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Un programa para el Anarco-Comunismo: Del reagrupamiento a la construcción partidaria

category argentina/uruguay/paraguay | movimiento anarquista | opinión / análisis author Friday September 23, 2011 03:08author by Línea Anarco Comunistaauthor email linea.anarcocomunista at gmail dot com

Siempre que el anarquismo ha buscado ser una alternativa política para las masas oprimidas y explotadas, se planteo el tema de la organización. Para quienes nos nucleamos en la Línea Anarco Comunista, la tarea del movimiento, a la luz del estado actual del desarrollo de la lucha de clases y de nuestra influencia es hoy en día la de pensar en torno a los conceptos de partido y programa. El Programa para el Anarco-Comunismo es el esbozo de lo que entendemos como dichas tareas, elaborado sobre la base de la lectura y la práctica militante en la cual nos hallamos insertos.

Hablando en términos amplios, el movimiento anarco-comunista actual de nuestra región, como repercusión de diferentes líneas del ámbito internacional, se encuentra en un punto de inflexión enmarcado en el debate entre diferentes líneas de construcción. La Línea Anarco Comunista plantea una construcción sobre la base de la unión programática del anarco-comunismo bajo una entrega y un compromiso mayor con la militancia, considerando que el proyecto de vida de sus militantes debe estar sujeto al proyecto de la organización. En esta corriente se tiene la perspectiva de abocarse a una militancia anarquista de lucha de clases desde una construcción a futuro de un partido de cuadros entendido este como una organización política en la cual sus militantes tienen un alto grado de inserción/influencia en la lucha de clases y puede aplicar el programa revolucionario de su organización, producto de la sistematización de las experiencias de lucha y organización de la clase obrera. Así, un cuadro se define como un militante cuya inserción social lo coloca como punto fuerte en la lucha de clases, pudiendo dinamizar un espacio de masas acorde a su línea programática. El objetivo de la organización anarco-comunista es definir un norte estratégico unitario y abocar toda la militancia en esa dirección.
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Un programa para el Anarco-Comunismo: Del reagrupamiento a la construcción partidaria – LAC

“El partido sintetiza todas nuestras aspiraciones ideológicas y políticas, y define consecuentemente las mejores tareas y herramientas para concretarlas. Esto significa que el conocimiento cabal y el manejo activo de la línea político-ideológica partidaria y los métodos y propuestas de acción del PL, harán de cada uno de nosotros un miembro, un cuadro, un militante que sirva a la revolución.
Pero esta concepción del partido y de su línea político-ideológica no justifica el dogmatismo, ya que los anarquistas no somos idealistas y el absoluto para nosotros no existe. La corrección de nuestras ideas habrá de garantizar la práctica y la amplitud de su formulación y de su crítica. El desarrollo de la línea partidaria sólo lo comprendemos en este último sentido: el del conocimiento por medio de la práctica activa y creciente. El partido conoce y aprende a través de la acción de sus militantes, y cada uno de ellos se constituye en efectivo integrante de un cuadro a partir del desarrollo de la organización en su conjunto. El PL es una organización de cuadros, en tanto cada uno de sus militantes se dispone a adquirir en la práctica política experiencias concretas, a través de las cuales sintetiza por su análisis y estudio permanente nuevos conocimientos que van configurando la línea partidaria. Es decir, que el desarrollo del PL y de sus cuadros estará signado por la correcta comprensión y aplicación materialista y dialéctica de su línea político-ideológica, que se profundizará a través de la práctica y su síntesis teórica.
En conclusión, nuestra organización se define como un partido de cuadros a partir de una correcta relación entre su práctica y teoría revolucionaria, y el desarrollo alcanzado en estos términos se constituye en garantía de una aplicación correcta de la línea revolucionaria y libertaria.”


Resistencia Libertaria, Febrero de 1977
Documento n°3 Partido Libertario

La miseria del sistema Capitalista

No es ninguna novedad para la mayoría de las personas que la sociedad actual se halla plagada de miseria y sufrimiento. Sin embargo, sólo un puñado de individuos en el mundo son capaces de comprender y tomar posición sobre cuales son las causas profundas de esta cuestión. La mayoría de la población, y sobre todo la enorme mayoría de las masas explotadas y oprimidas sigue sumida en el mar de la ignorancia, sin poder siquiera poder buscar saber la razón de su propio sufrimiento. Todos los días miles de trabajadores son explotados durante agotantes jornadas por un mísero salario mientras los empresarios se llenan los bolsillos con dinero. Miles de mujeres son prostituidas como esclavas por un mercado perverso que genera enormes ganancias para unos pocos. Miles de niños mueren de hambre en la total miseria sin siquiera haber aprendido a hablar. Y así, la lista de las injusticias que este sistema genera sigue, y cada día es sufrida por el pueblo trabajador.

