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Friday August 20, 2010 08:53 by Abraham Guillén
ESPACIO, EJÉRCITO, GUERRILLA Y POBLACIÓN Segundo capítulo de Abraham Guillén "Desafío al Pentagono: guerrilla latinoamericana". La guerra revolucionaria es un acto de violencia política, cuando los fines políticos de las clases o de los pueblos no pueden ser conseguidos por la vía pacífica, ya sea ante un gobierno indígena opresor y represor, o frente a la presencia de un invasor, que hace la política exterior por medio de la guerra. Pudiera suceder, y es frecuente en nuestra época, que el gobierno indígena y el invasor imperialista guerrearan juntos contra el pueblo, como ocurre en la guerra de Viet-Nam. Tal conjución de las oligarquias nativas y de las plutocracias imperialistas, constituyendo un binomio reaccionario contra el pueblo, sería una de las características políticas de la guerra revolucionaria en América Latina. Las “guerras coloniales”, las “guerras nacionales”, las “guerras imperialistas clásicas”, han cambiado en el curso histórico del mundo capitalista. Las guerras de otro tiempo, eran conflictos armados menos cruentos que los de nuestro tiempo, ya que los contendientes se proponían la consecución de fines políticos limitados: el vencedor cambiaba el modo de producción, la religión imperante, la forma de Estado, la estructura de clases, las formas de la propiedad, etc. En Viet-Nam, por ejemplo, si la victoria es total, para uno de los bandos contendientes, cambiaría, tratándose de un triunfo popuñar, el orden de clases, la propiedad privada, las relaciones sociales, la política interna y externa, el régimen capitalista, por una sociedad socialista. Consecuentemente, la guerra revolucionaria es una guerra total: pueblo y ejército están juntos en todas partes contra la reacción interior y contra el invasor extranjero, en una lucha sin cuartel, que exige la más alta tensión política. Las guerras capitalistas se proponían como objetivo esencial la batalla decisiva, la conqista del territorio contrario, la derrota y el desarme del enemigo, para llevarlo a la mesa de negociaciones de paz, a fin de hacerle firmar un tratado, en virtud del cual el vencedor explotaría, financiera, comercial y económicamente, a la nación vencida; pero sin cambair el régimen tradicional de producción, las clases sociales y aun la forma del Estado. Tal ha sido la política colonial o neo-colonial de los paises imperialistas, desde los Faraones hasta Tio Sam, e incluso hasta Brejnev, luego de la invasión a Checoslovaquia por las tropas soviéticas y de sus “satélites” del Pacto de Varsovia. La guerra revolucionaria, por el contrario, no se propone ser decidida por las armas, ni mediante grandes batallas, ni entrando en territorio extranjero, sino atrayendo a territorio propio (donde haya población favorable) al invasor o al represor del pueblo, para ser ahi vencido, agotado y desmoralizado, en una guerra de usura prolongada, de muchas y pequeñas batallas, para que los factores políticos y los morales decidan más la victoria que las armas pesadas y las grandes unidades acorazadas. En la guerra revolucionaria el hombre es superior a la técnica. LATINOAMÉRICA: ANÁLISIS ESTRATÉGICOEn la filosofia de la guerra, hay leyes estratégicas generales permanentes y leyes específicas, que están en función del espacio, el tiempo, la distribución (rural o urbana) de la población, los armamentos en boga y la sociologúa de la guerra (lucha de clases, conflictos entre naciones, etc.). Si la guerra es entre países (o bloques de países) por la conquista de esferas de influencia, pero sin cambiar el modo de producción, la forma de propiedad y las clases por el bando vencedor, entonces ella será fácilmente negociada; pero si la guerra fuera entre clases rivales, bajo formas de guerra revolucionaria, es así una guerra a muerte, ya que el vencedor sería implacable contra el vencido, como Craso contra Espartaco o Franco contra los republicandos españoles, etc. En función de la política, la economía y la sociología, la guerra es total o limitada. Si los dos bandos contrarios de una guerra tienen casi la misma cantidad de fuerzas o de poderio económico, la campaña será hecha con formaciones regulares de fren contínuo, o sobre la base de grandes batallas, en que la finalidad estratégica consiste en ocupar el espacio del adversario. Pero si, en la guerra un bando tiene mucho poder económico, bélico y humano, y otro no tuviera casi nada, el ejército más débil tendrá que prácticar la estrategia de ceder espacio como Fabio el Temporizador contra Anibal, para ser así más fuerte en función del tiempo, lo que