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El asesinato de jóvenes en Bogotá

category venezuela / colombia | represión / presos | opinión / análisis author Saturday December 10, 2011 19:34author by Red Libertaria Popular Mateo Kramer Report this post to the editors

Durante los diez primeros meses del presente año se han registrado en Bogotá 1.307 homicidios, cifra que representa una reducción del 8.4% del fenómeno, comparado con el mismo periodo del año anterior, durante el cual se presentaron 1.427 casos.
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EL ASESINATO DE JÓVENES EN BOGOTÁ

Algunos datos[1]

Durante los diez primeros meses del presente año se han registrado en Bogotá 1.307 homicidios, cifra que representa una reducción del 8.4% del fenómeno, comparado con el mismo periodo del año anterior, durante el cual se presentaron 1.427 casos.

Este año se han presentado 120 homicidios menos, tal descenso se debe, en particular, a la reducción de los casos en las localidades de Engativá, que pasó de 104 casos a 63; Usaquén de 83 a 49; Santa Fe de 73 a 53 y Puente Aranda de 41 a 25.

Sin embargo, en las localidades de Kennedy, Rafael Uribe y Usme se han incrementado los homicidios. Entre enero y octubre del año 2010 en Kennedy se presentaron 185 casos, mientras que en el periodo similar del 2011, hubo 208; Rafael Uribe Uribe pasó de 70 a 87 casos y Usme de 71 a 82.

Del total de los casos, 1.194 homicidios tuvieron como víctimas a hombres y 113 a mujeres.

De estas cifras oficiales sobre homicidios, resulta particularmente relevante y preocupante que más de la mitad de los casos, esto es: 677 de los 1.307 homicidios, son cometidos contra jóvenes cuyas edades oscilan entre catorce y veintinueve años de edad. Además, estos asesinatos se realizan, en su mayoría, con proyectiles de arma de fuego (422 casos) o con armas blancas (238 casos), teniendo como principal motivo las venganzas en un 46.8% y las riñas en un 21.9% de los casos.

Asimismo, es de resaltar que de los 677 jóvenes asesinados en la Ciudad, 450 lo fueron en las siete localidades urbanas del sur de Bogotá, mientras que localidades como Suba y Santa Fe, también presentan una alta proporción de jóvenes asesinados, fenómeno contrario a la tendencia que se da en las localidades del nororiente de la Capital, donde, de los 93 homicidios que se presentaron, sólo 40 tuvieron como víctima a una persona entre los 14 y los 29 años de edad.

Para la muestra: varios jóvenes[2]

Brayan Ducuara: “ese chino no se metía con nadie”

Brayan Ducuara, a sus quince años, no era un joven como cualquiera, pues no se amoldaba para nada al imaginario del muchacho “no futuro” construido respecto a los jóvenes de los sectores populares. Cuando grande, quería ser futbolista profesional, por ello se la pasaba, con sus amigos, jugando “micro” en el parque del barrio Santa Marta. Muchos le tenían envidia porque vestía bien, pues cada sábado o domingo se le veía con zapatillas o chaquetas nuevas, mejor dicho, como dicen sus amigos: “ese chino estrenaba”, lo cual se explica porque era hijo único. Incluso, la mamá le iba a comprar un computador el día en que lo asesinaron.

Al “negro”, como le decían sus amigos, lo mataron un domingo, día en el que según las estadísticas oficiales ocurren la mayoría de los homicidios, con un 31,2% de los casos; y fue acribillado a balazos en La Marichuela, el barrio bien, estrato tres, de Usme.

Su crimen fue de lo más absurda, como muchas, en este país que siente fascinación por la muerte, donde se celebra, desde las más altas esferas, el trágico acontecimiento.

Brayan caminaba cerca a la estación de bomberos de La Marichuela, iba con su novia, quien tropezó con una motocicleta, el dueño de la moto agredió verbalmente a la joven. Brayan, el “varón”, salió en defensa de su novia con similares improperios. En ese instante, el dueño de la moto fue y volvió acompañado de otra persona, ambos armados, y les propinaron, a la muchacha un disparo en una pierna y al “negro” dos en la espalda.