Las bases del sistema Capitalista

De forma sencilla podemos afirmar que el sistema capitalista se basa en la existencia de la propiedad privada, de la posesión de los medios de producción, del control de la producción y de la apropiación del excedente que se produce por parte de una minoría. Esto hace que podamos ver que existen dos clases sociales. Por un lado, la burguesía, propietaria de los medios de producción y por ende clase dominante (la minoría de la población mundial). Por otro lado, el proletariado, clase desposeída de los medios de producción, y por ende obligada a vender su fuerza de trabajo para vivir, siendo explotada y dominada (independientemente de si pueda hacerlo). Así, dentro del proletariado encontramos a los trabajadores asalariados activos, desocupados, jubilados, etc. (es decir, la enorme mayoría de la población mundial). De esta relación social surge la dominación y explotación en la que la mayoría tiene que trabajar para la minoría, que se apropia del excedente social y lo maneja a su antojo para obtener sus ganancias.

Al mismo tiempo, regimentando y garantizando la forma actual de la sociedad existe el Estado, como monopolio legítimo de la violencia por parte de una minoría. Éste representa y garantiza los intereses de la clase dominante, no sólo a través de la violencia física, sino también imponiendo una ideología que naturaliza las relaciones sociales imperantes, a través de instituciones concretas como la escuela, la cárcel, etc.

A su vez, se desarrollan otro tipo de opresiones, como la del hombre sobre la mujer, de los blancos sobre colectivos de otras étnicas, etc. Estas opresiones reflejan la estructura jerárquica de la sociedad y cruzan ambas clases sociales, aunque sin embargo golpean en mayor medida al proletariado, ya que sufre además la explotación económica por parte de la burguesía.

Es así que toda la miseria del sistema capitalista se basa en la explotación de una clase sobre otra, y diversas opresiones (estatales, patriarcales, étnicas, etc.), que potencian y son potenciadas por la sociedad clasista. Todo esto, desarrollado a nivel mundial.

El surgimiento de la ideología comunista

Sin embargo, esta relación social de opresión y explotación no es recibida pasivamente por parte del proletariado. Por el contrario, siempre que existe el poder, se desarrolla un contrapoder. Es así que, de diversas formas, las clases sociales tienen conflictos, en algunos casos pequeños (a través de una resistencia pasiva), y en otros agudos (en una revolución social en la cual los trabajadores quieren destruir la propiedad privada y el Estado). Estos conflictos son producto de los intereses históricos antagónicos por parte de ambas clases. Es así que se habla de la existencia objetiva de la lucha de clases.

A la par que se desarrollaba la miseria del sistema, en distintos momentos históricos los trabajadores fueron tomando conciencia y organizándose para poner un freno a la explotación y la opresión por parte del Estado y el Capital. Así, vieron que la existencia de dos clases antagónicas no era más que un producto histórico, y que no existía nada en la naturaleza humana que hiciera inevitable transformar el status quo actual. La agudización de esa lucha de clases surgió de forma prácticamente inevitable, porque donde existe el poder opresor siempre existirá la posibilidad de que exista una voz que se rebele y diga basta. Surgió así, de la lucha de las masas proletarias, una conciencia en la posibilidad de la revolución y la edificación de una sociedad diferente, basada en la destrucción de la propiedad privada, y la organización de una sociedad de productores libres e iguales que vivieran en solidaridad. Surgió así el ideario socialista.