conducirá a la estrategia de duración, a la guerra de guerrillas, en el sector de menor poderío bélico. En la época contemporánea este tipo de guerra guerrillera ha sido practicada por Mao Tse Tung contra Chiang Kaj Chek (China), Giap contra Navarro (Viet-Nam del Norte), la guerrilla argelina contra el ejército francés, Fidel contra Batista, el Frente de Liberación Nacional contra el ejército norteamericano (Viet-Nam del Sur, etc.), etc. Dada la topografía, la economía, la sociología y la política, la estrategia de la guerra revolucioaria en Latinoamérica, tendría, entre otras, las siguientes características: I. - UN VASTO ESPACIO NEO-COLONIALHay, en latinoamérica, 22 millones de kilómetros cuadrados para una población de 260 millones de habitantes en 1968; pero de ella un 40% es analfabeta, lo cual evidencia su bajo nivel de desarrollo cultural. Frente a un poderoso enemigo externo e interno, como sucede en la guerra de Viet-Nam, las masas populares insurreccionadas latinoamericanas pueden vencer cediendo espacio y prolongando la guerra en el tiempo, con más posibilidades de éxito en Latinoamérica que en Indochina, para vencer a los generales del Pentágono. Por consiguiente, la primera característica de la guerra revolucionaria en América Latina reside en que cediendo espacio se puede prolongar la guerra revolucionaria, contra los ejércitos cipayos y las fuerzas imperialistas que los apoyen. Si una guerrilla cuenta con espacio grande para atacar por todas partes, sin estar con frente fijo en ninguna, vencerá a los más poderosos ejércitos, siempre que en función del tiempo ella vaya ganando población favorable, en razón de su política, de su frente de clases oprimidas contra la dictadura de las clases opresoras: apoyadas en el militarismo y el imperialismo, como sucede en América Latina. La noción de guerra en superficie es más científica que la guerra de guerrillas como forma estratégica insurreccional del pueblo en armas contra sus opresores de dentro y fuera de sus fronteras. Guerra en superficie significa estratégicamente, que es distinta de la guerra de línea contínua, o de formaciones regulares, propia de la lucha armada entre naciones o bloques de naciones. La guerra de línea tiene poca extensión: apenas unos kilómetros entre dos ejércitos combatientes, con sus respectivas líneas avanzadas, de sostenes y principal de resistencia. La guerra en superficie es en todas partes y en ninguna con frente fijo, lo cual permite al guerrillero aparecer y desaparecer, si bien al covnertirse la guerrilla popular en ejército de liberación, (sin por eso desaparecer, ella, en retaguardia enemiga), la guerra revolucionaria toma forma de “piel de leopardo”, en muchas zonas guerrilleras liberadas; de tal suerte que el enemigo no pueda, a la vez, aplastarlas a todas, o que si ocupara algunas estas reaparezcan en otras partes, como si fueran cabezas de la Hidra de Lerna. El vasto espacio latinoamericano tiene zonas geo-estratégicas formidables: una larga y alta cordillera andina, que pudiera ser la Sierra Mestra de liberación, como dijera Fidel Castro; unas cuencas hidrográficas enormes como el Orinoco, el Magdalena, el Cauca, el San Francisco y el Plata; unas extensas zonas de bosques que cubren el 44% de la superficie latinoamericana (donde guerrilleros rurales y de montaña pueden aniquilar, cediendo terreno y ganando población campesina, al más poderoso ejército regular contra-revolucionario); unas ciudades populosas de gran civilización industria, (donde las guerrillas urbanas pueden y deben toamr al enemigo por al espalda, cuando éste haya sido batido parcialmente en selvas, campos y montañas, por la guerrilla rural). Estratégicamente, la guerrilla, en función del terreno, debe cambiar sus tácticas; la lucha de campo (sin bosques ni montaña) es propia de guerrillas nocturnas, que combaten y trabajan; la guerrilla, en bosque y montaña, es permanente: puede prosperar y ampliarse en zonas liberadas, sobre todo de alta montaña, tupida de bosque; la guerrilla urbana agita, combate y da cobertura a las masas, pero no libera las ciudades hasta que no haya peligro de que el enemigo pueda cercarlas, bombardearlas y aniquilarlas; en todos estos casos, se trata de ser flexible con el terreno, sin aferrarse a su defensa; lo importante no es defender el espacio, sino destruir al enemigo para armarse a expensas de su intendencia. II. - EL EJÉRCITO ENEMIGOA lo largo de muchos años de guerrilla en Colombia, Guatemala, Venezuela y otros países, se evidencia que el ejército enemigo es poderoso y la guerrilla, muy débil. La correlación de fuerzas en presencia, cuanto más desproporcionada sea, tanto