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Ayití, una cicatriz en el rostro de América

category américa central / caribe | miscellaneous | portada author Tuesday August 02, 2005 05:14author by José Antonio Gutiérrez D. Report this post to the editors

Retiro inmediato de las tropas de ocupación de la ONU

El siguiente artículo es un análisis de la situación de Haití tras la ocupación militar extranjera auspiciada por la ONU, la cual ha sido caracterizada por la violencia indiscriminada hacial el mundo popular, el desprecio por la iniciativa popular haitiana y crímenes en la más escandalosa impunidad. Esperamos establecer una posición libertaria sobre el tema, a la vez que hacer un llamado a solidarizar activamente en la lucha del pueblo haitiano contra la ocupación.

Amazingly this photo is based on one the UN has chosen for its own Haiti intervention page - the image of a gunman gazing out on the houses of the poor from his castle!



AYITÍ, UNA CICATRIZ EN EL ROSTRO DE AMÉRICA



Déyé món, gen món
(Después del monte, hay más montes. Proverbio Haitiano)


Ha pasado poco más de un año desde la odiosa y lamentable intervención chilena en un Golpe de Estado en Haití, que tuvo por objetivo derrocar al presidente Jean-Bertrand Aristide e implantar el régimen de terror de Gerard Latortue, de la mano de los oligárcas de siempre y de sus aliados internacionales, principalmente en Francia y EEUU; en el cual se ha masacrado al movimiento popular haitiano y se han impuesto condiciones de semi-esclavitud a los trabajadores en ese país[1]. La participación chilena no deja de ser preocupante, y es escandolosa la poca atención que ha recibido por parte de la izquierda y el público chileno en general (salvo por la mención que recibió en los diarios la patética visita de Marlen Olivarí a las tropas chilenas en Haití, en marzo del año pasado, convertida en una Marilyn Monroe al peo, de la mano del Joaco Lavín), tan trascendental movimiento de esta humilde república títere de los yanquis, que por primera vez, actúa de forma efectiva, como ejército mercenario en América Latina al servicio del Imperio. Este sólo hecho debiera bastar para que el movimiento popular repudie al unísono la intervención de nuestro gobierno en Ayití (Haití en Kréyole, la lengua hablada por el pueblo haitiano).

El pequeño país caribeño, ha transcurrido 201 años de tortuoso camino hacia la liberación. Por ser la primera república negra y sin esclavos en el mundo, fue castigada desmesuradamente por los poderes internacionales: quizás el hecho más determinante en la miseria de este país, ha sido la gigantesca indemnización que Francia exigió en 1825 al pequeño país, matonescamente, a cambio de aceptar su independencia: 150 millones de francos, más ventajas económicas, supuestamente, para compensar a Francia por las pérdidas de la guerra, por las pérdidas que dejaron de percibir con la independencia de la ex-colonia y por el "precio" de la liberación de los esclavos. Pese a que la deuda fue finalmente ajustada en 90 millones de francos, Ayití debió endeudarse con 24 millones de francos con la bancas francesa, la cual impuso tasas de interés extorsionadoras –como consecuencia, hacia fines del siglo XIX la deuda consumía el 80% del presupuesto nacional haitiano, y la última cuota fue recién terminada de pagar en 1947, más de un siglo después[2]. En el aislamiento, agobiada por la deuda, se generó un hábito clientelista en la oligarquía de ese país, que “comprendió”, tempranamente, que su bienestar como clase, a expensas del bienestar de la gran mayoría de la población, dependía de sus vínculos amistosos con los poderes imperiales, principalmente, con EEUU y Francia.

Desde luego, tal “conciencia” de la necesidad de mantener trato amistoso con los “grandes” para mantener su condición de clase y aumentar sus privilegios, hizo que la historia del siglo XX en Haití sea una vergonzosa sucesión de intervenciones militares, principalmente, norteamericanas (1915-1934, 1994, 2004) y dictadores (Duvalier, Namphy, Avril, Cédras y ahora, Latortue). Y al calor de esta relación de compadrazgo entre oligarquías internas y externas, deudas externas desorbitantes, presión económica incesante sobre el campesinado y el proletariado urbano, dictaduras e intervenciones, se ha generado una estructura social altamente polarizada, con uno de los índices de desigualdad más elevados del mundo: el 1% de la población se lleva la mitad de las riquezas, y el 4% posee el 65% de la tierra, dejando a un 80% de la población viviendo bajo la línea de pobreza[3].

Es dentro del marco de esta polarización de clase, de riquezas, y de sus múltiples conexiones, locales y foráneas, que debemos comprender los sucesos haitianos de los últimos años, las contradicciones del régimen vigente y las posibilidades de una salida a la crisis favorable al pueblo haitiano. Dada la magnitud de las cadenas que pesan sobre este pueblo castigado por el capitalismo más brutal, no nos hacemos ilusiones con soluciones mágicas o rápidas, y sabemos que es un largo camino el que queda al pueblo por caminar… y después de cruzar un monte, quedarán unos cuantos más por volver a cruzar.

“Opción Cero”: el viejo truco de la burguesía que nunca falla…


Lé yo vle touye yon chen, yo di’l fou
(Cuando quieren matar al perro, dicen que está loco. Proverbio Haitiano)


La actual crisis haitiana comienza a ser orquestada, prácticamente desde la caída de la dictadura duvalierista en 1986. Los Duvalier gobernaron ese país con puño de hierro, desde 1957, reprimiendo al movimiento popular, con el beneplácito de los EEUU, clamando la vida de 60.000 haitianos. La caída de Baby Doc (Jean Claude Duvalier), el segundo y último de los Duvalier, se produce por una amplia movilización nacional, que asumió distintas formas, desde la oposición democrática “respetable” de ciertos sectores de la burguesía, hasta las formas más radicalizadas de lucha que asumió el grueso de la masa popular. Desde entonces, la tensión entre los representantes de la oligarquía más rancia, los duvalieristas en el ejército y los adictos al macoutismo[4], por una parte, y por otra, de quienes asumieron la lucha de corte revolucionaria popular y quienes, asustados de la iniciativa del pueblo, se refugiaban tímidamente en reformas parciales para que todo siguiera igual, ha sido la tónica del proceso político haitiano hasta nuestros días.

