia.

Nuestra concepción rompe con la idea practicada en nuestro país de una específica política que construye programa mientras las tendencias son meros aparatos de propaganda. Esta idea fue desarrollada principalmente por parte de quienes levantaban y levantan aun la idea de la necesidad de un reagrupamiento, así como por parte de quienes buscaban a partir de una específica secreta construir su propio partido (en muchos casos existen individuos que practicaban ambas estrategias como complementarias). Esta idea sumamente abstracta ha dificultado el desarrollo de las tendencias (reproduciendo el paternalismo, verticalismo, indisciplina, etc.), y a la par ha bloqueado el desarrollo de un verdadero núcleo político, obturando el crecimiento de militantes al estancarlos en discusiones abstractas en espacios totalmente heterogéneos como son los reagrupamientos, confundiendo las tareas de aquellos que realmente quieren aportar al Partido Libertario, etc.

En el proceso de transición que vive el anarquismo en Argentina el núcleo político debe buscar aportar claridad acerca de las tareas a realizar para la etapa. Esta cuestión debe ser llevada sin ningún vicio de vanguardismo abstracto o verticalismo, sino a través de la construcción y formación junto a todos los militantes que levantan las banderas de nuestra corriente en las tendencias, agrupaciones de base, espacios de masas, etc. Dicho núcleo político debe tomar como acuerdos las bases históricas del anarco comunismo. Estas son:

- El clasismo: como caracterización del la clase trabajadora como sujeto revolucionario, sus herramientas históricas, su rol en los procesos de masas, etc. Es la guía central de toda organización que pretenda la construcción del poder obrero y una contrahegemonía frente al Capitalismo, siendo el proletariado el único sujeto revolucionario capaz de edificar un mundo socialista.

- Comunismo libertario: siendo la sociedad a construir, la meta final del programa anarco comunista. Una sociedad sin clases, compuesta de trabajadores libres y autoorganizados, en los cuales no exista Estado ni propiedad privada, sino que los medios de producción y distribución pertenezcan a la sociedad misma, que los utilice según sus necesidades y no las de una minoría que se apropia del excedente que producen millones de personas, creando así toda una nueva forma de vida y una cultura plenamente comunista. Esta definición implica también una serie de elementos acerca de las herramientas a aplicar en el proceso revolucionario, como son los soviets, consejos, comunas, etc.

- Sindicalismo: como la herramienta fundamental para la organización y lucha de la clase trabajadora en tanto clase. No sólo posibilita la lucha por la defensa de los intereses inmediatos del proletariado, sino que es a través de su desarrollo como real herramienta de democracia directa en el que nuestra clase puede comprender las contradicciones de la sociedad capitalista actual y forjar una conciencia política revolucionaria. Es en el sindicalismo (en sus distintas variantes según la situación, frente de trabajo, etc.) donde debemos construir el programa revolucionario para aportar a la emancipación de la clase obrera.

- Construcción programática: como guía de la praxis militante desde la situación actual hasta la finalidad comunista libertaria, pasando por todas las estrategias y tácticas para recorrer dicho camino. Este programa no surge de un análisis abstracto y ahistórico, sino del conocimiento de la sociedad real, a través de la inserción del anarquismo en los distintos frentes. El programa anarco comunista deberá ser integral, abarcando aspectos tan fundamentales como los sectores estratégicos donde acumular fuerza, las características de la revolución en nuestro país y a nivel internacional, el rol de las fuerzas armadas y los partidos patronales, las formas que tendrá el poder obrero y la guerra revolucionaria, la nueva cultura y hegemonía comunista, las bases de la sociedad comunista libertaria, etc. siempre contemplando las formas táctico-estratégicas para lograr esta construcción (y no un mero rejunte de consignas).

- Construcción partidaria: como base imprescindible para la acumulación programática. Sin una organización que forje cuadros militantes capaces de construir un programa revolucionario es imposible dicha tarea. El núcleo duro de esta construcción debe levantar como acuerdos fundamentales la unidad teórica, unidad estratégica, responsabilidad y disciplina colectiva y el federalismo, bases para una construcción partidaria realmente consecuente con nuestra ideología, nuestros fines y medios. El Partido Libertario es un objetivo parcial en la lucha por la construcción de la hegemonía proletaria y del ala libertaria dentro del Partido de la Clase (frente a las tendencias autoritarias/leninistas).