más larga hará la guerra revolucionaria, hasta que lo grande, por su dialéctica devenga chico y lo chico grande, transformándose así cada polo de la contradicción en su contrario, por su ley interna de desarrollo desigual; es decir, la guerrilla se convierte en ejército de liberación y el ejército reaccionario en fuerzas dispersas, desmoralizadas, abatidas, incapaces de asegurar el orden burgués. Como el imperialismo tiene fuertes inversiones de capitales en América Latina, monopoliza mercados, fuentes de amterias primas y energía, y su geografía estratégica, es evdente que en una guerra revolucionaria(en que el pueblo amenace cambair el orden de clases, la propiedad privada por la colectiva y el capitalismo por el socialismo), vendrá así la intervención imperialista, como en Santo Domingo, en 1965. Actualmente, hay “boinas verdes” norteamericanas en casi todos los ejércitos latinoamericanos, para prepararlos no en defensa de su soberanía nacional (ya liquidada por el imperialismo económico), sino como fuerzas de choque contra huelgas generales, manifestaciones estudiantiles y guerrillas rurales y urbanas. Este plan represivo lo cumplen lo “boians verdes”, según los modelos de guerra contra-revolucionaria estudida en la Escuela de Panamá, bajo la dirección del Pentágono, que defiende así, en Latinoamérica, las inversiones de Wall Street. Así, pues, la segunda característica general de la guerra revolucionaria latinoamericana es que los ejércitos nacionales son reaccioanrios y su plan operacional está dirigido por el Pentágono, para reprimir a sus propios países como policía cipaya. Tanto es así que los armamentos arrendados por el Epntágono (buques de guerra, etc.) no pueden ser empleados contra los yanquis ni contra cualquier país aliado de ellos (que son todos los países latinoamericanos). Consecuentemente, los ejércitos latinoamericanos se comportan como enemigos del pueblo trabajador; pero si la coalición popular insurreccional llegara hasta los católicos revolucionarios, entonces los cuadros medios y bajos de los ejércitos indígenas serían permeables ala deserción y desmoralización. Hay mucha debilidad política enlos ejércitos cipayos: algunos de sus cuadros superiores se han consitituido en despretigiados personajes de “relaciones públicas”, “influyentes” y “lata jerarquías”, al servicio de empresas extranjeras. La guerrilla debe denunciarlos, en su prensa clandestina, con sus nombres y apellidos, para separar asi políticamente a la cima del ejército reaccionario de su base popular (soldados, suboficiales y oficiales de extracción plebeya). Por la unidad en una patria grande latinoamericana, la abolición de los monopolios extranjeros, la creación de una gran industria continental y la supresión de los latifundios, muchos militares estarán al lado de la causa popular. Pues si el imperialismo sigue avanzando económicamente, tras de sus empresas monopolistas vendrán empleados y jerarquías hablando inglés, hasta que el castellano quede como idioma subdesarrollado y América Latina como un espacio colonial del dólar. Esta perspectica decadentese covnertiría en realdiad, antes del año 2000, si las provincias unidas latinoamericanas no echan antes, al imperialismo, al feudalismo y al cipayismo, responsable conjuntos de la neo-colonización latinoamericana, en la política, la economía, la diplomacia, la estrategia y las finanzas. Hay muchos militares honestos que como Caamaño, Ton Sosa y otros han abrazado la causa popular; hay que introducir una cuña política y psicológica entre las altas jerarquías militares y las bajas; es preciso que el cristianismo desaburguesado, el socialismo, el sindicalismo, la intelectualidad, los estudiantes, los campesinos y la clase media proletarizada, marchen en el mismo frente con el 80% del pueblo a favor de la guerrilla revolucionaria; dirigida contra el militarismo cipayo, el feudalismo residual y el imperialismo económico: Aislados del cristianismo, de las clases medias, de los campesinos, de los obreros, de los intelectuales y de los estudiantes. Con esa estrategia política, cristalizada en un frente unido de liberación, al guerrilla chica puede vencer asi al militarismo cipayo y al imperialismo del Pentágono, como David venció a Goliat. III. - LA GUERRILLA |
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Jump To Comment: 1Muchas gracias Leopoldo por subirlo, habrá manera de que subas el libro completo o piensas sólo subir ciertos capítulos? Es que te veo embalado con otras cosas igual interesantes, pero me está picando el bichito de terminar este libro primero, jajajajaja! No, en serio, muchas gracias, te las mandaste.