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Contra el reinado de la tristeza en el mundo de la izquierda

category internacional | la izquierda | opinión / análisis author Tuesday December 14, 2010 06:43author by José Luis Carretero Miramar Report this post to the editors

Vivimos un tiempo de convulsiones sociales inéditas y de derivas inesperadas de nuestra sociedad. Una crisis civilizatoria colosal cuya resolución no alcanzamos a ver, y no sabemos en qué dirección se hará efectiva.
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En este marco, se agolpan aceleradamente teorías del mundo antagonista de los últimos decenios, así como nuevos desarrollos, preñados en su casi totalidad del asfixiante pesimismo y la tristeza interiorizados por los movimientos que, en Occidente, han intentado transformar lo existente, o quizás mejor vegetar en su seno, desde la caída del muro de Berlín.

Hay quien opina que en los próximos 20-30 años, poco hay que hacer por parte de los movimientos sociales, salvo esconder la cabeza debajo del ala iniciando micro-iniciativas de transformación de la vida cotidiana que puedan dar algún tipo de provecho ya mediado el siglo XXI. Hay quien afirma que “nosotros sólo somos pequeños, garbanceros, miserables, nada, siervos perfectos, siervos para siempre”, y que toda la historia de las revoluciones pretéritas no es más que una colosal conjunción de errores, de los cuales sólo ellos, por supuesto, estarían exentos.

Es un contexto ideológico agobiante que se enseñorea del conjunto del mundo cultural y político antagonista, alcanzando a sus desarrollos literarios, artísticos, teóricos e, incluso, vitales.

Nada extraño, por otra parte, pues esta forma de pensar ya fue analizada en su día por Simone de Beauvoir en su texto “El existencialismo y la sabiduría de los pueblos”, en el que la filósofa francesa ponía al descubierto la profunda funcionalidad para el sistema de esa forma arraigada de pensamiento conservador y “populachero” que nos dice que nada es posible, que la realidad es siempre triste y depresiva, que todo esfuerzo transformador no tiene más fruto que el fracaso y el sufrimiento. Un marco de análisis que fundamenta, lo quieran o no sus autores, un escenario en el que la irresponsabilidad, el conformismo y la pasividad pasan a estar justificadas, e incluso a ser alabadas como un presunto ejercicio de “lucidez”.

No es más, en definitiva, que la pertinaz teoría del “valle de lágrimas” en que consistiría el mundo material en oposición al siempre preferible mundo de las ideas y las almas puras, encubierta en los ambientes alternativos por interpretaciones deterministas de supuestos desarrollos de la “economía” o la “sociología” que, paradójicamente, se acompañan de críticas “fundamentales” a la misma noción de “ciencia” y de “progreso”. Decimos “paradójicas”, porque resulta sumamente curioso como se puede afirmar al tiempo que los instrumentos de nuestras ciencias sociales nos obligan a augurar un futuro negro, feroz e inevitable, y que los mismos “no sirven para nada”.

Tristes indicaciones de una “izquierda” que se niega a resistir. De un acervo ideológico que insiste en desconocer la diferenciación tempranamente introducida por Karl Marx entre quienes pretenden únicamente “interpretar el mundo” y quienes aspiran a “transformarlo”. Una diferencia que implica la imposibilidad de cosas como una supuesta “lucidez desencantada” o una, totalmente glorificada en los últimos tiempos, “pasividad revolucionaria”. Sólo en el marco de la praxis es dable pensar lo que es posible y lo que no. Y dicha praxis y dicha teoría son ya, en sí mismas, transformación en acto de lo existente.

Pensar el mundo desde la izquierda no consiste solamente es admitir que existen gigantescas fuerzas que nos sobre-determinan y nos empujan en una dirección concreta (eso ya lo pensaban, a su manera, los teólogos medievales con su noción de la “voluntad de Dios”), sino también que esas mismas fuerzas son el producto real de los seres humanos concretos que con su actividad consciente y productiva las pueden empujar, desviar o revertir.

