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Crisis del capitalismo, letargo electoral y mundo popular -Editorial revista Hombre y Sociedad No.24

category bolivia / peru / ecuador / chile | movimiento anarquista | opinión / análisis author Wednesday July 29, 2009 01:25author by Hombre y Sociedad - HyS Report this post to the editors

Editorial revista Hombre y Sociedad No.24

Editorial revista Hombre y Sociedad No.24

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Crisis del capitalismo: El letargo electoral y el mundo popular

Los primeros meses del año han estado marcados por el impacto de las consecuencias de la crisis económica global iniciada a finales de 2007. La recesión económica que hoy vive Chile, es la evidencia de un modelo de desarrollo que ha alcanzado altos niveles de cuestionamiento desde amplios sectores del espectro político mundial. Los llamados a reformar el capitalismo han aparecido como la medicina necesaria para ser aplicada a un modelo que se sustenta en la explotación, la codicia y la especulación. Sin embargo, y a pesar de esta crítica, gran parte de los actores políticos que han cuestionado con dureza el modelo de desarrollo económico, han impulsado el desarrollo de políticas públicas que privilegian sistemáticamente a los agentes económicos – los empresarios- que son la base social del modelo económico.

En este contexto, la situación chilena se levanta como una situación paradigmática. La respuesta oficialista a la crisis, que ha transitado bajo el eje de la protección social, ha tenido una fuerte repercusión mediática expresada en los altos nivel de aprobación que ha alcanzado la gestión Bachelet. Dentro de este contexto, el bloque en el poder en su totalidad no ha dudado en apoyar cada una de las alternativas económicas asumidas por el gobierno, entendiendo que éstas no buscan modificar los patrones de desarrollo económico nacional, sino que simplemente incentivar la promoción de la iniciativa privada, cuestionada en el discurso abstracto pero apoyada en la acción concreta.

Sin embargo, existen cifras determinantes en cuanto a cesantía que demuestran la actual situación que vive el país. Los datos son elocuentes y las cifras han aumentado progresivamente a medida que el año avanza. La evolución de la crisis es evidente, y la evidencia de sus repercusiones se han hecho sentir en este inicio de año, especialmente en el seno de la clase trabajadora. La crisis que vive hoy el capitalismo, deja en evidencia, una vez más, la necesidad de construir una propuesta político-económica sólida capaz de ser alternativa para su superación: socialismo. Es decir, la actual coyuntura nos pone el desafío como libertarios de asumir un rol protagónico tanto en la crítica como en la construcción de proyectos en el mediano y largo plazo.

En las últimas ediciones de Hombre y Sociedad, hemos destacado las condiciones favorables que se han presentado para el desarrollo de la articulación de los distintos sectores sociales en lucha. Hemos hecho hincapié en la necesidad de comprender que dicha rearticulación debe vivir un proceso en el que las demandas sociales escapen de su particularidad local y se transformen en demandas políticas que representen a amplios sectores la clase trabajadora y del mundo popular. En este sentido, creemos que si bien la crisis ha marcado el desarrollo de un nuevo panorama político, esta situación no ha repercutido aún, necesariamente, en una mayor movilización social que demuestre explícitamente el repudio popular.

Los niveles de movilización social, expresados en este primer semestre, han disminuido en comparación al ciclo iniciado por las movilizaciones secundarias de inicios del 2006. Este ciclo de movilización se caracterizó por la ofensiva subcontratista de los mineros de CODELCO, por las movilizaciones de los trabajadores forestales en el sur, por una incipiente organización en sectores de la construcción y los trabajadores de la educación, además la incesante lucha del pueblo mapuche por su autonomía y las constantes acciones de los deudores habitacionales de ANDHA. Sin embargo dicho ciclo debe entenderse como parte de un proceso, por lo que hoy debe platearse hacia una nueva etapa.