- Materialismo: como único medio para comprender la realidad en la cual se moverán los revolucionarios. La única forma de embarcarnos en la construcción del Partido Libertario y su programa anarco comunista es teniendo un análisis materialista de la sociedad en la que vivimos, partiendo de una visión sistémica (y no reduccionista) e histórica (y no metafísica) que nos permita el desarrollo de un programa verdaderamente revolucionario para la revolución, sin ningún rastro de idealismo. El materialismo es la única forma de comprender cabalmente el Capitalismo y las vías para su destrucción.

La idea del núcleo político es mucho más que la organización que contenga los militantes más disciplinados o capaces. Este se compone por todos aquellos que compartan una línea común acerca de las tareas a realizar para la construcción del Partido Libertario y la lleven a la práctica con responsabilidad militante. Considerar organicidad meramente a estar sentados en una misma mesa todas las semanas es un formalismo. La organicidad debe ser acorde a la línea estratégica y no a gente en abstracto. Mismo dentro de un reagrupamiento la experiencia nos ha mostrado que la organicidad es completamente nula, ya que se nuclean individualidades, y las organicidades exceden a la estructura misma de la organización. A la vez, por más acuerdo en abstracto que tengan ciertos compañeros acerca de la construcción del Partido, jamás podría considerarse parte de un núcleo político a individuos que mantengan en su práctica un comportamiento pequeño burgués y reproduzca los vicios pasados del anarquismo como son la indisciplina, el subjetivismo, el paternalismo, el secretismo, etc. Dicho núcleo político no se forma sobre una discusión abstracta de textos, sino desde los acuerdos militantes en la praxis revolucionaria concreta y sobre la base de una estrategia construida en conjunto sobre las necesidades materiales. Es por esta razón que un núcleo político no puede surgir de un reagrupamiento abstracto.

El núcleo político del anarquismo debe tener la claridad, disciplina y responsabilidad colectiva para ser un espacio consecuente con la estrategia de construcción a futuro del Partido Libertario. De allí que un elemento indispensable es la capacidad de discutir el proyecto de inserción de cada militante, y no nuclear en su interior militancia abstracta y sin un frente concreto. Debe a su vez fomentar el desarrollo del programa anarquista en los distintos espacios de trabajo, tanto a nivel particular en cada frente (lo que podemos llamar programa particular) como a nivel de coordinación y construcción de un programa total para la revolución (lo que podemos llamar programa integral). Sin embargo, para nada debe pensarse como un partido que tiene de antemano el programa y los cuadros militantes. Por el contrario, su rol es de aportar a la formación de cuadros de la clase y del anarquismo, lo cual sólo puede darse en los frentes de masas. De allí que su rol es ser una herramienta de las tendencias, y no a la inversa.

b) El desarrollo de los espacios de tendencia

Una tarea primordial del anarquismo para la actual etapa es el desarrollo de espacios de tendencia en los distintos frentes políticos de masas (estudiantil, sindical, barrial, cultural, teórico, etc.). Esto es clave acorde a una estrategia de reconstrucción de nuestra corriente, por diversos motivos que hacen a la construcción del Programa para el Anarco Comunismo.

Para comenzar, es conveniente aclarar que el planteo que en Argentina el anarquismo pone en práctica sobre las tendencias no tiene nada que ver con una idea abstracta de 3 niveles en los cuales sólo 1 (la específica) tendría roles políticos y programáticos. Por el contrario, para una real construcción anarquista las tendencias cobran un rol primordial en cuanto a formación de cuadros, construcción programática, etc. A su vez, tampoco puede caerse en planteos de construcción mecánica de tendencias anarquistas en cualquier frente. Principalmente en el medio obrero esto resulta una automarginación completa, un error político que puede costarnos caro, ya que allí las tareas de construcción y politización son otras, en un frente mucho menos ideologizado.