La supervivencia del macoutismo en la forma de las dictaduras militares que procedieron a la caída de Baby Doc (Namphy, Avril), sólo fue roto con la elección de Jean Bertrand Aristide, en 1990, convirtiéndose en el primer presidente haitiano en ser elegido democráticamente en la historia de ese país –por una rotunda mayoría (67%). Hay que entender de esta manera la reacción completamente irracional que su elección provocó en la antigua burguesía haitiana y sus aliados foráneos, que, por primera vez, vieron su tradicional control férreo sobre los asuntos políticos del país, de una u otra manera, tocados. Aceptar el triunfo de Aristide sería aceptar una leve alteración del orden que podía agigantarse si el pueblo adquiría confianza para ir más lejos. La oligarquía afrancesada haitiana, no estaba dispuesta a ceder un ápice de sus privilegios, por temor al efecto dominó. Por eso se han mostrado completamente intolerantes a cualquier reivindicación, por mínima que esta fuera. En su oposición a Aristide hace 15 años ya encontramos el primer antecedente de lo que, posteriormente, llamarían la “Opción Cero”: no estaban dispuestos a aceptar nada menos que el control absoluto de la vida haitiana, dejando cero espacio a los movimientos populares.

Tras algunas tibias reformas de Aristide en el plano agrario, en la educación y en derechos humanos, en septiembre de 1991, un golpe militar liderado por Raoul Cedras depone a Titid, como el pueblo llamaba cariñosamente a Aristide, y deja un saldo de 5.000 muertos durante su reinado de terror. En ese punto, el gobierno de EEUU, la administración de Bush primero y de Clinton después, junto a la oligarquía haitiana y la ONU, comienzan una campaña de presión sobre Aristide para presionarlo a negociar con Cedras y aceptar condiciones absolutamente oprobiosas como condición a su retorno. Aristide y sus asesores, todos del campo burgués “progresista” de su movimiento (Lavalas), dan la espalda al movimiento popular y proceden a negociar a toda costa el retorno de Aristide, sin importar a qué precio. Y el precio fue alto: garantizar la amnistía a los golpistas y a los responsables de violaciones a derechos humanos bajo el régimen de Cedras; fijar el término del mandato de Aristide en 1995, como si hubiera servido todo su gobierno de forma efectiva; que compartieran el poder ejecutivo con la oposición, que había perdido en las urnas, pero que fue instalada de facto por su adicción a los EEUU; implementar programas de ajuste estructural acordes a las enseñanzas neoliberales del FMI[5]. Con este paso, los líderes de Lavalas mostraron que la movilización popular no era entendida por ellos como mucho más que un método de ejercer presión, no como el protagonista que crea en la lucha nuevas formas de organización y que impone en los hechos la voluntad del pueblo movilizado. Pero la burguesía aprendió de ello los límites de Aristide y de Lavalas: qué tan lejos eran capaces de llevar adelante la movilización del pueblo y la retórica revolucionaria, qué tan bajo podían llegar en sus genuflexiones ante el poder establecido localmente e internacionalmente, cuánto eran capaces de ceder, y ante todo, a cuánto eran capaces de renunciar.

De esta manera, Aristide vuelve al poder el 19 de Septiembre de 1994, acompañado de 21.000 US marines que ocupan el país y requisan 160.000 páginas en documentos oficiales de la dictadura de Cedras, con el fin de proteger ciudadanos yanquis involucrados en violaciones a DDHH[6] en ese país. Esta ocupación, no puede ser pasado por alto, sentó un pésimo precedente, sobre todo en el sentido en que es el mismo Aristide quien, de una u otra manera, valida el derecho de los yanquis a entrar y salir de Haití a fin de “ordenar la casa”. Como sea, Aristide vuelve debilitado y comprometido con los poderes fácticos trasnacionales que alguna vez había denunciado a los cuatro vientos y enmarañado en sus negociaciones con los duvalieristas, que de esta manera, aseguraron la perpetuación de su control sobre el pueblo haitiano, con el apoyo de la “comunidad internacional”. Como lo expuso claramente a su momento el enviado de la ONU en Haití, Lakhdar Brahmi: “Ni EEUU ni la ONU están dispuestos a tolerar el menor intento de que la elite pierda su monopolio del poder económico (…) los cambios políticos son inevitables, pero (la élite) tiene la simpatía de Big Brother, del capitalismo, en los frentes ideológico y económico”[7]. Es escandoloso que un enviado de la ONU se refiera en términos tan claros, pero así de claro ha sido el funesto rol de Naciones Unidas en las diferentes crisis haitianas.

En diciembre de 1995 René Preval, ex-primer ministro de Aristide gana las elecciones, y durante su gobierno, aumentan las tensiones entre el ala más derechista de Lavalas, liderada por Rosny Smarth y Gérard Pierre-Charles, y el sector más reformista, bajo la conducción de Aristide y Preval. De esta manera, en 1996 se produce el quiebre entre la OPL (Organisation du Peuple en Lutte) y Fanmi Lavalas. La OPL se pasará abiertamente a la colaboración con los duvalieristas, y Fanmi Lavalas con Aristide a la cabeza, combinarán la colaboración con las imposiciones de EEUU y la oligarquía con la retórica populista y con tibias reformas, ganándose así la desconfianza de la burguesía y de parte importante del movimiento popular más radicalizado. Como planteaba Clément Francois, del movimiento campesino Tét Kole Ti Peyizan: "(Aristide) debió haberse quedado afuera y habernos dejado continuar la lucha por la democracia; en cambio, prefirió entregar al país con tal de volver a su despacho”[8].