En efecto, tal decaimiento de las movilizaciones se ha manifestado en que las movilizaciones estudiantiles no han sido protagonistas (a pesar de la aprobación de la LGE) del debate nacional y en que los trabajadores sólo se han movilizado en función de las convocatorias de la CUT, como ocurrió en el mes de Abril. Por cierto, si bien los altos niveles de movilización demostrados por los trabajadores públicos a finales del año pasado son una muestra significativa de los mayores niveles de autonomía y organización que han alcanzado los trabajadores en el desarrollo de este nuevo ciclo de movilización social, es claro que el letargo se ha hecho presa del devenir político de los sectores populares en el presente año.

Uno de los elementos que puede explicar esta situación, más allá de la relativa y momentánea efectividad que pueden alcanzar las medidas económicas impulsadas por el gobierno, es el tibio inicio de las campañas electorales. El transito perpetuo del PC hacia la Concertación en busca de su inclusión parlamentaria, lo ha hecho desmarcarse incluso del PH. Esto a pesar de la “unidad” demostrada bajo el alero de la asamblea de izquierda que proclamó a Jorge Arrate. La tendencia se mantiene, la opción de los grupos de izquierda encabezados por el PC, es acercarse a la Concertación, buscando acuerdos políticos que permitan su ingreso al parlamento, y a su vez, acercar a los votantes de la Concertación a su propuesta. La opción electoral del PC y de otros sectores políticos de izquierda, ha traído y traerá una concentración mayor de las fuerzas sociales de estos partidos en el desarrollo de la campaña electoral, que se manifestarán en la generación de posturas hacia las políticas oficialistas que están muy lejos de ser críticas.

Junto con esto, existen algunos aspectos del mundo social que resultan interesantes analizar. Uno de ellos es la fundación, luego de varios meses de discusión entre diversos grupos, del Movimiento de los Pueblos y los trabajadores (MPT), que se realizó en la sede del sindicato Madeco durante los primeros días de abril.

Para partir, hay que reconocer que éste ha sido uno de los esfuerzos más serios que se han dado en años para enfrentar con unidad la excesiva dispersión de los sectores de intención revolucionaria. Si bien es posible valorar la iniciativa, o quizá también criticarla en cierta medida, creemos que lo más importantes de esto poder reflexionar sobre sus principales fortalezas y posibilidades, así como de los peligros y debilidades. Esto vale tanto para las fuerzas agrupadas bajo este referente como para los sectores que se mantienen afuera de él (pero observando el proceso con atención).

Un peligro que corre esta instancia es llegar a convertirse en un simple referente electoral, que intentara insertarse en estructuras institucionales (concejo municipal, parlamento u otras), a fin de “representar” las demandas del pueblo. Esto es lo que, en efecto, proponen algunas organizaciones que, como SOL-PP, participan ahí. Con ello se deja de lado la vocación que vemos –y valoramos positivamente- en ese referente, orientada a la construcción de poder popular y a la lucha reivindicativa directa.

Pero no nos engañemos. Actualmente es posible observar diversas perspectivas sobre este problema en el seno mismo del MPT, las cuales responden lógicamente a diversas estrategias y tácticas políticas que se encuentran en permanente discusión. Lo cierto es que si bien la mayoría de los grupos coinciden en la validez y necesidad de insertarse en las elecciones, lo que ocurre es que son los desencuentros acerca de cuando y cómo hacerlo –antes que una elección deliberada por prescindir en estos momentos de las instituciones políticas- lo que mantiene suspendido hasta ahora dicha alternativa.

Como Hombre y Sociedad pensamos en que si un referente de esa naturaleza quiere crecer y abarcar ampliamente a los sectores de intención revolucionaria, éste tiene que servir al crecimiento del movimiento popular desde la base, orientando las organizaciones y las luchas sociales, aportando en la solidaridad, antes que dedicarse a intentar “representar” los intereses de los trabajadores y el pueblo en el sistema político, ya sea en el régimen actual o en uno distinto.