Como venimos planteando, desde una concepción materialista, los cuadros se forman en los espacios de masas. Esta frase, que puede sonar trivial y trillada, es una clave de la construcción política. Porque la realidad es que un militante Cuadro, que tenga una capacidad real para aportar con peso a la lucha de clases, no se forma sólo leyendo libros o discutiendo en una mesa todas las semanas. Por el contrario, en los frentes de masas, donde uno tiene que pensar y construir una estrategia y un método de trabajo acorde para llevarla a cabo, es en dónde los militantes comienzan a poner a prueba sus capacidades (de disciplina, formación, capacidad de orientación táctica y estratégica, logística, etc.) y formarse para el día de mañana ser Cuadros. Es así que una tendencia en un frente concreto da la estructura a cada militante para poder desarrollarse. A la par, es a través de estos espacios en los cuales los militantes van proyectando la construcción del programa. La tendencia brinda la estructura para que pueda pensarse el programa particular en un frente determinado, y en su momento en coordinación con otros frentes, para proyectar el programa integral. Al mismo tiempo, al ser las tendencias los espacios directos hacia las masas, es allí donde se construirá la política de masas del anarquismo.

Es sumamente importante que los espacios de tendencia mantengan siempre su autonomía, no sólo entre sí, sino de cualquier organización, incluyendo el núcleo político formal. Esto no es una cuestión moral, sino que hace al desarrollo propio de los espacios, que no deben estar subordinados jamás a otra estructura. Si esto sucediera, se perdería la potencialidad real de estas para formar cuadros de la clase y un programa revolucionario. Los casos de pérdida de autonomía llevan a alejamientos de compañeros, rupturas de secciones o agrupamientos enteros, y van minando la subjetividad de la organización. Una tendencia no necesita una “específica” que le diga lo que tiene que hacer para poder funcionar. Tampoco el rol de una tendencia es ser una mera cantera para organizaciones externas. Por eso la autonomía no puede ser formal, sino política. Y en esto el rol del núcleo político es aportar a la formación de todos los militantes y al desarrollo de la tendencia en tanto tendencia. Por eso ante todo ésta debe ser conciente de su rol específico dentro de la reconstrucción del anarquismo y del carácter orgánico propio que debe tener. Al único espacio al que debe subordinarse la tendencia es a la clase misma en sus organizaciones de masas, pero sólo a través del principio y la práctica de la democracia obrera.

Por ende carece de total sentido el idealismo de que una organización específica puede construir un programa y una tendencia no, o de que la formación de cuadros pertenece a la primera y no a las segundas. Por el contrario, el caso empírico argentino (forjado por las necesidades materiales y no por intereses meramente subjetivos) demuestra que una tendencia puede y debe orientarse primordialmente a la formación de Cuadros y a la construcción del Programa. Por dicha razón es una tarea fundamental para el núcleo político del anarquismo aportar todo lo posible para que estas tendencias se desarrollen y tengan peso político en la realidad (superando inclusive lo viejo del anarquismo), hasta tener una inserción real en la lucha de clases.

c) Hacia la construcción del partido libertario: un partido revolucionario de cuadros

Como marcamos desde el comienzo, el objetivo del núcleo político es aportar y dinamizar la construcción a futuro del Partido Libertario. Como toda organización, este Partido es una herramienta y no una finalidad. Un objetivo parcial en la construcción del Partido de la Clase. Sólo este Partido de cuadros podrá disputar la hegemonía dentro del movimiento de masas, tanto al reformismo como al polo autoritario de la clase.

El Partido Libertario es el conjunto de las organizaciones anarquistas que comparten un programa anarco comunista. No se trata de una organización política separada o con una estructura formal como suelen ser lo que se conoce como partidos, sino el anarquismo mismo unido detrás de un programa revolucionario construido desde los distintos frentes. La forma que tome este Partido no puede estar determinada de antemano sino que será una construcción histórica que sólo será esbozada a través de nuestra inserción y desarrollo profundo de la lucha de clases. Así, por ejemplo, el Partido Libertario podía verse en el movimiento de la 1era Internacional a través de la Alianza de Bakunin, como Partido internacional que trabajaba en un frente específico. En nuestro caso no tenemos la receta mágica, sino que será una construcción que surja de las necesidades que nos imponga la lucha de clases. Lo que sí puede descartarse es una estructura que surja meramente del núcleo político, ya que vimos que el rol de este es dinamizar la construcción de dicho Partido.

