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Gwangju, 30 años después: una guía para una insurrección urbana

category asia oriental | historia | opinión / análisis author Thursday January 13, 2011 04:37author by Nick Mamatas - Disinformation Report this post to the editors

El siguiente artículo, escrito hace casi una década, es un breve recuento de la sublevación de Gwangju, una ciudad de Corea del Sur que en Mayo de 1980, en la cual el pueblo en armas derrotó al ejército y estableció por algunos días una comuna revolucionaria. Tras el asesinato del dictador Park Chung-Hee, en Octubre de 1979, el poder fue traspasado de hecho a un grupo de oficiales del ejército liderados por Chun Doo-hwan, los cuales consolidaron su poder mediante un golpe militar en contra del gobierno transitorio el 12 de Diciembre de 1979. A comienzos de 1980, cientos de miles de personas se manifestaban, en desafío a la brutalidad represiva y a la ley marcial, pidiendo nuevas elecciones, la caída de la dictadura y de la ley marcial. Al calor de esas demandas, se incubaban también visiones revolucionarias que crecían en medio de la agitación.

La radicalidad de la protesta popular se desprende de las palabras del principal mando militar de los EEUU en Corea del Sur en ese entonces, el general John Adams Wickham, quien dijo que las protestas estudiantiles, más la agitación obrera en todos los grandes centros urbanos “amenazaban con degenerar en protestas masivas, violentas, o peor aún, en la anarquía” (“Korea on the Brink”, Ed. National Defense University Press, 1999, p.127). [Deutsch]

El pueblo en armas controla las calles de Kwangju, Mayo de 1980
El pueblo en armas controla las calles de Kwangju, Mayo de 1980


A 30 años de la Comuna de Gwangju: experiencia de Poder Popular y Democracia Directa en Corea

El siguiente artículo, escrito hace casi una década, es un breve recuento de la sublevación de Gwangju, una ciudad de Corea del Sur que en Mayo de 1980, en la cual el pueblo en armas derrotó al ejército y estableció por algunos días una comuna revolucionaria. Tras el asesinato del dictador Park Chung-Hee, en Octubre de 1979, el poder fue traspasado de hecho a un grupo de oficiales del ejército liderados por Chun Doo-hwan, los cuales consolidaron su poder mediante un golpe militar en contra del gobierno transitorio el 12 de Diciembre de 1979. A comienzos de 1980, cientos de miles de personas se manifestaban, en desafío a la brutalidad represiva y a la ley marcial, pidiendo nuevas elecciones, la caída de la dictadura y de la ley marcial. Al calor de esas demandas, se incubaban también visiones revolucionarias que crecían en medio de la agitación.

La radicalidad de la protesta popular se desprende de las palabras del principal mando militar de los EEUU en Corea del Sur en ese entonces, el general John Adams Wickham, quien dijo que las protestas estudiantiles, más la agitación obrera en todos los grandes centros urbanos “amenazaban con degenerar en protestas masivas, violentas, o peor aún, en la anarquía” (“Korea on the Brink”, Ed. National Defense University Press, 1999, p.127).

Gwangju era una ciudad de 750.000 habitantes; el 18 de Mayo más de 150.000 se tomaban las calles en diversas protestas contra la ley marcial y exigiendo la libertad de unos 2.000 presos políticos de izquierda, arrestados los días previos, particularmente, el 17 de Mayo. Enfrentaron a la represión y los estudiantes junto a los obreros lograron conquistar arsenales del ejército (unas 5000 armas militares, cientos de miles de rondas de municiones, más explosivos y granadas) y hacerlos retroceder. En los días siguientes, la dictadura de Chun hizo una parodia de negociación, para buscar dividir a las expresiones de poder popular construidas al calor de la lucha en Gwangju, y para así poder volver a tomar el control de la situación. La comuna fue derrotada cuando el 27 de Mayo, la dictadura, con el apoyo de los EEUU, envía 12.000 soldados y fuerzas especiales para subyugar al pueblo de Gwangju. La masacre que realizaron costó la vida de unas 1.000 a 2.000 personas.

Actualmente, los gobiernos “democráticos” de Corea del Sur, se han dado a la tarea de re interpretar la comuna revolucionaria de Gwangju, como un mero movimiento “pro democracia”. La más mínima revisión de los organismos de poder popular consolidados en esos días de liberación, así como la organización espontánea que se dio el pueblo, desmienten este intento de vaciar el contenido revolucionario de Gwangju. En el siguiente artículo se comenta que lo vivido en los días posteriores al 18 de Mayo no tenía “precedente” en Corea: no estamos de acuerdo con esta afirmación. De una u otra manera, podemos afirmar que lo vivido entr el 18 y el 27 de Mayo, no fue otra cosa que la resurrección del espíritu revolucionario que cundió en Corea tras la liberación del colonialismo japonés en Agosto de 1945, cuando surgieron comités populares como efectivos organismos de auto gobierno y poder popular en toda la península. Estas expresiones genuinas de democracia directa y socialista, fueron cooptadas en el norte y aplastadas de la manera más brutal en el sur –pero esa tradición, como lo demuestra Gwangju no está del todo muerta y sabemos que a su momento, el pueblo coreano sabrá retomarla. Como lo hizo aquel 18 de Mayo hace 30 años.