En este sentido, también pensamos que otra debilidad muy importante del MPT es la relatividad con que hasta el momento se tratan ciertos aspectos de orden programático. Hay una variedad de interpretaciones de cómo los principios comunes (anti capitalismo, antiimperialismo, latinoamericanismo, independencia política de clase) se traducen en una estrategia de efectivo cambio social. Señalamos esto en el sentido de que hay quienes promueven como eje de acumulación fundamental ciertos procesos de reformas políticas, económicas y sociales que apuntan hacia un capitalismo reformado, tal como es el caso del MPMR y otras organizaciones inspiradas en el “socialismo del siglo XXI” y los procesos reformistas de América Latina.

Por cierto, también reconocemos dos grandes fortalezas que este referente posee, en relación a sus posibilidades de ampliarse políticamente y ser una expresión genuina y radical en la lucha popular. Una es su visión de la necesaria unidad: “La unidad política de cualquier empeño recién amanecido es un derrotero más que un punto de partida matemáticamente diseñado. Las luchas concretas, la comunidad paulatina y creciente de los intereses de los pueblos y los trabajadores, el mestizaje fraterno y limpio en el territorio social, el trabajo inagotable y compartido, son parte de la construcción de la unidad política”. La segunda fortaleza guarda relación con la visión de organización política, y del tipo de intervención y despliegue que proyecta: “Un instrumento político puede ser incluso la síntesis de los mejores hijos del pueblo; sin embargo su validación y posibilidades de triunfo como fuerza que orienta-participando tienen que ver con la alta sintonía política y de sentido que alcance con el movimiento real de los explotados”.

Sin duda, el tiempo será el encargado de medir los reales aportes de de esta iniciativa. Por ahora, sólo queda apoyar cualquier instancia que permita a los explotados y oprimidos levantarse contra los enemigos de clase, generando propuestas y desarrollando las críticas que nos parezcan necesarias, bajo el alero de un sentido constructivo que nos fortalecer las actuales instancias de organización revolucionaria.

Junto con esto, no podemos dejar de señalar que hace algunos meses (mayo de 2009) se cumplieron 2 años del asesinato de nuestro compañero Rodrigo Cisternas. En este sentido, nuestro deber como anarquistas no es otro que mantener viva el acto de aquel trabajador que perdió su vida defendiendo a la clase a la que pertenecía. Conmemorar es hacer memoria, -hacerla hoy a los cortos dos años transcurridos- y hacer memoria es construir presente y futuro. Y nosotros y nosotras somos parte del pueblo organizado; somos parte y compañeros de los trabajadores de Chile y somos de aquella franja social que pelea a diario por una vida más digna y un futuro radicalmente distinto al actual.

Por ello, a través de estas líneas queremos aportar algunas reflexiones. En primer lugar nos gustaría dar cuenta de los alcances profundos y las significaciones múltiples que la muerte de Rodrigo Cisternas tiene, que no es más que un punto de algidez en el conflicto social chileno, esto es, en la lucha de clases en Chile. El conflicto de los trabajadores forestales (y su trágico corolario) no es una situación nueva para nosotros. Ni siquiera la magnitud de la acción de masas y sus características específicas tales como la acción directa y la solidez de la organización se presentan como novedad. No, no es una situación nueva, sino más bien una extensión, intensificación y profundización, de las movilizaciones que se vienen produciendo desde el 2002 en adelante.

Tampoco debemos caer en una reducción economicista ni en la sectorialización vacía de las luchas sociales actuales, sino que debemos entender que estas expresiones de lucha y rechazo al modelo vigente se han ido desarrollando en distintos sectores, pero que en diferentes momentos ha tocado al conjunto de los explotados y los oprimidos. Ahora bien, lo nuevo de la movilización de los trabajadores subcontratados de las forestales tiene que ver con la composición y posición que ocupa aquel segmento en la economía chilena, a saber, la de ser pilar fundamental del modelo económico vigente.