Durante el gobierno de Preval, comienzan a implementarse los programas de ajuste estructural diseñados por el FMI, los cuales incluyeron reducciones salariales, privatizaciones del sector público, se reorientó la producción doméstica hacia cultivos demandados por las cadenas de supermercados yanquis y se eliminaron, prácticamente, las tarifas de importación. El efecto desastroso de estos programas no tardó en hacerse sentir: el caso más extremo es el de la reducción a la tarifa de importación del arroz norteamericano de un 50% a un 3%. Esto significó que los EEUU inundó con arroz, subsidiado en su país de origen, el mercado haitiano, aumentando su tasa de exportación de 7.000 tons. en 1985, a 220.000 tons. para el año 2002. La producción doméstica desapareció, y después de barrida la competencia local, los precios del arroz se fueron a las nubes, y el país que otrora fuera auto-suficiente de granos, hoy recibe la totalidad del arroz de los EEUU y a precios inaccesibles para los hogares más pobres. A las Compañías privadas trasnacionales, principalmente la industria manufacturera que fue a usufructuar de los beneficios otrogados por las zonas francas industriales (tierra de nadie, en términos de legislación laboral), se les eximió del pago de impuestos hasta por 15 años y se les permitió repatriar el 100% de las ganancias. Aún así, casi todas las manufactureras se fueron, a fines de los 90 a Bangladesh o China, dejando una gran masa cesante y tan sólo 20.000 obreros empleados en la zona de Puerto Príncipe[9].

Pero Lavalas no se mostró como un sirviente muy eficiente para el gusto de los tecnócratas internacionales y no tocó los servicios públicos[10], llevando adelante importantes reformas educacionales que redujeron los niveles de analfabetismo de un 61% en 1990 a un 48% en el 2002. También realizaron importantes programas respecto al SIDA, congelando la expansión de la enfermedad, legado del turismo sexual de los años 70 y 80s[11]. Además, aumentaron ciertos impuestos a las élites, y el año 2003 hubo un cierto reajuste salarial, que fue suficiente para enfadar a la burguesía local, aunque, en estricto rigor, los salarios, en relación al costo de vida, seguían estando bajo los niveles de 1991[12]. También, el año 1994 disuelven las FFAA Haitianas, para evitar futuros golpes de Estado, entendiendo el rol reaccionario que éstas siempre han jugado, siendo una de las herencias que dejó la ocupación norteamericana entre 1915-1934 (fueron los yanquis los que formaron el moderno ejército haitiano).

Así, pese a todo, Fanmi Lavalas siguen siendo el partido mayoritario, y siguen teniendo su principal punto de sustento en las capas más empobrecidas de la sociedad haitiana, concentradas en los barrios de las principales ciudades del país y en los distritos campesinos. En estas circunstancias se llega a las elecciones legislativas de mayo del 2000, donde con un 60% de participación, FL obtiene una abrumadora mayoría. Es en estos momentos, cuando la oligarquía haitiana se da cuenta que no tiene ninguna posibilidad de ganar a FL por medios electorales, que se produce un viraje en su estrategia hacia retomar, nuevamente, el control absoluto de Haití[13].

Con este fin, forman el espacio de la Convergencia Democrática (CD), que reúne una amplia gama de personajes de derecha, incluyendo empresarios, ex-duvalieristas, la OPL, evangélicos y el MPP (Movement Peyizan Papayan), una organización campesina pasada a la derecha. Lo primero que hacen es denunciar las elecciones de mayo como fraudulentas: para este fin, se apoyan en las reservas que hizo la OEA sobre el método para calcular los porcentajes de 8 cargos a senadores (casos en que la comisión electoral –CEP- incluyó sólo a los 4 candidatos más populares, lo cual afectó sólo los porcentajes, pero no los resultados, según el mismo informe de la OEA)[14]. Piden la anulación de las elecciones, y Clinton se aferra al problema metodólogico del recuento de votos, para decretar embargo a la ayuda extranjera[15].

De la misma manera, afirman su plan de caricaturizar a FL como un engendro intrínsecamente anti-democrático en la formación de organizaciones de “la sociedad civil”, serviles al plan golpista que ya se delineaba como “Opción Cero”: buscar la salida de todos los elementos cercanos a Lavalas del poder, y no compartir el poder de ninguna manera. Así, la US Agency for International Development (Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional –USAID), junto a la National Endowment for Democracy (NED) y el International Republican Institute (Instituto Internacional Republicano –IRI), comeinzan a financiar una serie de proyectos con este fin. Se ampararon de la ayuda a ONGs y a programas de desarrollo y sanitación, para financiar, de pasadita, a los grupos golpistas que se iban fundando: la dependencia de ciertos segmentos de la población en esta clase de ayuda, jugó como un poderoso factor de chantaje político utilizado a favor de la oligarquía local y sus aliados republicanos en Washington. Así, formaron redes de magistrados (CHREDE), redes de periodistas para “sensibilizar” a la opinión pública sobre la corrupción del gobierno, la Federación de Estudiantes Universitarios de Haití, en Puerto Príncipe, (FEUH), redes de empresarios, etc… Pero la movida más importante dentro de esta estrategia de satanización de FL, fue la formación de CARLI (Comité de Abogados por el Respeto a las Libertades Individuales), que abrió un “fono-denuncia” para los excesos del régimen, sacando informes mensuales en los que nunca verificaron la autenticidad de la información entregada (esto acorde a miembros de CARLI, que hoy reconocen presión por parte de los organismos de ayuda humanitaria de EEUU, de los cuales han tomado una sana distancia, lo que les ha dado mayor “objetividad” desde la ocupación). De esta manera, generaron una nebulosa red de organizaciones de “la sociedad civil” todas muy preocupadas, en el papel, del totalitarismo, la corrupción y los excesos del régimen, pero que en realidad, sólo buscaban convertirse en un factor más de desestabilización[16]. Si bien es cierto que el régimen de Lavalas estaba bien lejos de lo que podría calificarse como un “régimen impecable” de un punto de vista de la transparencia de un sistema estrictamente democrático-burgués, estaba también muy lejos de la cleptocracia duvalierista y de los niveles de violencia de otros régimenes, ante los cuales estos campeones de la democracia se silenciaron. Con lo cual, legítimamente, podemos poner en duda la veracidad de las convicciones democráticas de esta red de organizaciones “civiles”.