Este artículo, originalmente en inglés, fue traducido por “Mike” y circula en internet en una versión ligeramente diferente, ya que hemos hecho algunas correcciones a la traducción. Lo publicamos para dar a conocer esta importante experiencia revolucionaria, como parte de la serie de artículos de historia y realidad coreana que hemos venido publicando con motivo del 60 aniversario del inicio de la Guerra de Corea.

José Antonio Gutiérrez D.
12 de Enero, 2011


Gwangju, 20 años después: una guía para una insurrección urbana

El 18 de mayo de 1980 se vivió uno de los acontecimientos más importantes en la historia de Asia y del que casi seguramente nunca habrán tenido noticia alguna.

La larga tradición norteamericana de instalar dictadores en Corea del Sur se interrumpió cuando el viejo dictador Park Chung Hee fue inexplicablemente asesinado por la dirigencia de la Agencia Central de Inteligencia coreana en 1979. En el caos que siguió, la batalladora administración Carter se apegó a la agenda de “negocios” y se hizo amiga del nuevo dictador, Chun Doo Hwan. Pero la gente coreana no.
Las décadas de dictadura habían creado un importante modelo en la política coreana. Si los sindicalistas, los estudiantes y la gente de a pie salían a tomar las calles, el ejército y la policía los echaban rápidamente y rompían algunas cabezas, y la gente volvía a trabajar al día siguiente, aceptando las condiciones casi de esclavos en las fábricas. La economía de Corea del Sur comenzaba a despegar, y nada tan molesto como la democracia podía ser un estorbo.

En mayo de 1980, sin embargo, los estudiantes de la ciudad sureña de Gwangju no se rindieron. El gas lacrimógeno, los policías armados con porras y las balas de goma llenaban las calles. Se lanzó tanto gas CS en la ciudad que se cayeron las hojas de los árboles. Pero las protestas siguieron siendo enormes, y los obreros, los comerciantes, los padres salían a la calle para defender a sus hijos. El ejército abrió fuego, matando a docenas de personas, y apaleando a centenares más.

El caos político y la violencia del gobierno forjaron rápidamente un movimiento nuevo. Los líderes estudiantiles y los obreros industriales comenzaron a organizarse no sólo para defenderse, sino también para retomar su ciudad. Gracias a una economía militarizada en exceso, la mayoría de los principales lugares de trabajo en Corea del Sur tenían escondites de armas. Los manifestantes las tomaron, formando así milicias armadas. Fueron incautados los autobuses, los taxis e incluso los coches blindados. En el ayuntamiento se libró una enorme batalla entre el pueblo de Gwangju y el ejército nacional de Corea. Finalmente, el ejército se retiró.

Los cinco días siguientes no tienen precedentes en la historia coreana. En lugar de comerciar, la gente compartía. Se cocinaron y distribuyeron enormes comidas comunales para centenares de personas. Los vehículos fueron puestos a disposición para preservar la seguridad de la ciudad, para crear un sistema nuevo de distribución que no dependiera ni del Estado ni del capital y para transportar a los centenares de cadáveres, pudriéndose en las calles estivales, para su identificación. ¿Se preguntan a qué se parecen el comunismo o el anarquismo? ¡No busquen más!

Creció una escisión entre la generación más vieja, más conservadora, que quería desarmarse y cooperar con el gobierno de Chun, y los estudiantes radicales y los trabajadores que querían difundir la revolución por otras ciudades. Estuvieron de acuerdo en una cosa: la masacre y la victoria resultante seguramente harían que los Estados Unidos vinieran en su ayuda. En lugar de eso, los EEUU, con mando compartido del ejército surcoreano y que había gastado millones de dólares entrenando un cuerpo de élite, los Black Berets (Boinas Negras), dio permiso al gobierno golpista para llevar tropas desde la “zona desmilitarizada” (ed. la frontera con Corea del Norte) para tomar de nuevo Gwangju. Los paracaidistas irrumpieron en Gwangju en la llamada “Operación Vacaciones Fascinantes”.

Para desarmar a las milicias de Gwangju tuvo lugar otra matanza, rápidamente negada por EEUU. Veinte años más tarde, cuando llueve en las montañas de las afueras de Gwangju, los huesos de los rebeldes de Gwangju todavía -algunas veces- flotan en la superficie enlodada.

La insurrección de Gwangju tuvo un impacto enorme. Las historias personales de la insurrección se discutieron en la Plaza de Tianamen en 1989 y en Indonesia en 1999. En 1987 el movimiento “Poder del Pueblo” finalmente desplazó del poder al ejército surcoreano. En 1996, Chun Doo Hwan afrontó la pena de muerte, y Kim Dae Jung, prisionero político durante Gwangju y actual presidente (ed. en el 2001), le perdonó.

Corea del Sur, ahora, es una democracia reciente, pero incluso un antiguo disidente como Kim Dae Jung sabe que las carreteras deben estar despejadas. Él también ha usado tropas para mantener a la gente a raya, quebrando violentamente huelgas y protestas. Él prohibió que la KCTU (central sindical de Corea) celebrara el vigésimo aniversario del levantamiento de Gwangju. ¡No quería que tuvieran más ideas!

Nick Mamatas
2 de Julio, 2001

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