Pero dentro del socialismo existieron, casi desde el comienzo, dos corrientes divergentes. Más allá de las similitudes en cuanto a la finalidad revolucionaria y socialista, las aguas se dividieron en quienes consideraban necesario en recurrir al Estado como monopolio legítimo de la violencia por parte de una minoría (en algunos casos el Estado burgués actual, en otros un nuevo Estado) para construir el socialismo en un periodo de transición entre la sociedad capitalista y el comunismo; y, por otro lado, quienes entendían que el Estado es un elemento de opresión esencial en la estructuración de la sociedad de clases, como eje y garante de la propiedad privada, y que por ende la construcción de la nueva sociedad debía realizarse a través de las organizaciones de masas de los trabajadores (y no de una minoría). Estos últimos se llamaron socialistas libertarios o anarquistas y buscaron orientar con sus medios y fines al conjunto del proletariado hacia su liberación como clase, sosteniendo la necesidad de una ruptura revolucionaria hacia el comunismo que no implique la toma del poder político estatal. Quienes escribimos este documento, reivindicamos esta última tradición, en su corriente clasista y comunista, en oposición a la vertiente del anarquismo individualista y humanista.

La clase trabajadora como el sujeto revolucionario

A partir de una lectura política y no meramente propagandística de los clásicos del anarco-comunismo, sumado a un análisis de las luchas obreras históricas y actuales, a la par de un estudio de cuáles son las formas posibles para proyectar una ruptura revolucionaria en nuestra región y en el mundo, llegamos a la conclusión de que la construcción del anarquismo revolucionario debe tener como centralidad a la clase obrera organizada teniendo en cuenta a la clase trabajadora como el sujeto revolucionario por excelencia en el proceso de construcción de una sociedad de libres e iguales, no por una consideración preferencial o principista, sino a través de un análisis táctico y estratégico con los pies puestos en los tiempos que corren.

El movimiento obrero argentino supo ser fuerte a fines del siglo XIX y principios del XX guiado por las ideas del comunismo anárquico, y ya entrada la década del ´20 también por el sindicalismo revolucionario. Vio nacer sus organizaciones sindicales en una perspectiva de revolución social y búsqueda de la unidad de la clase trabajadora. La misma Unión Sindical Argentina y la contemporánea Confederación General de los Trabajadores se fundaron bajo la influencia del clasismo, la lucha económica contra la burguesía y la lucha contra la represión estatal.

La posterior cooptación de los dirigentes sindicales y el surgimiento de una capa burocrática sobre los trabajadores durante el peronismo no pudo evitar que a fines del ´50 y principios de los ´60 la base productiva del sistema capitalista vuelva a defender sus propios intereses en tanto pueblo trabajador desoyendo las directivas conciliadoras de la cúpula sindical. Fue el ascenso progresivo de esas luchas obreras lo que intentaron frenar las sucesivas dictaduras militares, en la que finalmente en la del ´76 se pudo frenar temporalmente. Sin embargo, nunca diezmado del todo, el movimiento obrero retomó el camino hacia la combatividad de clase, proceso que aún continúa en ascenso, incipiente y germinal desde la objetividad pero sin descanso.

La estructura sindical argentina posee la ventaja de tener representación (legítima, a medias o no) ya desde los puestos de trabajo mediante los delegados por sección, cuerpos de delegados y comisiones internas, una unidad de dirección mayoritaria en la CGT y desdoblada en la CTA que permite la construcción de una fortaleza de clase distinta a la de la fragmentación gremial vigente en otros países. A su vez, detenta una trayectoria de lucha y organización formidable en comparación con otras a pesar del lente peronista que busca ponérsele delante.

Sin desmerecer otro tipo de experiencias anarquistas que toman como eje de su construcción a movimientos de desocupados, que buscan interpelar a los “sectores oprimidos” de la sociedad en general, o a un amplio espectro de “múltiples sujetos” como sujetos revolucionarios, nuestro clasismo se identifica con el de los clásicos del anarco-comunismo: la sociedad está dividida en dos clases (trabajadores y burgueses) y tomamos partido por una de ellas, los explotados y oprimidos. Si bien debemos considerar a los movimientos de desocupados como parte de la clase trabajadora, las experiencias de construcción que se han llevado adelante en ese ámbito carecen de una perspectiva clasista, ya que construyen dentro de la clase pero sin buscar que esta tomé consciencia para sí.

Sin dejar de contemplar los claroscuros de la sociedad en la que vivimos, la realidad es tajante. Existen quienes tienen que trabajar y quienes viven del trabajo ajeno. Es la clase productora la que tiene la capacidad potencial de liberarse así misma, dado que si ésta no produce los medios esenciales para la vida no existe vida posible. La lucha es contra el Capitalismo que explota a los trabajadores y trabajadoras y contra el Estado que garantiza la opresión. Es en este marco que debemos considerar de vital importancia la construcción de “poder obrero” como la capacidad real de la clase trabajadora de imponer su propio programa de liberación a la clase explotadora. Es un poder que se construye en la organización autónoma y horizontal desde la base productiva de la sociedad.