En Noviembre del 2000, pese a que la CD se oponía a la presentación de Aristide como candidato presidencial, tachándolo de “anti-democrático”, Aristide gana las elecciones presidenciales con un 92% de los votos, en unas elecciones de disputada concurrencia (diversas fuentes sitúan la participación entre 10 y 62%) y boicoteadas por la oposición. Una encuesta en octubre del 2000 de CID-Gallup, de cualquier modo, entrega interesantes datos para poder estimar la verdadera representatividad de los resultados de la votación: ésta, daba a Aristide una popularidad de más de un 50%, muy lejos de la segunda preferencia de sólo un 3,8%[17].

En estos momentos, la campaña golpista se intensifica: la CD denuncia el aumento de la importancia de Haití como corredor de cocaína desde 1990 en adelante, tema sensible por la “guerra a las drogas” de EEUU, denuncian el clientelismo en el régimen (menor a todo lo conocido en épocas de duvalierismo, en todo caso) y denuncian la violencia política del régimen; vale la pena detenerse en este punto, porque este se convirtió en una de las mayores mistificaciones para justificar el derrocamiento de FL.

Según Amnistía Internacional, entre los años 2000 y 2003, hubo un saldo de 30 muertos por violencia política, muchos de ellos a manos de la Policía Nacional Haitiana (PNH) y entre los cuales se cuenta a las víctimas de FL[18]. Comparemos esta cifra, con los 5.000 del régimen de Cédras, los 60.000 de Duvalier, y la hipocresía de la denuncia queda al desnudo. Sin embargo, es cierto que grupos armados informales, que no respondían directamente al gobierno, pero que eran favorables a él y que incluían a militantes de FL se conformaron y han sido llamados genéricamente, chiméres –término que se ha convertido desde el golpe del año pasado en un término abusivo para describir a cualquier activista anti-Latortue. Hay que aclarar, eso si, el doble origen de estos grupos: por una parte, en la cultura de pandillas que traen los deportados haitianos desde EEUU, y por otra, en los grupos de autodefensa que ciertos militantes de FL se ven forzados a conformar para enfrentar los ataques de los macoutes y de los paramilitares[19] entrenados por los EEUU, quienes comenzarán sus incursiones de violencia hacia mediados del 2001. Estos grupos tienen su antecedente lejano en las brigades de vigilance, formadas en 1987 en los barrios populares para defenderse de la acción de los macoutes. Por tanto, la mayor parte de esta violencia puede ser atribuíble a violencia de pandillas, más que a una represión sistemática aplicada desde el Estado, como ha ocurrido durante los gobiernos duvalieristas, sumada la “militarización” de ciertas bases militantes por el hostigamiento del macoutismo.

En abril del 2001, los EEUU cortan toda ayuda y bloquean préstamos a Haití del Banco Interamericano del Desarrollo (BID), por U$ 145.000.000 para ese año, y U$ 470.000.000 en préstamos para los años venideros[20]. Haití está, para ese entonces estrangulado con una deuda externa que le arrebata U$ 60.000.000 al año, de la que el 45% fue contraida fraudulentamente por los Duvalier[21].

En esos momentos, la oposición aumenta la intensidad de su “embestida cívica” en contra del gobierno. Al mismo tiempo que inicia negociaciones, para mostrarse “democrática”, sus sectores más radicalizados ya comienzan a preparar la ofensiva paramilitar, no oficialmente reconocida, pero funcional a su estrategia. Es así como en julio del 2001 la OPL entra en conversaciones con FL, las cuales se rompen el 28 de julio, cuando ex-militares atacan retenes fronterizos matando 5 oficiales. El gobierno, entonces, procede a arrestar a 35 sospechosos, entre los cuales se encontraban militantes de CD; la oposición quiebra el diálogo diciendo que el ataque fue un montaje de Aristide para reprimir a CD. El paralelo con las conversaciones de la UP en Chile, con Aylwin y la DC, el año 73, no deja de ser asombroso[22]. Más adelante, el 17 de diciembre del 2001, se llega a producir hasta un ataque con armas de fuego al Palacio de gobierno.

Desde entonces, la insurgencia externa, entrenada por la CIA en República Dominicana, dirigida por los matones de las ex-FAdH (FFAA de Haití) Louis Jodel Chamblain y Guy Philippe, y la interna, dirigida por Jean Tatoune, que logra canalizar el apoyo de ciertas pandillas[23], se suman a la oposición orquestada por el burgués norteamericano radicado en Haití, André Apaid, mediante el espacio G-184, que viene de una u otra manera a remozar la desacreditada CD.

Es en abril del 2003, cuando Aristide hace pública una demanda popular, muy sentida en el pueblo haitiano, que en el bicentenario de la independencia haitiana, Francia devuelva la indemnización que Haití debió pagarle entre los años 1825-1947 como el precio de su liberación. Calculada con un interés bajo de 5% annual, la suma sería equivalente a U$21.000.000.000[24]. Esto logró enfurecer a Chirac, los medios “informativos” masivos franceses, de “izquierda” a derecha, comenzaron una campaña, por decir lo menos, abusiva en contra de Aristide y el Ministerio de Asuntos Exteriores formó una comisión que estableció que el reclamo haitiano no era más que “propaganda agresiva basada en cálculos alucinatorios”[25]. Con este paso, Aristide terminó de echarse encima a la “comunidad internacional”, por su insolencia en desafiar el orden correcto del mundo: sólo los grandes se sientan sobre los chicos. Y por supuesto, la oposición al no hacerse parte de la demanda, se lograron ganar los favores del antiguo amo colonial, que ampara al criminal Duvalier.

