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Escuela de la anarquia: educación para la igualdad

category elsewhere | education | other libertarian press author Friday December 18, 2009 00:12author by Josefa Martín Luengo Report this post to the editors

* El texto que sigue, publicado en el # 57 de El Libertario, condensa la visión sobre el tema de su autora, fallecida a mediados de 2009, quien gracias a la labor desarrollada en su Escuela Libre Paideia, en Mérida, España, fuera exponente contemporánea reconocida de la práctica y la teoría educativa libertaria.
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[Después de más de 25 años de intenso trabajo pedagógico desde una visión libertaria, el pasado 1º de julio falleció Josefa Martín Luengo (1945-2009), animadora de la Escuela Libre Paideia www.paideiaescuelalibre.org, ubicada en Mérida – España, participante del colectivo Mujeres por la Anarquía y cercana a la Confederación Nacional del Trabajo. “Pepita”, como la llamábamos cariñosamente sus compañeros y compañeras, en diversas ocasiones había elogiado el trabajo de El Libertario, y para nuestra edición 40, un número especial aniversario, nos remitió dos artículos a ser publicados, del cual tuvimos que guardar uno en archivo debido a limitaciones de espacio. Como homenaje, publicamos de manera resumida aquel segundo texto, el cual se puede descargar íntegramente en www.nodo50.org/ellibertario.]

Educar para un mundo sin poderes ni jerarquías, para un mundo en donde cada persona pueda ser ella misma y construir su historia personal en busca de la mayor felicidad posible, para sí misma y para su mundo; requiere ayudar a generar mentes carentes de prejuicios, de estereotipos, de dependencias, libres del principio de autoridad, es decir, un nuevo tipo de persona, que siendo ella misma la protagonista de su vida contribuya junto con otras a generar un mundo de igualdad.

En la base de la desigualdad, la discriminación y la jerarquía, se encuentra el androcentrismo que supone la división del mundo en dos clases muy bien estructuradas: la masculina de dominio, la femenina de sumisión. Esta básica estructura mental genera sin brusquedades un mundo piramidal en donde autoridades y poderes ejercen sus acciones sobre la otra parte de las sociedades, que aceptan su sometimiento y muestran su admiración, por esas cúpulas dirigentes y superiores que imposibilitan un mundo de igualdad. Las luchas contra los poderes estatales o económicos, científicos, políticos o ideológicos, son confrontaciones superficiales que consisten en quitar un poder para imponer otro, pero en ningún caso destruirlos. Las revoluciones habidas en la historia, en su gran mayoría, no son más que confrontaciones que tratan de sustituir unos dominantes por otros, pero y la historia lo demuestra, nunca han conseguido eliminar la pirámide de poder, porque en sus intencionalidades no ha estado nunca este ambicioso proyecto.

El androcentrismo, como “punto de vista central” de lo humano centrado en los valores propios de la virilidad, presupone la base de la desigualdad reinante en el mundo.

El hombre, considerado como el protagonista de la historia, ha ido, a lo largo del tiempo, creando sin discusión la idea de que es él el “arquetipo” que sirve de referencia al mundo; y así, “su historia”, “su arte”, “su ciencia”,”su filosofía”, “su pensamiento” y “su poder”, se hacen incuestionables, generalizados y universales e inconscientemente se van introyectando en las cabezas de hombres y mujeres de diferentes épocas y lugares.

Generar un cambio sustancial de esta realidad hacia estructuras de igualdad, pasa inequívocamente por educar sin la referencia androcéntrica, poniendo en su lugar la igualdad en la diversidad y las diferencias, con lo que inmediatamente eliminaremos el principio de autoridad de base, que hoy se establece por medio de esta concepción universal.

En lugar de aprender a ser niñas y a ser niños, debemos aprender a ser personas con los mismos derechos naturales, las mismas posibilidades y las innumerables diferencias interpersonales; y para ello, las generaciones adultas debemos desconstruirnos al tiempo que facilitamos una estructura mental con base de igualdad en lugar de con base de autoridad.

Uno de los aspectos primarios que actúa sobre esta discriminación genérica, lo constituye el uso y dominio del espacio; desde sus inicios, a los chicos se les estimula para que se desenvuelvan en grandes espacios, que los dominen con amplitud y su constante actividad se les potencia desde su nacimiento; ello les va a estructurar y capacitar para el dominio, la acción, y el conocimiento de un entorno que deben tempranamente utilizar sin miedos ni limitaciones.

Mientras que a las chicas, desde el principio el espacio se les limita, la actividad se les inhibe y generalmente se las deja desenvolverse en un territorio estrecho, concreto y determinado. La actividad y el conocimiento del entorno se les coarta, a fin de que se vayan acostumbrando a sentirse bien en zonas pequeñas y sientan temor ante espacios desconocidos y nuevos.

De esta manera al chico se le prepara para dominar el mundo y el espacio exterior y a la chica para sentirse segura en el recinto doméstico; estableciendo de esta manera la base primigenia de la discriminación de género: los hombres hacia el mundo, las mujeres hacia la casa.