Utilizamos el término Partido ya que consideramos que expresa la realidad y necesidad histórica de una misma orientación programática y no meramente idealista o subjetiva (como la que plantea el sintetismo, que une tendencias irreconciliables, entre las cuales algunas ni siquiera son anarquistas). Pero como planteaba Nestor Makhno en la discusión acerca de La Plataforma, llámeselo Partido o Unión General, lo importante no es lo formal, sino el contenido específico: un mismo Programa. Es esta voluntad de construcción del Partido Libertario la que mayores frutos le dio al anarquismo, y es su ausencia la que mayores derrotas nos ha costado. Por eso consideramos errado que se rechaze la construcción de partido argumentando que un partido es algo externo al anarquismo, a las tendencias o a las masas. El Partido Libertario es el anarquismo mismo constituido en Partido en base a tener el mismo programa, que como ya marcamos una y otra vez, surge de los frentes de masas y de los militantes que construyen tendencias, formándose así como cuadros.

El Partido Libertario deberá ser un Partido de cuadros porque tendrá militantes formados en los frentes de masas con la capacidad (en forma de habilidad, experiencia y disciplina) para orientar las luchas y aportar eficazmente a la hegemonía del anarquismo en el proceso de masas. Por el contrario a la concepción de construcción de un partido de masas que suma dentro del anarquismo tanto a aquellos militantes anarco comunistas consecuentes como a todo aquel que en abstracto se reivindique anarquista, independientemente de su nivel de conciencia y disciplina para la militancia. La formación de estos cuadros es un proceso y no algo que se decrete, pero sin la perspectiva por parte de cada individuo jamás pueden formarse cuadros. Por eso descartamos plenamente que pueda surgir un partido de cuadros de la discusión abstracta o de la militancia por fuera de tendencias o en ellas pero de forma indisciplinada.

Un Partido, como construcción que toma partida por un proyecto anarco comunista de forma plenamente consecuente. Y para eso no basta con decir en abstracto que queremos el comunismo libertario o inclusive el Partido Libertario, sino que para tomar partida hace falta tener la conciencia y capacidad (de allí la necesidad de cuadros formados, disciplinados, plenamente comunistas y clasistas), así como una guía que nos permita tomar partido eficazmente por el anarco comunismo y la emancipación de la clase obrera (un Programa). Para ser conscuentes y tomar Partido no nos sirve el nucleamiento de muchos individuos que no asumen plenamente la responsabilidad por sus acciones, ni tampoco aquellos que priorizando sus intereses por sobre los del colectivo terminan dañando y trabando la construcción. Es por eso que un real Partido Libertario sólo puede ser un Partido de Cuadros, y no un Partido de masas en abstracto, que en el presente se manifiesta en la idea de un reagrupamiento de los anarquistas.

Por ende, para sintetizar: el Partido Libertario no es una forma determinada de antemano. Es una construcción histórica, producto de la lucha de clases, que sólo puede surgir en un momento avanzado del construcción de poder obrero y contrahegemonía. Toda concepción que plantee la existencia de un partido anarquista de masas, de un partido y un programa anarquista en un momento de reflujo, de varios partidos anarquistas, etc. es mero idealismo y fraseología vacía (cuando no oportunista). Tan vacía como el planteo de que puede construirse a futuro un Partido Libertario si nucleamos hoy en día un componente heterogeneo o disciplinas y responsabilidades mixtas. Ese proceso de construcción del Partido Libertario (entendido como proceso en el cual nos iremos formando como cuadros y construyendo el Programa) es el que consideramos debe tomar el anarquismo hoy en día. Sin vacilaciones, con el proyecto de nuestra clase y por la clase debemos tomar la responsabilidad de forma colectiva y avanzar construyendo poder obrero hasta el comunismo y la anarquía.