En este punto, la oposición ya se siente completamente segura de dar la estocada final al régimen de Lavalas: entonces, desde Gonaives en el norte, el 5 de Febrero del 2004, se lanza la ofensiva final a cargo de los matones duvalieristas Chamblain y Philippe, que han rebautizado a su grupo paramilitar de macoutes y ex-militares como Frente de Resistencia Nacional para la Liberación de Haití (FRNLH). La “oposición democrática”, el G-184, niega toda posibilidad de diálogo con Aristide, exige su renuncia y no toma en consideración las propuestas humillantes del propio Aristide para solucionar la crisis –incluídas la nominación de alguien de oposición para el cargo de primer ministro, llamado a nuevas elecciones y la limitación de los poderes del ejecutivo. Así, las tropas hacen suyas, una tras otra, cada ciudad del país caribeño, pero no se atreven a entrar a Puerto Príncipe mientras Aristide está aún en el poder. En ese contexto, el 29 de Febrero, Aristide es secuestrado por militares norteamericanos y enviado a la República Centroafricana: luego de ello, los macoutes del FRNLH hacen su ingreso a Puerto Príncipe, tropas chilenas, canadiensas, francesas y yanquis invaden Haití y comienza una humillante ocupación que ha dejado un saldo de alrededor de 10.000 haitianos muertos[26].

La ONU sanciona el golpe y el gobierno de facto de Latortue

Ou pa rele ”Fémen Baryé” lé chwal finn pase
(No grites “cierren la puerta” cuando el caballo ya escapó. Proverbio Haitiano)


La ONU acepta la intervención en Haití, sin denunciar los obscuros intereses tras el Golpe y los siniestros personajes vinculados a régimenes terroristas como el de Cédras o Duvalier que saltaron a la palestra, trocados en “desinteresados” campeones de la democracia. No sólo eso, sino que el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, es capaz de reproducir el lenguaje paternalista y racista de la “comunidad internacional” a fin de justificar el Golpe, cuando declara: “Es desafortunado que, en su bicentenario, Haití deba convocar una vez más a la Comunidad Internacional para que le ayude a resolver una crisis política y de seguridad grave”[27]. ¡Cómo si la mentada crisis no hubiera sido completamente orquestada por esa misma Comunidad Internacional que brindó su apoyo de clase a los oligárcas haitianos! Y el mismo Annan llega aún más lejos, al declarar, para bajar el tono del golpismo: “Haití es una situación peculiar, pero el cambio en su liderazgo no fue un golpe de Estado… sino una situación de deterioro”[28]

Así, disfrazado el Golpe como crisis institucional, y la ocupación militar como un esfuerzo desinteresado de la comunidad internacional para proteger las vidas de los ciudadanos haitianos, la solución a la crisis haitiana es desplazada de ser como una cuestión concerniente, ante todo, al mismo pueblo haitiano. La ONU acepta al gobierno golpista, de facto, de Gerard Latortue sin reservas, mostrando, una vez más, donde están colocadas las simpatías de Big Brother. Este gobierno es llamado de “unidad nacional” y su maqueta fue diseñada durante la dictadura de Cedras, en junio de 1992, bajo el nombre de “Gobierno de consenso”, como alternativa para la salida del dictador –extraño consenso y unidad nacional los cuales excluyen a la fuerza política mayoritaria y que no representa a los sectores más empobrecidos de la sociedad haitiana, sino sólo a sus élites[29]. El socialista Juan Gabriel Valdés es colocado como embajador del secretario general de la ONU en Haití; quizás, pesó a la hora de su elección su asociación, por tradición familiar, con el golpismo (su padre es el demócrata cristiano Gabriel Valdés) y su experiencia con “transiciones democráticas” a la chilena.

Las tropas invasoras, fueron catalogadas como una fuerza de avanzada de una misión de cascos azules para Haití. Su real misión no tardó en revelarse a los ojos de cualquiera que tuviera suficiente estómago para enterarse de la situación política en ese país: las bandas armadas de Philippe y Chamblain no fueron tocadas ni desmanteladas y se aplicó la política del laissez fairez, de dejarles hacer, en su misión de exterminio de la base popular de apoyo de FL. Los cadáveres comenzaban a apilarse frente a los ojos de las fuerzas de ocupación, sin que estas se inmutaran en proteger a los civiles que decían defender. Las fuerzas invasoras concentraron sus excursiones punitivas en los barrios populares pro-Aristide, sumándose objetivamente a la cruzada de los paramilitares. El 14 de marzo comienzan los arrestos masivos a militantes de FL, mientras los responsables de abusos y violaciones a DDHH no se les toca un pelo. El 22 de marzo, Herard Abram, ex-general duvalierista, reaparecido en ropajes de ministro del interior, anunció la reincorporación de paramilitares a la PNH, y manifestó su interés en reformar las FAdH, disueltas por Aristide[30]. Y EEUU, con su política de asilo, no se queda atrás en su papel de ayuda al exterminio del movimiento popular: de antemano, rechazan todas las peticiones de asilo pedidas por haitianos[31].

Pero ninguno de los países que conformaron las fuerzas de ocupación quiere hacerse cargo de la responsabilidad de mantenerla; en el caso de EEUU más aún considerando la complicada situación que enfrenta este país en sus aventuras bélicas en Medio Oriente. El Tío Sam no pretende embarcarse en una nueva intervención que pueda seguir complicando su imagen internacional. En este panorama, el Consejo de Seguridad de la ONU vota, el 29 de abril del 2004, la resolución 1542, que decide la forma que tendrá la nueva oleada de ocupación de “turistas con fusiles”, como se les ha, elocuentemente, llamado a los cascos azules: nace así la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH). Sus objetivos son: 1. Mantener la seguridad y estabilidad 2. Proteger el buen gobierno y velar por que los procesos constitucionales y políticos no se vean alterados 3. Monitorear, proteger y reportar la situación de DDHH. El objetivo global, es la protección de los ciudadanos y la democracia haitiana. (Notemos que, aparte de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -China, EEUU, Francia, Inglaterra, Rusia-, votaron por la formación de MINUSTAH los miembros temporales del Consejo, Alemania Angola, Argelia, Benin, Brasil, Chile, España, Filipinas, Pakistán y Rumania –casi todos ellos países con serios problemas en lo que respecta a derechos humanos y libertades democráticas, que andan haciendo la labor del cura Gatica en el extranjero)[32].