Educar para la igualdad, pasa por destruir este desenvolvimiento espacial, consiguiendo que ambos puedan usar de la misma manera TODO el espacio posible; pero para ello, es preciso inhibir el dominio indiscriminado que de él hacen los varones y estimular a las niñas a usarlo con éxito. Y ello, debe comenzar desde el mismo momento del nacimiento, y si en las familias no se hace, y ciertamente no se hace, porque se proyectan los roles parentales, sí debe hacerse en la escuela, que aunque no consiga una estructuración mental completa, al menos puede alcanzar actitudes intermedias de avance y progreso.

Otro aspecto importante a trabajar desde las primeras edades, es el trabajo doméstico, que invita con su práctica a asumirlo a ambos géneros en un clima de igualdad. Un aspecto de trascendental importancia es el uso del lenguaje no-sexista, ya que él configura un pensamiento y al reivindicar constantemente su uso, debilita la preponderancia masculina y evidencia la participación de las chicas en la vida diaria.

La educación en la igualdad y para la igualdad debe centrar su atención en eliminar al máximo los estereotipos de género transmitidos por la cultura patriarcal, y para ello, se debe enseñar a SER PERSONA, en lugar de enseñar a “ser niño” o a “ser niña”, ya que cualquier persona tiene el derecho de ser ella misma y no ser constreñida por corsés culturales que mutilan una parte importante de su esencia humana; haciendo de este mundo un caos de confrontación, discriminación, violencia, racismo y clasificación a todos los niveles.

Educar en y para la igualdad, supone el principio insustituible del uso y práctica de la libertad, ya que si aquella no existe, es imposible que se pueda evidenciar un mínimo de libre pensamiento, libre decisión, libre relación y libre agrupamiento.

Es por ello, que la educación no sexista es un objetivo primordial de la escuela de la anarquía, de la escuela de la libertad; ya que si no nos sentimos libres para ser como queremos ser, pensar como deseamos pensar, la posibilidad de vivir y actuar para un mundo más justo y menos violento; resultará imposible, y si no, ahí está la Historia de la humanidad para evidenciarlo.

Otra característica importante en la educación igualitaria es la sexualidad, ya que esta introyecta de una manera muy rígida los estereotipos sociales. Ya sabemos que la libertad sexual o su represión son un elemento clave a la hora de generar mentes libres, porque la energía que se precisa para reprimir un instinto natural es excesivamente fuerte como para determinar un desarrollo personal evolutivo y maduro. Hay que tener muy presente que el estereotipo masculino se fija y mantiene preferentemente por la respuesta positiva o negativa que se da al concepto de masculinidad; ya que se identifica masculinidad con machismo, y es en este aspecto en donde género y sexo se identifican, generando la idea de que si no se responde al rol de género esencialmente cultural, se pone en entredicho la identidad sexual, lo cual, sobre todo en la pubertad y adolescencia les proporciona una gran inseguridad y temor.

Análisis de la realidad, trabajo afectivo sexual y actuación sobre las actitudes cotidianas, son los elementos claves para disminuir las limitaciones que los estereotipos sexuales imponen a la igualdad.

Ello conlleva a criticar, analizar y reflexionar sobre el deporte en los chicos, y la limitación de los espacios en las chicas.

Deporte y violencia aceptada, son elementos primordiales para indicarle a los muchachos que deben manifestarse de forma competitiva, violenta e insolidaria; presupone los infravalores de la guerra y la competitividad económica; mientras que el rechazo que las chicas hacen de el, indica el tratamiento social que se hace de esta actividad, en donde sus protagonistas son casi siempre masculinos imitadores de lo que los mass media les proporcionan; las chicas, simplemente, no aparecen o si lo hacen, suelen ser en deportes menos reconocidos, y en una proporción mucho menor que la que se hace de los hombres.

En la vivencia diaria en la escuela las relaciones cambian, pero al tiempo, también se ponen de manifiesto el adiestramiento al cual se somete a ambos géneros, lo cual lleva a que en la relación escolar vivan y actúen de una manera y en el entorno familiar y social de otra, porque sus edades vulnerables se encuentran mediatizadas por las relaciones afectivas de aceptación – rechazo, y por ello, para evitar el rechazo en ocasiones actúan de una manera y en otras de forma diferente; pero nunca igual, por los datos, vivencias y experiencias que tienen, que el resto educado bajo los principios de la discriminación, la desigualdad y la limitación de la libertad.

Para realizar este tipo de trabajo, para establecer la escuela de la anarquía, es imprescindible tener e ir construyendo una mente educadora lo menos condicionada posible en este campo; es decir, poseer una estructura mental, que sin ninguna clase de dudas, siente, cree y actúa, bajo la concepción de que todas las personas somos iguales por derecho natural, con ricas diferencias personales que pueden contribuir a un mundo libertario, a un mundo sin fronteras, a un mundo libre y progresivo hacia la consecución de la mayor felicidad posible.

Josefa Martín Luengo

www.nodo50.org/ellibertario
www.paideiaescuelalibre.org

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