Enero 2012,

Linea Anarco Comunista (LAC)


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author by pablin - nipublication date Wed Jan 25, 2012 10:50author email author address argauthor phone 5689Report this post to the editors

kumpas y ke onda con la faca? y ke onda con varias expresiones anarkistas del pais? sera un acierto estas propuesta? muchas preguntas salud

author by Loco - Centro de Estudios Libertariospublication date Fri Jan 27, 2012 05:06author address author phone Report this post to the editors

El anarquismo históricamente ha sido una proverbial "bolsa de gatos". Esto ha querido ser "solucionado" de diversos métodos. Una fue negar que esto fuera un problema y levantar el "anarquismo sin adjetivos". Otra fue sostener que la debilidad era fuerza y se fundamentó teoricamente que esa diversidad le daba capacidad de adaptación al anarquismo y pluralidad de opiniones (el sintetismo). Ha habido construcciones de federalismos para todo gusto y de todos los colores, sosteniendo que cada nueva versión era la más libertaria y afin al ideal anárquico que la otra, todas basadas en diferentes maneras de entender esas bonitas palabras "acuerdo libre". Y también ha habido respuestas "homogeneizantes" a la variedad endémica del anarquismo: las ortodoxias inquisitoriales (con el anarcómetro a flor de piel) y las tendencias que levantan versiones más "duras" del acuerdo libre y buscan hegemonizar por medio de la disputa política.
Leáse: mientras han habido fracciones del "movimiento anarquista" que creen que en la variedad está la fuerza, otras consideran que en la variedad está el problema. Esto se debe a lecturas y balances divergentes sobre la experiencia histórica. Tras el elogio de la variedad suele ocultarse el rechazo o la incapacidad de dar discusiones políticas. El anarquismo (como lo entiendo yo) es tanto una caja de herramientas prácticas y un ideal revolucionario, pero la finalidad de ambas es la lucha social. La lucha social en contra de la clase que explota a todas las demás, y que se sostiene en las diversas opresiones (las que a veces crea, pero la mayor de las veces aprovecha puesto que la mayoría son precapitalistas). Pero, a la vez que uno tiene que luchar contra la burguesía y su Estado, uno tiene que luchar contra otras posiciones políticas que buscan dirigir al proletariado. Si estas posiciones políticas se reivindican "anarquistas" y creo que están erradas, les discutiré. Si, en cambio, se reinvidican marxistas, peronistas, o gauchito gilescas, les discutiré. Ese fue el balance que hicieron de su experiencia revolucionaria los compañeros de Dielo Truda (los que escribieron la Plataforma), y yo considero que están en lo correcto.
El "anarquismo del todo vale" para mi no vale.
El "anarquismo" en realidad es un terreno de disputa. No dudo de la "buena voluntad militante" de los grupos que se reinvidican anarquistas. Pero con buenas voluntades no llegamos ni a la esquina. Es un lugar común decir "la teoría se hace en conjunto con la práctica", pero en realidad lo que se termina haciendo es pura práctica y muy poca teoría. El macartismo que transpiran algunos "compañeros" contra la teoría "marxista" del materialismo histórico es señal de eso. En vez de entender al materialismo histórico como una herramienta, y como tal una que hay que analizar para ver para que sirve, y si es útil para la tarea se la usa, prefiere tirarse al bebé con el agua. De este modo, para varios el clasismo se vuelve fácilmente marxismo, y por tanto se lo tilda de "determinismo económico".
Lo peor de todo es que este no es un debate "nuevo". Sino que es uno que venimos arrastrando hace décadas. Y nunca se puede saldar. Al contrario el paso del tiempo borra su existencia de la mente de los nuevos compañeros o de las nuevas organizaciones y volvemos a foja cero en el debate. Esa es la única manera en que se puede lograr una historia del anarquismo que reinvidique a la vez a la FORA V, a Juan Antonio Morán (secretario general de una seccional de la FOM y por tanto perteneciente a la FORA IX) y a la Alianza Obrera Spartacus.
Veo importante que la LAC quiera traer este debate a la luz del "público" y no que quede "tras bambalinas". Que las organizaciones anarquistas produzcan materiales teóricos en donde se sintetize su experiencia y su praxis militante. No considero que habrá un ganador claro en un debate así. Los debates teóricos no se ganan en los papeles, sino en la militancia y en la incidencia en la lucha de clases. Pero aclaran las ideas a todos los participantes. Y eso vale oro cuando uno está en una batalla como la que nos encontramos frente a un enemigo bifronte pero con un solo cuerpo: el Estado y el Capital.