Esto nos obliga a dar un giro en la manera de entender el proceso chileno actual, ya que vemos que se está pasando de un proceso de resistencia al modelo neoliberal (que en Chile llegó tarde, no así en otros países de Latinoamérica), a un periodo de reactivación de masas, en tanto debemos comprender que este movimiento no se da únicamente a nivel de la reivindicación económica, sino que también toca a la elite política del Bloque Dominante chileno, y también a las personas que se han articulado en el seno de la clase trabajadora.

Éste es un proceso de reactivación porque más allá del repliegue momentáneo que se pueda vivir en algunos sectores (como el estudiantil), vemos que la movilización social ha revivido en casi todos los puntos claves de la sociedad chilena, y porque a su vez ha implicado el movimiento y la crisis de sectores políticos tradicionales y ya anclados ranciamente en el sistema político chileno. Tanto de los neoliberales de izquierda como los de derecha. Porque de un lado existe una clara vocación de copamiento de espacios de poder a costa de lo que sea (inclusive de las demandas de algunos sectores de trabajadores), y por otra hay un cierre de filas tal que lleva a las medidas de fuerza que tomaron la vida de Rodrigo Cisternas por delante.

Entonces, nos enfrentamos hoy a un proceso que se fragua hace ya algunos años y que afecta tanto económica, como social y políticamente a toda la sociedad chilena. Tanto a los de arriba como a los de abajo. Ante esta situación, nuestra apuesta pretende ser clara, simple pero ambiciosa. Solidaridad, unidad y lucha son los 3 ejes sobre los que los explotados y los oprimidos deben guiar su acción.

Por una parte la solidaridad debe tener un horizonte defensivo, de resguardo y protección tanto a nuestros compañeros y compañeras como al estado actual de los avances orgánicos y reivindicativos. Debemos ser enfáticos que frente a sucesos como el asesinato de Rodrigo Cisternas el único resguardo somos nosotros mismos y nuestras frágiles organizaciones. Ahora bien, este resguardo, esta solidaridad a la defensa no es mero cuidado individual o sobrevivencia (que será necesaria), sino que es también un paso táctico que debemos asumir para reagrupar y preparar la ofensiva, en el momento y el lugar preciso que sólo la lucha de clases hará saber.

Por otra parte, la solidaridad debe darse en el plano ofensivo. Y ésta no puede ser otra en los actuales momentos de reactivación que la unidad real, social, de clase y en base a trabajos y luchas concretas de los diversos sectores explotados y oprimidos. Y debe ser concreta, por lo que hay que apuntar especialmente por la unificación de sectores productivos bajo distintos regímenes contractuales, tal como lo son los trabajadores en condiciones de subcontratación o aquellos trabajadores precarizados bajo distintas estrategias utilizadas por el empresariado para aumentar día a día sus ganancias.

En este contexto consideramos humildemente que la tarea y el desafío pasan por concretar los intentos orgánicos unitarios emprendidos por los sectores más combativos de la clase trabajadora. Hacerle frente al Bloque Dominante y a su pretendido pacto social con la unidad de los que luchan, trabajadores, pobladores y estudiantes. Y también hacerle frente con la claridad de una táctica sensata y con horizontes consistentes a la ambición que nos mueve a todos y todas los luchadores: el cambio social.

Nadie tiene una respuesta clara, y el Bloque Dominante bien sabe cómo avanzar, cómo golpear y como conciliar. El campo popular está disperso pero no menos vivo y conciente. Las cartas están echadas y sólo con la dignidad que nos mueve debemos ir aportando claridades en pos de la unidad y la cohesión revolucionara. Tarea monumental, pero justa, necesaria y no imposible.

Dos años después de la muerte de Rodrigo Cisternas, tenemos una pizca de experiencia más, un puñado de enseñanzas nuevas, pero sobre todo una infinita capacidad que aún nadie ha visto expresada en su totalidad. Expandir nuestros horizontes con los pies bien puestos sobre el terreno donde construimos, y los ojos firmes en el futuro que no depende de nadie, salvo de nosotros y nosotras.

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