Rafael Bolívar: por asustarlo

Otro caso es el de Rafael Bolívar de 30 años; quien, mientras departía unos tragos con sus amigos en la plazoleta de La Marichuela, recibió un disparo en una pierna, según testigos, dizque para asustarlo, pero murió desangrado mientras era conducido por una patrulla de la Policía a un centro médico.

Juan Manuel Pico Díaz: los jóvenes como victimarios

Juan Pico tenía dieciséis años, vivía en el barrio Santa Marta y fue asesinado por “otro parche” cuando salía de una “farra” en la Aurora y caminaba hacia su casa. En este crimen se mezclan el consumo de drogas, la rivalidad entre grupos y el hurto. Juan se resistió “con lo suyo”, un arma blanca, a un “parche” de nueve jóvenes con similares armas, quienes lo “cogieron en gavilla” para “quitarle las cosas que él tenía; pero como el chino no se dejó robar, lo mataron”, cuenta uno de sus amigos.

La Marichuela, un barrio de gente bien

Después de las fuerzas militares, el asesinato de “personas indeseables para la sociedad” es tal vez la segunda “institución” con más popularidad en el país. En Bogotá, es particularmente fuerte la estigmatización de los jóvenes de los sectores populares debido a su condición socioeconómica y su ubicación espacial, lo que ha llevado a justificar, incluso, su eliminación física. Para el caso, es diciente el siguiente testimonio:

En Marichuela vivía muy buena gente, gente noble, gente honrada, sino que empezaron a llegar pandillas de otro lado y fueron amistándose, uniéndose con gente de acá y ahí fue cuando se formaron ya las verdaderas pandillas, que llegaron, incluso, a unirse de un barrio con otro para poder venir a delinquir aquí, porque ellos consideraban este un barrio en términos generales “rico”, en lo que se refiere a la parte sur; entonces, ellos buscaron este sitio para hacer las fechorías, porque consideraban que aquí conseguían para ellos muchas cosas. De todas maneras, en una época, estoy hablando de hace unos siete años, hubo una limpieza donde aparecían muertos cada nada alrededor de Marichuela y decían que era limpieza, y así de esa forma fue que mejoró Marichuela, volvió a ser como era antes. Ahora en estos años es que ha vuelto a verse estas muertes y estos inconvenientes, porque Marichuela era un barrio muy sano (entrevista personal).

En relación con la muerte de Brayan:

Creo que en la muerte del muchacho, no es que estemos culpando, ni sacando disculpas de por qué lo mataron o qué sé yo; lo que pasa es que los muchachos, para mí como habitante con veintisiete años que llevo aquí en la localidad, los jóvenes no deberían estar a esas horas, y menos a las dos de la mañana, andando por las calles. Y lo otro, es que tal vez no hay control de los padres, no hay quien los dirija, no hay la oportunidad para que los muchachos tengan una orientación mejor y por eso está sucediendo lo que está pasando acá en la Localidad.

Lo alarmante de este testimonio, no es que una persona piense así, sino que existe casi un consenso en semejante despropósito. De ahí que el narco-paramilitarismo, para legitimarse en el territorio, le ofrezca a la comunidad la eliminación de viciosos, ladrones y demás “personas indeseables”.

Insensibilidad ante la muerte

Cuando ocurre un asesinato, como en los casos descritos, sólo le importa a sus más allegados, pues pareciera que la tragedia es un asunto íntimo, familiar. Pero lo absurdo es que la reacción más frecuente en la comunidad es la justificación de la muerte, con la frase recurrente de que “ese algo debía”, “era vicioso” o “seguro era un ladrón”; con lo cual, cada vecino emite su sentencia condenatoria y póstuma.

Cuando han ocurrido los asesinatos, la total falta de solidaridad de los vecinos ha sido una marca distintiva del fenómeno, hasta el punto de tratar de “sapo” a quien intenta auxiliar al caído, como ocurrió en el caso de Rafael Bolívar.

De otra parte, poco se sabe de los móviles de los crímenes, pues “las personas que están con ellos no cuentan la versión de lo que realmente pasó, por seguridad, por miedo”.