author by Locopublication date Fri Jan 27, 2012 05:08author address author phone Report this post to the editors

Una cosilla más:

El debate sobre las "palabras" es asombrosamente miope. "Anarquía" viene del griego y tenía un contenido simplemente peyorativo, negativo. Hoy día lo siguen utilizando desde la burguesía con ese sentido (sino lean La Nación o remontense a los discursos de Duhalde post 2001). Denostar el uso de la palabra "partido" (cuando la LAC es bien clara de como la usa) basado en los prejuicios del sentido común, es un sinsentido, sobre todo porque vivimos en la Argentina, cuya forma de gobierno es "republicana, FEDERAL y democrática". Es muy válido tomar la decisión política de discutirle a la burguesía el uso de la palabra "Federalismo". Después de todo es loque hacemos los anarquistas desde que nos dedicamos todo el tiempo a rehabilitar el sentido de "anarquía". Ahora, negarle a la LAC el derecho de pelear políticamente por el sentido de "partido" (que, de paso, es el viejo sentido que tenía la palabra no tan lejos como el siglo XIX y principios del XX), es un purismo que solo se explica o por sectarismo o por pereza intelectual.
Me asombró que el usuario La Faca utilice esos métodos de "análisis" para caracterizar la posición de la LAC. Espero que haya sido un desliz y no que sea la manera cotidiana con la que se manejan.
Dar una discusión sobre la base de los sentidos que el diccionario burgués le da a ciertas palabras, evitando la disputa de posiciones políticas no es constructivo para nadie. No es acumulación política. Y perpetua esa posición cómoda de algunos que se consideran anarquistas pero que no piensan más allá de los lugares comunes y las consignas. Muchos se ufanan de que el anarquismo es un pensamiento crítico, pero no se preocupan de ejercitarlo.

author by lector habitualpublication date Fri Jan 27, 2012 05:54author address author phone Report this post to the editors

Loco ¿donde ha cuestionado un usuario llamado "La Faca" el uso del término "partido" por parte de la Línea Anarco Comunista?

Lo único que veo antes de tus mensajes es un comentario que, si no entendí mal, pregunta a los compañeros de la LAC por su relación con la FACA y otras expresiones anarquistas en Argentina.

author by Rodrigopublication date Sat Jan 28, 2012 00:03author address author phone Report this post to the editors

Creo que hace referencia a una discusión que se desarrolló en el perfil de facebook de la faca en torno a este texto...

author by Poder obreropublication date Sun Jan 29, 2012 23:30author address author phone Report this post to the editors