Una capacidad productiva del ser humano que nunca está más plena de potencialidades inéditas que en los momentos de crisis e inestabilidad. En el momento en que todo se sale de su eje, los leves empujones en una dirección u otra se notan más que cuando todo está firmemente asentado.

Es la hora, pues, de plantearnos que transformar el mundo no es sólo ético o necesario, sino posible en la realidad efectiva. No como cumplimiento de una perfección idealizada en nuestras mentes, sino como real modificación de la estructura de lo existente en la dirección de nuestra praxis.

Los que creen que poniendo el acento en nuestras incapacidades y frustraciones, en nuestras tristezas y desesperanzas, generan una mayor conciencia sobre lo que “debe ser”, están equivocados. Porque, como ya indicara Jean Marie Guyau, y reafirmara Kropotkin, el deber ético no es más que la expresión de la capacidad de hacer, de la fuerza vital y la energía del sujeto. Porque puedo, debo. Porque el movimiento de mi cuerpo, el esfuerzo de mi mente y la vibración de mis anhelos cambian lo material que me rodea en una u otra dirección todos los días, debo realmente ejercitar mis fuerzas para crear un mundo mejor y esculpir una existencia que, en todo caso y como indicaba Sartre, precede a cualquier esencia que se le quiera imponer desde las formas para-religiosas de los profetas de la tristeza y el desencanto.

Esculpir nuestra existencia, con la potencia feroz de nuestra energía, nuestra alegría y nuestro esfuerzo, no sólo es posible sino también pertinente (y es pertinente porque es posible). Resistir es necesario, porque no resistir es hacer real y material el mundo que, precisamente, no queremos. Y transformarnos, nosotros mismos, en quienes no queremos ser.

La tristeza, la impotencia, el desengaño y el depresivo barruntar sobre un futuro de fracasos inevitables, para los habitantes de los conventos, para los catedráticos grises, para los cansados, para los seres pequeños. Sólo vivimos una vida. Y nadie nos puede quitar la alegría y el placer de la lucha, de la solidaridad, de la transgresión, de la productividad, de la creación.

Y, por último, un mensaje a los jóvenes: nada de evadirse y vegetar con los “cigarrillos de la risa” al margen de la rotación del mundo. Es la hora de que nos enteremos de quienes sois. De que la cultura, el arte, el sindicalismo, la ecología, la teoría crítica, la literatura, la poesía y los sueños de nuestro tiempo se vean teñidos de vuestra sustancia. De vuestro temperamento. Vuestro lugar está en el centro de la acción.

Salud y alegría.
José Luis Carretero Miramar

author by José Antonio Gutiérrez D.publication date Wed Dec 22, 2010 06:26author address author phone Report this post to the editors

Muchas gracias José Luis por esta reflexión, muy pertinente, necesaria y acertada. Aún entre los libertarios tenemos una gravedad a veces insoportable (incluso que en este sitio no tengamos una sección de humor político es una barbaridad). Solamente quiero llamar la atención sobre dos cosas que creo claves en el texto, aparte del mesaje central sobre celebrar y aplicar nuestra capacidad transformadora. Creo que las mencionas de pasada pero merecen una reflexión aparte.

Lo primero es que correctamente señalas la caída del muro de Berlín como un punto de inflexión en el giro al conservadurismo en la "aldea global"... creo que aún no le terminamos (los anarquistas) de tomar el peso al tremendo impacto que tuvo esa oleada reaccionaria, en la cual se consolidó como único horizonte político deseable el capitalismo de mercado (ojalá en su variante liberal, pero se aceptan dictaduras transitorias o Estados terroristas, a fin de que preparen las condiciones objetivas para que haya democracia liberal y parlamentaria en el futuro). El movimiento anarquista, lejos de entender las profundas implicancias de 1989, se echó a dormir sobre sus laureles, diciendo "ah, les dijimos que en eso terminaría el marxismo" y no hubo pocos que pensaron que esto era el preludio de la "tercera oleada revolucionaria", cuando los obreros marcharían sobre las ruinas del Estado burocrático-soviético hacia la revolución libertaria.