Es una realidad que las herramientas que construyó la clase trabajadora para combatir a los explotadores y al estado opresor hoy están cooptadas por el enemigo y puestas a su servicio. Sin embargo, la tarea es reconquistarlas desde la lucha en su base, para que dejen de funcionar como dique de contención y pasen a ser herramientas de lucha anticapitalista. Esto significa la recuperación de los sindicatos por parte de la clase trabajadora para volver a imprimirle el carácter combativo y clasista con el que fueron creados, mediante la construcción y el ejercicio del poder obrero. Creemos que es el sindicato quien puede desarrollar y dinamizar la capacidad real necesaria para que los trabajadores tomen el poder de los medios de producción y administrarlos bajo el federalismo en una sociedad de productores libres e iguales. El objetivo finalista de la revolución social de carácter libertario podrá ser posible en tanto lo realicemos los trabajadores y trabajadoras utilizando las herramientas más indicadas para hacerlo: el sindicato como parte fundamental y dinamizadora de un frente revolucionario de oprimidos y explotados que encare el desarrollo de una ruptura revolucionaria. En su estadío actual, la lucha gremial es capaz de generar paulatinamente la toma de conciencia clasista, oponiéndose inicialmente al patrón que explota a la clase trabajadora y paralelamente al Estado que la oprime para garantizar la explotación.

A su vez entendemos que en el proceso de ruptura revolucionaria los trabajadores nos dotaremos de nuevos organismos de clase, que superarán a la organización sindical surgida en el marco del capitalismo. Esta nueva forma de organización surgirá del desarrollo y agudización de la lucha de clases, como ya lo ha demostrado la historia. Comités de fábrica, soviets, consejos obreros, etc. son la prueba de la capacidad de la clase obrera de construir las herramientas de una sociedad comunista.

El desarrollo de la Línea Anarco Comunista

Siempre que el anarquismo ha buscado ser una alternativa política para las masas oprimidas y explotadas, se planteo el tema de la organización. Para quienes nos nucleamos en la Línea Anarco Comunista, la tarea del movimiento, a la luz del estado actual del desarrollo de la lucha de clases y de nuestra influencia es hoy en día la de pensar en torno a los conceptos de partido y programa. El Programa para el Anarco-Comunismo es el esbozo de lo que entendemos como dichas tareas, elaborado sobre la base de la lectura y la práctica militante en la cual nos hallamos insertos.

Hablando en términos amplios, el movimiento anarco-comunista actual de nuestra región, como repercusión de diferentes líneas del ámbito internacional, se encuentra en un punto de inflexión enmarcado en el debate entre diferentes líneas de construcción. La Línea Anarco Comunista plantea una construcción sobre la base de la unión programática del anarco-comunismo bajo una entrega y un compromiso mayor con la militancia, considerando que el proyecto de vida de sus militantes debe estar sujeto al proyecto de la organización. En esta corriente se tiene la perspectiva de abocarse a una militancia anarquista de lucha de clases desde una construcción a futuro de un partido de cuadros entendido este como una organización política en la cual sus militantes tienen un alto grado de inserción/influencia en la lucha de clases y puede aplicar el programa revolucionario de su organización, producto de la sistematización de las experiencias de lucha y organización de la clase obrera. Así, un cuadro se define como un militante cuya inserción social lo coloca como punto fuerte en la lucha de clases, pudiendo dinamizar un espacio de masas acorde a su línea programática. El objetivo de la organización anarco-comunista es definir un norte estratégico unitario y abocar toda la militancia en esa dirección.

Vemos esta línea como una continuidad de la corriente nacida con la Alianza de la Democracia Socialista que desarrollaba su militancia en la Asociación Internacional de los Trabajadores, la cual fue reivindicada después del fracaso de los anarquistas en la revolución rusa por el grupo de exiliados Dielo Truda en la “Plataforma Organizativa para una Unión General de Anarquistas”, años más tarde en el “Manifiesto de los Comunistas Libertarios” de George Fontenis a mediados del siglo XX y más cercana temporal y territorialmente en la experiencia del anarquismo organizado en Argentina, que tiene sus referentes en la Línea Anarco Comunista (LAC) de quien tomamos el nombre, y Resistencia Libertaria (RL), expresada en documentos como el “Partido Libertario” a fines de los años 70´.