Ante la Ley: como el campesino de Kafka

La percepción de la comunidad frente a la actuación de la justicia estatal, que por demás coincide con las astronómicas cifras de impunidad, es que no funciona, en tanto no se hace justicia, por lo que un familiar afirma:

Mataron al chino y no pasó nada, dejaron sano el caso. Pero llega uno y cobra venganza y mata al fulano y hay sí le llega la Ley. Esa es la ley en este hijueputa pedazo: que tal fulano mató a tal fulano y tal fulano quedó sano, pero yo para desquitar la muerte de tal fulano, porque me dolió, voy a matar al tal fulano y me llega es todo el peso a mí y el otro sano. Más de uno (de los asesinos) anda calle arriba y calle abajo.

Venganza: el camino más cercano a la “justicia”

Según las cifras oficiales, las venganzas son la principal causa de asesinatos en Bogotá, ellas motivan el 46.8% de los homicidios. En ese sentido, es casi unánime la expresión común frente al comportamiento de las personas cercanas a las víctimas: “La verdad los familiares dicen que no van poner demanda porque ya saben quién es la persona que lo mató”. De lo cual surge el siguiente sofisma: si ya se sabe quien fue el victimario, pues para qué poner demanda, en tanto eso se arregla de la misma manera.

Las Barras: agresiones por una camiseta

Es frecuente que se relacione a las barras futboleras como causantes de hechos de violencia, pues un habitante de la comunidad afirma sobre las causas de las muertes que “la más común es por las famosas barras, por los equipos de fútbol, por eso es que la mayoría de los muchachos fallecen”; sin embargo, las cifras muestran que los conflictos entre “barras y pandillas” sólo alcanzan el 3.3% de las motivaciones para los homicidios que se cometen en la Ciudad.

El microtráfico: por una bicha lo matan

En los últimos años, el mercado interno de la droga se volvió importante para los narcos. El microtráfico, que antes se dejaba en manos de jíbaros de poca monta, ahora constituye un negocio de importancia fundamental para las bandas narco-paramilitares. Esto ha traído una expansión del consumo y un incremento de la violencia, fenómenos relacionados con el negocio de las drogas ilegales.

En ese sentido, muchas de las muertes están relacionadas con este fenómeno en expansión, por lo que ante la pregunta por las causas de varios de los asesinatos, una de las respuestas más común fue: “por los bazuqueros más que todo, porque ustedes se dan cuenta que aquí se ganan puños por una bicha, se ganan trapes y se ganan puñaladas entre líderes del vicio, por una bicha lo matan”.

Por esta razón, el Chan, amigo del Canario, quien fue asesinado en medio de las intrigas cotidianas en el oscuro mundo de las drogas, “sigue echando vicio” y sobreviviendo a las convulsiones de este mercado.

Algunas alternativas: desde el sur

Las acciones culturales, como se ha demostrado antes, logran la participación comprometida y la aceptación de las comunidades; y al mismo tiempo, permiten transmitir un discurso, con el que se cuestiona, sin chocar, el asesinato de jóvenes.

La propuesta en concreto:

Los y las invitamos para que este 10 de Diciembre en la localidad de sur de Bogotá –La Media Luna- nos acompañen a compartir alrededor de música, caminatas, juegos, velas, faroles, en otros, para reivindicar el derecho a la vida de los y las jóvenes.

  • Localidad de Bosa: parque el porvenir de 4 a 7pm
  • Localidad de Usme: en frente de la Biblioteca la Marichuela de 5 a 9pm.
  • Localidad de Santa Fe: parque central del barrio los Laches 10 am en adelante.
  • Localidad de Kennedy: Parque Villa Anita de 12pm a 8pm.
  • Localidad de Ciudad Bolívar: caminata desde la Universidad Distrital Tecnológica (Candelaria) hasta Potosí, da inicio a las 2pm.


    [1] Los datos aquí usados fueron suministrados por la Subsecretaría de Asuntos para la Convivencia y la Seguridad Ciudadana: Centro de estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana de la Secretaría de Gobierno; quienes a su vez se basan en los datos del Instituto Nacional de Medicina Legal; actualizados a 11 de noviembre de 2011.
    [2] Los casos que se presentan se han documentado mediante siete entrevistas a amigos y familiares de los jóvenes asesinados. Por razones de seguridad, en las citas textuales, no se dan los nombres de los informantes.

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