[Contribuyó ideológicamente en este estrabismo político el hecho que durante la Guerra Fría haya existido una deformación particular entre ciertos libertarios (personificada entre otros por Leval, Rocker, Diego Abad de Santillán, etc.) que se pasó de plano al bando del "mundo libre" occidental, afirmando que el bolchevismo era el "mal absoluto" y que el "totalitarismo" era el gran enemigo de la humanidad. Renunciaron así a la revolución, la cual necesariamente derivaba en el totalitarismo, y abrazaron conceptos de libertad en abstracto y de democracia en abstracto, dando una voltereta idealista en la cual la transformación de las condiciones objetivas de la sociedad importaba poco en relación a la defensa de las "libertades cívicas" -sobre este tema, puede revisarse un análisis más detallado en el "Anarquismo Social" de Frank Mintz o en "El Liberalismo de Avanzada" de Jorge Solomonoff . Curiosamente, este discurso "anti-totalitario" terminó coexistiendo pacíficamente con el capitalismo con mayor facilidad que el estalinismo (quienes acuñaron ese infame concepto).]

En realidad, la caída del Muro de Berlín, no significó solamente la derrota de una versión del "socialismo" particularmente desagradable: significó, sobre todo, la derrota de una serie de valores, conceptos y horizontes "utópicos" asociados, correcta o incorrectamente a esos proyectos. Ciertamente las burocracias neo-estalinistas jugaron un rol nada despreciable en esa derrota, pero lo fundamental es que el momento histórico significó una reacción sin precedentes, aún más profunda que la que siguió a la caída de la Comuna de París en 1870. Creo que es factible hacer el paralelo con el significado del triunfo de la Sana Alianza en contra de Napoleón a comienzos del siglo XIX -aún cuando Napoleón no fuera la encarnación de los valores de la Revolución Francesa (la cual él mismo se encargó de sepultar), su derrota sí fue entendida como la derrota de esos valores y de ese proyecto político revolucionario democrático burgués a los cuales se le asociaba, correcta o incorrectamente.

Eso nos demuestra la complejidad de nuestra posición como libertarios, en la cual, aún cuando seamos críticos acérrimos de la izquierda estatalista, nuestro destino no es del todo indisociable de ellos ante la oleada de la reacción liberal burguesa -aún cuando haya anarquistas que se engañen a sí mismos, pensando que somos una "tercera vía", ni "izquierda ni derecha" -discurso que, como es entendible, para los pelos a cualquiera.

Lo segundo, es que mencionas el caballo de Troya que representan algunos discursos "innovadores", "progresistas", "postmodernos" dentro de la izquierda, cuyo resultado lógico es la inacción, la impotencia o el cinismo en el peor sentido del término. Creo que una contribución interesante a este debate la hacen Sokal y Bricmont en su libro "Imposturas Intelectuales", sobre el rol de los intelectuales de la post modernidad que desde una crítica superficialmente radical a todo, desde una apología del sinsentido, de la irracionalidad, del absurdo, terminan justificando el status quo. Esto se resume en el hecho de que el absurdo puede existir eternamente sin jamás poner en aprietos al poder.

Así en el anarquismo tenemos los que se las pasan como cazadores de mariposas tras las modas teóricas, que un día son anarquistas puros, al siguiente son comunistas sin más, otro día son concejistas, y el fin de semana posan de situacionistas, o flirtean con el absurdo primitivista. La moda teórica que no acumula experiencia, ni construye alternativa, ni fortalece al pueblo en lucha. Las más de las veces, estas modas teóricas se disfrazan de un cierto anti-intelectualismo virulento, plagado de terminología cursi y de términos, paradójicamente, extremadamente academicistas (que frecuentemente ocultan un vacío de contenido burtal detrás de una pantalla de lenguaje técnico y en apariencia complejo). No faltan los que, por ejemplo, desde la academia atacan a la "educación" (no a la educación burguesa, no al actual modelo, sino que al concepto mismo de educación), sin por ello resistir la tentación de firmar cualquier parrafada que escriben con sus correspondientes títulos y diplomas. El absurdo en nuestros medios da para todo.