Esta tradición anarco comunista se basa en una serie de supuestos que consideramos indispensables para la militancia revolucionaria de los anarquistas. En primer lugar, el clasismo, al entender que la sociedad se encuentra dividida en dos clases sociales (burguesía y proletariado), enfrentadas por intereses históricos y estructurales antagónicos, y diendo el segundo el sujeto revolucionario que rompa con el Capitalismo. En segundo lugar, la instauración del comunismo como finalidad revolucionaria, basado en la posesión colectiva de los medios de producción y en la máxima histórica de “a cada quien según su necesidad y de cada cual según su capacidad”. En tercer lugar, el sindicalismo como principal herramienta de lucha de las masas trabajadoras frente a la explotación y opresión del Estado y el Capital, y por ende como su principal eje de inserción en la clase obrera. En cuarto lugar, el desarrollo de un programa revolucionario desde el seno de la lucha de clases y que guíe su accionar hasta la revolución social. En quinto lugar, la necesidad de la construcción de una organización política específica de los anarquistas (un Partido Anarquista de Cuadros, ver nota 1) , que busque tener inserción en la lucha de clases, y desarrolle dicho programa para orientar a la clase trabajadora en su búsqueda de emancipación revolucionaria, basada en las premisas de la unidad teórica, estratégica, la responsabilidad y disciplina colectiva, y el federalismo. Por último, una concepción materialista de la realidad que entienda que el anarquismo, su Partido, y su programa revolucionario no surge de la mente de un genio, sino de una agudización de la lucha de clases en el seno de la sociedad capitalista.

Ahora bien, como entendemos que el Partido y el Programa se construyen (y no se decretan), siendo el reflejo del desarrollo y la agudización de la lucha de clases y nuestra influencia en ella, la LAC no se considera a sí misma como un Partido que tiene un Programa cerrado (lo que no sería más que una concepción idealista). Por el contrario, como su nombre lo indica, la Línea Anarco Comunista se plantea como un núcleo político del anarquismo, que buscará contribuir y orientar al movimiento anarquista hacia la construcción del Partido de Cuadros y de su Programa revolucionario, organizándose en dicho proceso bajo las premisas anarco comunistas. A diferencia de una organización política común, El Partido de Cuadros como lo entendemos debe ser una alternativa real que oriente a las masas y no otra secta autoproclamada. A su vez, debe anclarse en un territorio determinado y no en tal o cual establecimiento productivo. El Partido es una organización político revolucionaria que reune los militantes más avanzados de la lucha de clases en tanto cuadros que militan un programa político sobre la base de una unidad teórica, estratégica, responsabilidad colectiva, y el federalismo, y que pueden orientar a las masas hacia el camino de la revolución social.

La necesidad de superar la etapa de reagrupamiento de los anarquistas

En nuestra región, luego de que la última dictadura militar barriera con la incipiente experiencia de anarquismo militante de corte anarco comunista como lo fueron RL y LAC, el movimiento quedó sin una base práctica acumulada sobre la cuál reconstruirse. Por tal motivo algunas organizaciones recurrieron a un “periodo de reagrupamiento de los anarquistas” meramente desde lo ideológico, en el cual se sumaban al mismo colectivo compañeros con un perfil, compromiso y perspectivas sumamente heterogéneos.

Más allá de si esta etapa fue la correcta o no, consideramos que todo reagrupamiento finaliza cuando sus militantes adquieren una acumulación de desarrollo político, práctico y teórico tal que les permite encuadrarse exitosamente en los diferentes frentes y obtener de ellos la experiencia que hace posible un salto cualitativo para pensar con programáticamente la militancia bajo la unidad teórica, táctica y estratégica del anaco-comunismo. Por nuestra parte, creemos que hay que dar por terminada una etapa de reagrupamiento de los anarquistas para comenzar a volcar nuestros esfuerzos militantes en la construcción partidaria del anarco-comunismo a nivel regional e internacional y dar un salto cualitativo en tal sentido. Hablamos de finalizar el reagrupamiento en cuanto a etapa y como objetivo en sí mismo ya que es posible que las necesidades puntuales de un ámbito particular requieran tomar una estructura más amplia de tipo tendencia. Sin embargo esta posibilidad debe siempre estar solapada con perspectivas de salto cualitativo.