Pero en los hechos, lo que la MINUSTAH ha significado es la institucionalización del clásico respaldo que la ONU ha prestado a la burguesía más reaccionaria del hemisferio (la haitiana) y la profundización de esa “ilusión de multipolaridad en un mundo cada vez más unipolar” –la intervención “deja” de ser una aventura yanqui o dirigida por ellos, y la pelota se la tiran al conjunto de las Naciones Unidas. Igualito que Pilatos, los EEUU se lavan las manos de la nueva masacre que han auspiciado y de su nueva intervención imperialista en nuestro continente.

Los lideres latinoamericanos carroñean Ayití

Bel dan pa di zanmi
(Bellos dientes no lo hacen tu amigo. Proverbio Haitiano)


Pero, ¿quiénes componen la MINUSTAH? Actualmente, la misión está compuesta por 6700 cascos azules, comandados por el General brasileño Augusto Heleno Ribeiro Pereira, y 1622 policías internacionales (CIVPOL), a cuyo mando está el canadiense David Beer. Si vemos de cerca la composición de la MINUSTAH, notaremos que no es, sencillamente, la comunidad internacional así en abstracto la que está representada. La comandancia de MINUSTAH queda en manos de Brasil; otros países con importante participación son Chile y Argentina. Vemos que la dirección de la misión queda en manos de países latinoamericanos, cada cual tratando de sacar provecho de esta tragedia. Lo más patético de la crisis haitiana, es la responsabilidad que les cabe, a los Estados americanos y a sus elites que les dirigen, en la aguda crisis y en las horrendas brutalidades que a diario se reportan en los barrios marginales donde se alberga la mayor parte de los habitantes haitianos.

¿Por qué Brasil aceptaría hacerse cargo de la MINUSTAH y participar en una intervención a todas luces ilegítima, que hace la pega a los EEUU? Es sabido que Brasil, desde hace tres años, está pretendiendo convertirse en un nuevo miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CS-ONU), en un paso más en su carrera por trascender su estatus de potencia regional y converirse en una nueva potencia emergente a escala global. No nos engañemos con la retórica populista de Lula, de que es preferible la presencia latinoamericana en Haití a la presencia yanqui (cosa que, por lo demás es irrelevante; estén los yanquis presentes o no, todos saben que ellos son los arquitectos del “nuevo Haití”): lo que en verdad Brasil pretende, ahora que es miembro temporal del CS-ONU -membresía que expira a fin de año- es mostrarse como un socio fiable para las potencias militares que componen este Consejo de gángsters. Los cinco miembros permanentes han sido los mismos desde 1946 y la emergencia de ciertas “potencias regionales”, que ahora buscan realizar ambiciones largamente postergadas, ha abierto las puertas del CS-ONU para que se discuta la incorporación de algunos nuevos miembros permanentes, que le hagan más representativo: Sudáfrica, India, Brasil y Japón. Brasil quiere aprovechar esta oportunidad, para demostrar, no sólo su fiabilidad para el cargo, sino que también, dada la cantidad de tropas presentes de otros países latinoamericanos, mostrar al mundo su capacidad de liderazgo a nivel regional. Como reconociera Colin Powell cuando aún era Secretario de Estado del gobierno del yanqui Bush, “(Brasil) dieron un paso adelante y juegan un importante rol de liderazgo en el hemisferio y creo que lo que han hecho en Haití lo demuestra”[33]. Esta movida de Lula, lo retrata no como un líder regional anti-imperialista, sino como un líder latinoamericano deseoso de instalar a toda costa a Brasil como una potencia en la orquesta global del capitalismo, sin dudar, en este proceso, en sacrificar a la pequeña nación haitiana y en seguir ciegamente los dictados de Washington, a fin de lograr el ansiado puesto en el CS-ONU.

Las motivaciones de Chile, por su parte, no son más nobles que las brasileñas: Chile se está convirtiendo en el aliado preferido de los EEUU en América Latina, y pretende demostrar su capacidad para servir de ejército mercenario en la región cuando quiera que el Tío Sam así lo requiera. De esta manera, las oligarquías de nuestro país muestran su voluntad de postrarse completamente al servicio del imperialismo norteamericano, con tal que éste les permita engordar de las migajas que les pagan por su presto servicio[34]. En Argentina, Kirchner, trata de mostar su rostro más amable a los EEUU, quienes hasta hace poco, veían con cierta desconfianza su discurso un tanto populista.

Pero los países latinoamericanos que dirigen la misión, con sus intereses personales pesando mucho más que su “interés” por la seguridad de la población local, sumado a su propia carga doméstica de violaciones, torturas y muerte, no están solos en su “sagrada” misión: les secundan una serie de países, los cuales, con tan sólo un sencillo análisis de su composición, entregan interesante información sobre los resultados y el “éxito” que se pueden esperar de esta MINUSTAH. Echémosle un vistazo:

· Fuerzas de Paz (cascos azules): Argentina, Benin, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Croacia, Ecuador, España, EEUU, Filipinas, Francia, Guatemala, Jordania, Marruecos, Nepal, Paraguay, Perú, Sri Lanka, Uruguay.

· CIVPOL: Argentina, Benin, Bosnia-Herzegovina, Brasil, Burkina Faso, Camerún, Canadá, Chad, Chile, China, Egipto, El Salvador, España, EEUU, Filipinas, Francia, Ghana, Guinea, Islas Mauricio, Jordania, Mali, Nepal, Níger, Nigeria, Pakistán, Portugal, Rumania, Senegal, Sierra Leona, Sri Lanka, Togo, Turquía, Uruguay, Zambia.