author by brenda aguilar - yomerapublication date Thu Dec 23, 2010 02:59author address author phone Report this post to the editors

Aparte de una sección humorística se podría tener una sección de horóscopos? yo me apunto. Horroróscopos.

author by Jose Luis Carreteropublication date Mon Dec 27, 2010 23:37author address author phone Report this post to the editors

Hola, Jose Antonio, he de decir que tus comentarios me parecen totalmente atinados y pertinentes:
En primer lugar, es cierto que la caída del muro de Berlín no afectó tan sólo al stalinismo (que ni siquiera ha hecho un análisis medianamente pertinente sobre el asunto), sino también a la izquierda libertaria y autogestionaria. Yo, en ese momento, era bastante joven y estaba eufórico. Estaba claro que aquellas gentes que habían derrotado al capitalismo, y entonces lo hacían al autoritarismo, iban a virar naturalmente a una alternativa libertaria en poco tiempo. Pero esa interpretación era plenamente idealista: lo cierto es que, como me indicaron numerosos militantes sinceros del ámbito socialista de los países del Este en ese momento, lo que se había derrumbado no era tan sólo la burocracia partidaria, sino toda una dinámica general de construcción de la esperanza. A veces, las traiciones llevadas a sus últimos extremos desmoralizan más que cualquier derrota normal y lo que interpretaron las masas desposeídas era que no tenía sentido luchar por algo (el socialismo, en cualquiera de sus vertientes) que tus propios dirigentes iban a abandonar cuando les interesase. Además, la izquierda occidental nunca ser recuperó, porque esa caída significó el pistoletazo de salida para todos los reciclajes (ideológicos, políticos y vitales), para el abandono de todo discurso transformador, y abonó el campo para el pragmatismo "demócrata" que ya estaba desprestigiando todo lo que fuese de izquierdas. Lo libertario no viene de la nada, ni vive en la nada. Sólo puede desarrollarse en un amplio magma social donde las ideas "de izquierda" en general estén los suficientemente extendidas (como le pasó al movimiento libertario español, como muestran sus nunca reconocidas del todo relaciones iniciales con el republicanismo federal y transgresor).

Y eso nos lleva al enloquecido marco ideológico del mundo libertario actual, en el que todas las extravagancias intelectuales o fruto de la mas absoluta ignorancia son celebradas como enormes rupturas ideológicas con el Capital. La intención confesa de "epatar a los burgueses", no nos lleva a ninguna parte: ya no creo que se pueda impresionar a nadie por decir cosas absurdas y grandilocuentes, en el mundo de la telebasura y Gran Hermano (mucho más "rupturistas" que nosotros mismos con sus defensas claras de cosas como el incesto, la drogadicción , la delincuencia de toda laya, la ignorancia orgullosa, etc). Su nihilismo es totalmente disolvente y triunfante. Porque, pienso, ahora más que de disolver se trataría de reconstruir y rearticular lo social, desde abajo. Más que desestructurar el pensamiento académico con un montón de jerga elitista, y más que multiplicar las tribus anti-todo soltando soflamas que nadie cumple (como toda esa enorme cantidad de discurso primitivista en internet que ha necesitado de una gran cantidad de energía eléctrica y fósil y una enseñanza reglada universal para existir), deberíamos ¿acercarnos a las masas? (¿o queda demasiado pretencioso?), combatir el nihilismo (que sólo le conviene al sistema) recosntruyendo puentes con lo social y con la clase trabajadora (que sigue existiendo, tenga la fisonomía que tenga), practicando la pedagogía, pero además, una pedagogía reflexiva y cooperativa que parta de la base de que no sólo tenemos que llegar a la gente, sino también dejar que la gente llegue a nosotros con sus problemas reales que a lo mejor no consisten en si el veganismo o la música punk son lo más importante del mundo.
Bueno, son opiniones. A ver que os parecen.

 
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