El salto de reagrupamiento al de la construcción de tipo partidaria no puede darse sino en base a discusiones políticas de carácter programático y sobre la base de una real militancia y un real conocimiento de las fuerzas que actúan en la lucha de clases actual. Debemos reconocer que el haber llevado adelante una experiencia de militancia anarquista de reagrupamiento ha rendido frutos, brindando diferentes instancias de formación teórica y práctica poniendo a prueba a cada uno de los militantes como experiencia en la cual se puede adquirir el crecimiento y la madurez política que el movimiento necesita.

Es en la etapa del reagrupamiento que hemos logrado realizar y avanzar en el análisis de las fuerzas que actúan en la lucha de clases en la actualidad para dilucidar cuál debe ser el posicionamiento del anarquismo dentro de la coyuntura nacional e internacional y la consiguiente designación de recursos militantes con un norte claro de hacia dónde apuntar para acrecentar la influencia. De estas consideraciones, se desprende la necesidad de formar teórica y prácticamente a los militantes del anarquismo organizado como cuadros, para poner en pié la organización partidaria de los anarquistas.

El papel de los anarco-comunistas

Entendemos que el papel del anarco-comunismo en la construcción revolucionaria de la clase trabajadora debe ser en primera instancia desarrollado desde la construcción de un Partido Anarco-Comunista. La tarea es enorme y existen muchos obstáculos para superar, pero no resulta imposible si lo pensamos como un proceso de largo aliento.

Las condiciones actuales de los anarquistas organizados ameritan comenzar a discutir y delinear una construcción que permita tener incidencia real en la lucha de clases, con unidad teórica, táctica-estratégica y responsabilidad colectiva. Es a través de sus cuadros insertos en el seno de la clase obrera organizada que se podrá movilizar en un futuro a las masas trabajadoras mediante la democracia y acción directas y el federalismo, con un fin clasista, libertario y revolucionario.

El papel del Partido no debe ser el de una nueva y autoproclamada vanguardia, ya que la punta de lanza de la revolución serán las experiencias clasistas y combativas de la clase trabajadora. La función del partido debe ser imprimir en los trabajadores los principios y métodos de acción para no dar un paso atrás en la construcción revolucionaria, evitando desviaciones burocratizantes y autoritarias, a la vez que debe ser dinamizador del proceso de toma de conciencia de los trabajadores y trabajadoras como clase explotada y oprimida. Sabemos que los anarquistas no harán la revolución socialista-libertaria por si solos, sino que esta la haremos los trabajadores y las trabajadoras en la determinación conciente de liberarnos del yugo explotador por nuestra propia cuenta.

Creemos que los medios y fines del Partido Anarquista deben ser por demás consecuentes. Es decir que tanto la estructura organizativa que se dé, así como los métodos de acción y las organizaciones populares que se construyan y recuperen para la causa, en el camino deben estar fundidos en la matriz de la horizontalidad, el apoyo mutuo y el federalismo, puesto que son los pilares de la sociedad comunista libertaria del mañana. Mediante el libre acuerdo y la toma de decisiones colectiva y asamblearia es posible construir una organización que evite el centralismo democrático y burocrático mediante la aplicación de herramientas federalistas. La disciplina revolucionaria y la responsabilidad colectiva, así como la estructura federalista, aplicadas a la interna del Partido Anarquista, tornan inútiles los métodos de coerción, la competencia militante, la burocratización y la estructura jerárquica que adoptan los partidos políticos autoritarios con la excusa de evitar la desorganización, sumado a que no se puede militar por la construcción de valores libertarios desde una organización ideológico-práctica que no los aplique en la militancia y no los represente en su estructura.

La construcción del Partido Anarco-Comunista

Es imposible pensar que un congreso que reúna la militancia anarco-comunista y especifista actual pueda culminar inmediatamente en una estructura partidaria a nivel regional, o si lo hace, carecerá de una base sólida que permita llevar adelante una militancia programática integral. Las tareas a desarrollar son varias antes del surgimiento de dicha estructura. Es por tal razón que no estamos en condiciones de reconocernos el Partido sino que creemos que hay que construirlo desde el movimiento anarco-comunista.