Gran revuelo ha causado el texto de los compañeros, sin embargo, las discusiones de forma , dejando de lado lo fundamental, el fondo, ha sido suficiente. Las desviasiones de interpretación, mal llamadas contextualizaciones latinoamericanas del anarquismo están afectando la caracterización del sujeto históricamente revolucionario del anarquismo.
Es impresionante como aún falta un salto cualitativo del anarquismo sobre todo en sus militantes, pareciera que no hemos aprendido nada de la historia, nos quedamos en interpretaciones apriorísticas, sin considerar el real aporte del texto. Pasandonos por buena parte la experiencia de miles y miles de compañeros militantes que sacaron sus conclusiones por estar insertos en la lucha de clases.
Los compañeros lo que plantean en el texto es básicamente la necesidad de la construcción política del anarquismo, en ese sentido, creo que ningún militante del anarquismo comunista, estará en contra de este punto, puesto que la lucha de clases es lucha ideológica, se vuelve de suma importancia y necesario la construcción de un polo político fuerte sin este norte dejamos a merced lo que la historia a demostrado que es lo fundamental en el proceso revolucionario (aunque no estemos inmersos en ese contexto) sin embargo, la reconstrucción de tejido social en todas las latitudes del mundo exige que los anarquistas tengamos respuesta a las interrogantes que nacen de la clase trabajadora en sus distintos contextos (barrial, estudiantil, etc.) En esa dirección nacen interrogantes que como anarquistas debemos tener clara respuesta, esto es fundamental para que el movimiento de masas esté dotado o impregnado si se quiere del anarquismo.
Cuando entendemos el proceso que ha ocurrido del anarco comunismo (Bakunin la alianza y la internacional, Los compañeros de Dielo trouda, y la creación de la plataforma, El manifiesto Comunista Libertario) Es entender la tradición de los fracasos que sufrio el anarquismo en esos contextos, por un lado Bakunin en una gran cantidad de textos, los referidos a la alianza, habla de la necesidad de la organización política y su relación con la de masas la internacional. Si no comprendemos que la cuestion de llamarle partido, organización, federación, etc. como se le quiere llamar, no es una cuestion de fondo, sino que de forma que no lleva a nada producente para los anarquistas ni para la clase trabajadora. Los dialogos de sordos no son fructiferos, sin embargo, debemos reconocer en el texto de los compañeros una iniciativa fundamental, sobre todo con lo que tiene que ver en como ver la realidad (materialismo), en como se relaciona la su organización LAC con el movimiento de masas y las claras, pero consisas diferencias entre los partidos leninistas, de masas, de cuadros, de la clase, etc. En ese sentido estoy en pleno acuerdo con los compañeros, la necesidad de la construcción de un polo político fuerte del anarquismo es fundamental, sin este estamos en construcciones etereas que no conformaran del anarquismo una opción de masas. Claramente existe necesidades primordiales dependiendo de la latitud, un reagrupamiento, un acercamiento, una primera organica, etc. Eso debe ser determinado por los compañeros de distintos lugares.
En lo grueso, debemos entender que el anarquismo es una herramienta de la clase proletaria para su emancipación, en ese sentido, las caracterizaciones indigenistas, desocupados, etc. Si bien son importantes y deben ser rescatadas desde el anarquismo no podemos entender que estas son per se revolucionarias. El decir que la clase trabajadora es revolucionaria no es un fetichismo, no es una idea que se nos ocurre a los anarquistas, es una realidad material. Otorgar caracteristicas revolucionarias a cualquier sector oprimido de la sociedad es no comprender la realidad y utilizar la palabra contextualización para no centrarse en lo certero. Ojo que no dije que los otros sectores (indigenas, feministas, ecoloistas propio de los nuevos movimientos sociales dejando de lado el centro de la contradicción Capital / Trabajo ) no sean importantes, pero no poseen las caracteristicas revolucionarias que si la poseen los trabajadores. Sin embargo, debemos ser capaces de comprender que estas luchas tan vigentes en nuestro continente deben ser abordadas en su debida esfera, pero comprender que estos sectores explotados no son per se revolucionarios.
En fin este debate da para mucho, un saludo fraterno a los compañeros de la LAC que están poniendo sobre la mesa este complicado debate que nos llevará lastimosamente para el anarco comunismo a que un puñado de personas que se quedan en las consignas, en una "contextualización" idealista, en una imcomprensión del capitalismo aunque sea en su faceta neo liberal, la contradicción principal aun no ha cambiado y no todos los conflictos en la sociedad son potenciales revolucionarios, en ese sentido y por esta y otras razones se vuelve fundamental una construcción política fuerte para no comprender erradamente la realidad de la lucha de clases.

author by lolepublication date Fri Feb 24, 2012 06:28author address author phone Report this post to the editors

O sea, tengo coincidencias con el texto, pero me parece que esta escrito en post de dar simplemente una respuesta al momento y a las disputas que se ve que se estan dando en el anarquismo porteño. Entonces cuesta disernir que cosa es un planteo que valga la pena ser discutido y que cosas son simplemente disputas de militantes, espacios etc. Parece que esto del secretismo les afecto mucho, hay varios comentarios al respecto.
Creo que a veces se terminan manchando ideas que pueden ser buenas o que deben ser pulidas, por peleas de individuos.
En fin. Nada nuevo bajo el sol.

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