Lo primero que llama la atención de semejantes “protectores de los DDHH y la democracia” es el carácter autocrático de muchos de los régimenes que estos cuerpos armados defienden –Nepal, Marruecos, Pakistán, como ejemplos de oro- y el serio historial de violaciones a DDHH que casi el 100% de ellos posee –brutalidad, torturas, desaparecidos, ejecuciones arbitrarias cuando no masacres. ¿Es posible ser tan ingenuo como para pensar que ellos pueden cumplir algún rol de defensa de ciudadanos en un país extranjero cuando en sus propios países no les ha temblado la mano para aplicar métodos dictatoriales en contra de los movimientos populares? La sola elección de estas tropas de paz, deja al desnudo la verdadera naturaleza de la intervención de la ONU en la crisis haitiana. Y lo segundo, es que entre esos miles de cascos azules presentes en Haití, sólo uno (¡si, sólo 1!), es encargado de derechos humanos[35]. Las conclusiones las puede sacar cualquiera…

Recientemente, el 22 de Junio, el CS-ONU resolvió extender el mandato de la MINUSTAH hasta el 15 de Febrero del 2006, y aumentar el número de soldados y efectivos policiales en 1.000[36], así que habrán próximamente 7500 cascos azules y 1900 policías, lo que no significa, en absoluto, mayor protección para la población haitiana[37]. Además, acordó que CIVPOL tomará el control efectivo sobre la PNH. Esto, en medio de escándalos sobre abusos de DDHH y la complicidad de MINUSTAH, acompañados de una creciente ola de secuestros y en medio de un incremento en los ataques armados a las fuerzas de ocupación.

author by José Antonio Gutiérrez - OCL-Chilepublication date Tue Aug 02, 2005 04:54author address author phone Report this post to the editors

Ayití bajo la MINUSTAH

Wé jodi, men sonje demen
(Mira el presente, pero el mañana se viene. Proverbio haitiano)


La situación actual en Ayití no puede ser más crítica: el balance tras un año de ocupación militar de la ONU, que ha sido complaciente con la tiranía de las oligarquías locales, no puede ser más negativo, y en los hechos, es un poderoso contra-argumento a quienes proponen un rol más activo de la ONU en oposición al unipolarismo de EEUU. Las resistencias y opresiones se tejen en un complejo entramado en los bidonville (barriadas populares), donde hacen su aparición antiguos y nuevos actores, pero donde la miseria tradicional del pueblo haitiano sigue siendo, como siempre, el telón de fondo de este drama. Los barrios que han sido principalmente afectados por la represión son aquellos en donde se concentra la mayor parte de la actividad anti-dictatorial y donde se presentan la mayor parte de grupos de base de FL.

El caso más grave es el de Cité Soleil (Sité Soley, en Kréyole), un barrio que alberga a unos 250.000 haitianos en condiciones infrahumanas de hacinamiento y sin las condiciones básicas de servicios de sanidad. Desde el 30 de Septiembre del 2004 se encunetra bloqueada, cuando una marcha pro-democracia fue violentamente reprimida por matones pro-gobierno, con un saldo de 80 muertos. Desde entonces, las escuelas y su único hospital han sido clausurados, y el único contacto que tienen con el mundo exterior es mediante los APC (Vehículos blindados de Transporte Personal Armado de la MINUSTAH) que periódicamente realizan actividades punitivas en contra de la población, y mediante frágiles embarcaciones que salen de la costa para llegar a otros puntos de Puerto Príncipe[38]. Desde el 14 de diciembre del año pasado MINUSTAH comenzó un plan de progresiva ocupación del barrio, que se ha traducido en más violencia indiscriminada. Otros barrios que albergan grandes números de personas en condiciones semejantes son Bel Air (Belé), donde sólo entre septiembre y noviembre del año pasado, se registraron 100 muertos y desaparecidos[39], La Saline (La Salin), Lower Delmas, Carrefour (Kafou), Martissant, Solino, Cite de Dieu y Fort National. Todos ellos han sido brutalmente reprimidos y sometidos a un régimen de allanamientos y detenciones arbitrarias, las muchachas son víctimas constante de violación a manos de los actores represivos[40] y sus jóvenes prácticamente no pueden salir, por miedo a ser catalogados de chiméres y detenidos por sospecha o acosados por la policía.

· Las múltiples caras de la represión: La represión en Haití presenta múltiples rostros: por una parte, los rostros visibles de las instituciones (PNH y fuerzas de ocupación), por otra la mano (in)visible de las ex-FAdH y por último, el rol del pandillismo como una mano represora utilizada por la clase patronal haitiana para ser usada en contra de los sectores populares que osen movilizarse.

Primeramente, la PNH tiene un registro espantoso en cuanto a sus violaciones a los DDHH más elementales: se caracterizan por los arrestos ilegales, los castigos sumarios, el asesinato –deshaciéndose muchas veces de los testigos de pasadita-, todo lo cual forma parte de su rutina en un día perfectamente normal. Jamás usan placa y muchos actúan a rostro cubierto. Por brutal que sea su accionar, gozan de la complicidad de los medios comunicativos y de la impunidad de las autoridades. Se encuentran adoctrinados en una mentalidad de guerra en la cual los barrios son considerados “territorio enemigo” y en donde deben satisfacer a toda costa a los poderosos –90% de los arrestos ilegales, ocurren en las barriadas populares. Algunos de sus actos más violentos y descarados, como la matanza de Carrefour Péan, en Delmas distrito 2, han sido ampliamente reportados, pero tal clase de cosas son el pan de cada día[41]. Hoy, sin embargo, reina un poco de insatisfacción porque los altos mandos han sido ocupados por los paramilitares de la ex-FAdH, incluido el cargo de jefe de policía, ocupado por Leon Charles. Uno de estos casos escandalosos es, ni más ni menos, que el sobrino del primer ministro Gerard Latortue: Youri Latortue. Su historial se remonta al período negro de Cedras, donde trabajó en la unidad anti-pandillas de las FAdH (1991-1993). En 1993 participó en el asesinato del colaborador de Aristide, Antoine Izméry[42], y tiene un largo perfil de violador de DDHH. Sin embargo, se ha hecho de una carrera en los altos mandos de la PNH tras el golpe, desde donde dirige el tráfico de drogas y armas, como ha sido bien documentado[43]. No es de extrañar que con semejantes cabezas en la institución, su accionar sea brutal para cualquier estándar: El 8 de julio en Belair, 10 personas fueron asesinadas en un operativo de la PNH. Anteriormente, el 17 de junio, en una razzia en Belair y Delmas 2, un policía murió y cuatro civiles fueron asesinados; esta razzia fue la continuación de una operación de la PNH en los mismos barrios, donde el 4 de junio asesinaron a 25 personas y quemaron una docena de hogares[44]. Estos son sólo algunos de los casos aislados que se cuelan diariamente al exterior.