A nivel político-ideológico, es necesario realizar un proceso de discusión permanente a la interna del movimiento anarquista, que permita ir consolidando canales de comunicación, estructuras de coordinación, toma de acuerdos y trabajo conjunto para ir construyendo un programa integral que abarque las fuerzas anarco-comunistas de la región, que vaya más allá del hecho de juntarse sólo por ser anarquistas y tener objetivos comunes a largo plazo. Por el contrario la necesidad es unificar bajo un programa a las fuerzas del anarquismo organizado con la proyección de incidir en la lucha de clases a todos los niveles y en el corto, mediano y largo plazo.

Hoy día estamos en una etapa de necesidad de inserción estratégica en los gremios y de formación de cuadros anarquistas para ganar referencialidad en la clase obrera organizada, el desarrollo de política de masas y la construcción de canales de comunicación y discusión programática.

Es a partir del proceso de relacionamiento fructífero y canalización de la discusión política en un foro de coordinación y debate permanente que se podrá ir consolidando una estructura sólida que permita estar a la altura de encarar una táctica y estrategia revolucionaria a nivel regional e internacional.

El núcleo político del anarco-comunismo

Proyectando ser una organización que supere el mero reagrupamiento anarquista desde lo ideológico, vemos la necesidad de construcción para la militancia de un Núcleo Político del Anarco-Comunismo, con las perspectivas de construir el Partido de Cuadros a largo plazo que logre unificar al Anarquismo Organizado bajo un mismo eje programático mediante la unidad teórico-política y la responsabilidad colectiva.

Creemos que la tarea de la etapa es constituir un núcleo político de militancia que nutra la perspectiva programática del futuro Partido, llevando adelante los principios organizativos que lo constituirán. A su vez, las tareas de dicho núcleo son, mediante una logística de ubicación y construcción, fomentar la construcción de otros núcleos para abarcar los puntos estratégicos que permitan tener una incidencia real en la lucha de clases, formar cuadros militantes ubicados estratégicamente, crear canales de discusión política y coordinación programática del movimiento anarquista, producción teórica y de materiales de discusión, y el desarrollo de tendencias anarquistas en diferentes espacios de militancia además del sindical.

El rol de las tendencias libertarias

En el proceso de construcción del Partido de Cuadros, el anarquismo debe dotarse de las herramientas más eficaces para realizar una política acorde a sus principios revolucionarios: una política de masas. Si decimos que la Organización debe contener los militantes que acuerden plenamente con el programa revolucionario, estos mismos, de cara a la construcción en los espacios de base, deberán construir y militar en espacios intermedios (en terminos de acuerdos) entre su organización y las masas. Estas tendencias permiten nuclear a todos los compañeros y compañeras que comparten acuerdos como para militar en un mismo frente de masas, sin tener la obligación de compartir acuerdos, y perspectivas de militancia en otros frentes.

Las tendencias libertarias (sindicales, estudiantiles, feministas, juventudes, etc.) son elementos centrales en la construcción del Anarquismo Organizado. Estas tendencias deberán tener acuerdos políticos profundos, pero acorde a las necesidades y problemáticas de su ámbito y focalizados principalmente hacia éstas, ya que es en las tendencias dónde se desarrolla su propio programa de militancia. El rol del núcleo político será aportar al desarrollo de las tendencias, así como lograr que los programas particulares confluyan en el programa integral del anarco comunismo.

Las tendencias son fundamentales no sólo para cuando exista el Partido en los hechos, sino que son totalmente indispensables para encarar el proceso de su conformación y dotar a las organizaciones anarquistas, que avancen en su confluencia, una participación activa en la lucha de clases con herramientas eficientes.

La estrategia revolucionaria integral

Si pensamos en un Partido de Cuadros que aporte al proceso de ruptura revolucionaria de la sociedad estatal-capitalista hacia la sociedad comunista libertaria, es necesario que el plan táctico-estratégico que se tracen las fuerzas anarquistas organizadas sea de visión integral. Por esta razón, los núcleos políticos del anarco-comunismo deben comenzar a construir esos elementos estratégicos desde ahora.

Concientes de que no será absolutamente lineal y automática la recuperación de los sindicatos, la creación de un frente revolucionario de oprimidos, la toma de los medios de producción y la ruptura revolucionaria, es necesario que a la hora de trazar un programa, se analicen diversos enfoques y flancos que permitan alcanzar el objetivo finalista.

