El 1º de mayo es el día emblemático de la lucha de los trabajadores. Manipulado y tergiversado por muchos a lo largo de la historia y de los países, a los anarquistas nos toca muy de cerca. Porque hemos puesto los muertos, por tanta sangre y dolor que nos recuerdan el odio que el enemigo tiene al pueblo y a su camino de liberación.
123 años en los que nos mataron, persiguieron y encarcelaron, hasta casi hacernos desaparecer. A pesar del tiempo transcurrido, poco ha cambiado. Hoy, como ayer denunciara Schwabb frente al tribunal, los niños son sacrificados, los hombres y las mujeres mueren lentamente en sus trabajos, y no hay leyes que castiguen esos crímenes. Si las hay para encerrar al que protesta, a todo aquel que decide alzar su voz en un grito de justicia, al ver sufrir a sus hermanos, a quienes mueren de frío por dormir en las calles. Pero el anarquismo, además de construcción de una nueva sociedad libre, es un sentimiento ancestral, la rabia que explota en el corazón de los oprimidos y desposeídos que se rebelan contra el hambre y la autoridad. Y pese a que el movimiento no tiene la importancia de otros tiempos, su germen no ha muerto, y se esparce entre quienes luchan contra el capitalismo y la opresión. Cada fábrica recuperada, cada asamblea horizontal, cada acción directa, cada espacio libre de burocracias y jerarquías, es un grito de anarquía. Y así lo entendemos los libertarios hoy, que volvemos a reconocernos en el otro, a unirnos para ser más fuertes en esta lucha y juntos volver a tomar las calles, que nunca debieron dejar de ser nuestras. Porque somos el pueblo trabajador que no se calla, los Hijos del Pueblo que viven en la lucha contra el opresor y no retroceden un paso. Los que denunciamos y enfrentamos a la burocracia sindical, aliada de la patronal y el gobierno. Los que no creemos en las mentiras electorales ni nos dejamos engañar por falsos discursos. Los que vivimos, sufrimos y soñamos con un mañana mejor, al que le dedicamos nuestra vida. Acá estamos, firmes y organizados, construyendo el socialismo y la libertad.
¡Por Parsons, Fischer, Engel, Spies y Lingg! ¡Por Penina, Teodoro Suárez, el gallego Soto y tantos compañeros que frente en alto, levantaron la dignidad obrera!
¡Viva la Anarquía!