En esa estrategia integral es necesario valorar elementos de construcción que son necesarios para la construcción de poder obrero y la toma de conciencia más allá de lo que concierne a la militancia sindical. Entre esos elementos encontramos los siguientes, como principales para impulsar desde ahora a través de las tendencias y desde el futuro Partido.

- La lucha por la educación al servicio de la clase trabajadora y la organización militante de estudiantes como apoyatura clasista y libertaria a la construcción revolucionaria.
- La organización de los hijos de trabajadores y trabajadoras y futuros trabajadores y trabajadoras en proceso de formación como juventudes anarco comunistas.
- La organización feminista de las trabajadoras que se encargue de incorporar la problemática de género en la lucha clasista y la construcción revolucionaria, una reivindicación que debe estar vigente en el proceso ya que el sistema estatal-capitalista y el patriarcal van de la mano y la destrucción de ambos debe ser en simultáneo.
- La organización y la reinserción laboral de trabajadores y trabajadoras desocupados/as, no como movimiento permanente y marginal, sino como parte del proletariado parada temporalmente que necesita contención económica y reinserción laboral.
- La reconstrucción de los lazos horizontales de solidaridad perdidos por los valores burgueses que atraviesan transversalmente las relaciones sociales, mediante locales barriales, encuentros de discusión sobre problemáticas sociales actuales, etc.
- La creación de una corriente de opinión favorable en la sociedad, mediante la propaganda y la militancia como ejemplo, en la que se considere la organización y la lucha anti-estatal, anti-capitalista y feminista como alternativa real para arrancar reformas necesarias a la clase dominante, en el camino de la construcción de valores propios de una sociedad de libres e iguales.
- La referencialidad de cuadros intelectuales al servicio de la formación obrera y difusores del programa revolucionario del anarco-comunismo.

La necesidad de construcción del programa

La Organización anarquista reposa sobre un programa revolucionario. El programa se conforma de 3 elementos indisolubles: una caracterización de dónde estamos (coyuntura dentro de una etapa del Capitalismo), a donde queremos llegar (propuesta del Comunismo anárquico), y todos los pasos intermedios sobre como ir desde el ahora hasta la finalidad del mañana. Una estrategia que lleva desde la crítica del Capitalismo hasta la ruptura revolucionaria y la instauración de la sociedad Comunista anárquica.

El programa surge de las luchas contra la sociedad estructurada capitalista y de las relaciones entre ideología y práctica que desarrollan los miembros de la organización. Se deduce de lo anterior que la Organización Anarquista sólo puede surgir de la inserción de sus cuadros en el seno de la lucha de clases.

Sin programa no puede existir práxis revolucionaria que lleve a la revolución social, dejando todas las acciones de los militantes a la merced del espontaneismo, que aniquila la política. El programa revolucionario debe guiar a los cuadros anarquistas en la construcción del poder obrero, principal objetivo del Partido para canalizar la lucha de los trabajadores hacia la ruptura revolucionaria socialista y libertaria.

Entendemos que la construcción del Partido de Cuadros es un proceso que debemos comenzar a transitar. El programa no saldrá de la mente brillante de un grupo de intelectuales, sino que al contrario, tal como planteó George Fontenis en el “Manifiesto Comunista Libertario”: “El programa debe ser determinado por el estudio, la prueba y la tradición de lo que constantemente es buscado por las masas”. Por ende, sólo podremos conocer realmente las necesidades de las masas obreras cuando estemos insertos en la lucha de clases, es decir, cuando tengamos una participación e influencia real en las luchas concretas de los trabajadores frente al Estado y el Capital.

Sólo a través del conocimiento de las reivindicaciones de la clase y de cómo llevarlas adelante, conocimiento que se adquiere en la lucha del día a día, vamos a poder comenzar a discutir la construcción del programa. El camino que debemos recorrer debe ir de la teoría abstracta con la que contamos, a la praxis, y de esta misma a la creación de una nueva teoría revolucionaria. Es por ello que en abstracto no podemos proponer cómo construir el programa. Sólo caminando se aprende a caminar, sólo luchando junto a nuestros compañeros de clase se construye el programa de la clase.


Notas

1. Para profundizar al respecto de esto recomendamos leer de Dielo Trouda la “Plataforma Organizacional de los Comunistas Libertarios”, “Manifiesto Comunista Libertario” de Georges Fontenis, “Partido Libertario” de Resistencia Libertaria y por último los Programa y Estatutos de la Alianza de la Democracia Socialista

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