Ya nos hemos referido a las fuerzas de ocupación de la MINUSTAH; ellas han sido uno de los soportes fundamentales del gobierno dictatorial de Latortue, y desde la llegada de la mentada misión, en junio del 2004, se ha registrado una mayor agresividad en los operativos de la PNH, pues las tropas de MINUSTAH les dan protección[45]. El pueblo haitiano les llama los “turistas con fusiles” o los “blan” (blancos), lo cual muestra el grado de “confianza” que el instinto popular deposita en ellos. Se han registrado múltiples casos de abusos y violaciones bajo su ocupación, por parte de tropas de todas las nacionalidades que las componen, incluyendo a las tropas chilenas que siempre están prestas, al igual que en épocas de Pinochet en Chile, a acompañar a la PNH en sus razzias en barrios como Belé[46]. En ellas, asisten en la represión, disparan a indiscreción y han participado activamente en el desarme de las pandillas de Lavalasiens, pero han dejado intocadas a las pandillas anti-Lavalas y escasamente han tomado medidas en contra de las ex-FAdH, y sólo cuando éstas han entrado en conflicto con ellas. Casos obscenos de abusos de esta naturaleza se vivieron en Cité Soleil y Bel Air, cuando tropas jordanas de MINUSTAH hicieron uso de bombas fragmentarias e incendiarias en contra de la población, el 25 de abril[47]. Pero cuando el 10 de febrero se les solicitó apresar a Ravix, el líder de las FAdH, en el barrio burgués de Pétionville, las tropas del general Heleno Ribeiro mostraron insospechados escrúpulos en negarse a actúar por proteger a la población civil. La brutalidad de la MINUSTAH en Ayití, tiene un marcado carácter de clase[48]. Hubiera sido bueno que esa “voluntad” para proteger a la población civil la hubieran demostrado para el paso del huracán Jeanne en septiembre del 2004, cuando, con su ineptitud, dejaron morir a 2.000 haitianos en el sector de Gonaives, por no ser capaces de ayudar con una simple evacuación de área. Esta clase de desprecio por la población pobre de Ayití hace hervir la sangre. Para agravar más la situación, nadie en la MINUSTAH habla Kréyole, lo que genera graves problemas en su capacidad de comunicarse con el pueblo haitiano.

Las últimas operaciones de MINUSTAH confirman esta visión de la violencia de clase en Haití: el 27 de mayo, el presidente de la Cámara Haitiana de Comercio e Industria, Reginald Boulos en un encuentro con el jefe de la PNH, el macoute Leon Charles, discutieron un plan para que el gobierno autorice a los privados formar sus propias milicias privadas, con guardias habilitados para transportar armas automáticas, a fin de combatir a los bandidos lavalassien. Así mismo, Boulos presentó una idea de que a los empresarios se les exima por un mes del pago de impuestos, y que ese dinero sea usado en la compra de nuevo armamento para la PNH y para los guardias privados, haciendo presión para que EEUU levante el embargo de venta de armas de 14 años que pesa sobre Haití. Luego de discutir estas ideas, ambos personajes llamaron a la ONU a tener la mano más dura en contra de los “bandidos” pro-Aristide y amenazaron tomaron ellos mismos la iniciativa[49]. Estos llamados tuvieron su respuesta por parte de las autoridades de la ONU, cuando el 31 de mayo, MINUSTAH y la PNH lanzaron una operación contra Cité Soleil en que, al menos, tres personas murieron[50]. Luego, el 2 de junio comenzó un sitio de cuatro días en contra de Belé, en el cual, en múltiples incursiones criminales, asesinaron a, por lo menos, 30 personas, y quemaron 15 casas[51]. El 17 de junio, nuevamente, atacan Belé, donde murieron al menos 10 personas[52]. MINUSTAH dirigió luego, el 29 de junio, una nueva operación en contra de Belé, donde 300 soldados brasileños allanaron el barrio matando en el proceso, al menos, a 9 personas. Los bidonville de Delmas 2, Saint-Martin y Rue Macajoux, también fueron allanados el mismo día[53]. Posteriormente, el 6 de julio, a las 3 de la madrugada, 350 cascos azules ocupan Cité Soleil, en una razzia en la que se apoyaron de helicópteros, artillería, APCs, granadas y lacrimógenas, asesinando a 50 vecinos de este popular bidonville. El objetivo de esta operación, en la que no estuvo presente la PNH, era atacar a una pandilla pro-Aristide (liderada por Dred Wilme), pero no sólo no se tomó ninguna medida para proteger a la población local, sino que se disparó indiscriminadamente[54]. Hay que aclarar que en todos estos casos, las víctimas han sido descritas como gángsters por las autoridades, y como simples pobladores, por parte de la población local. Sea como sea, lo que es evidente, según lo constata Médicos sin Fronteras, es que la mayoría de las víctimas de las fuerzas de ocupación y de la PNH son ancianos, mujeres y niños[55]. Las recientes acciones de MINUSTAH no hacen sino confirmar su apoyo a la mafia corrupta que gobierna Haití, su desprecio por las masas populares de ese país y su servidumbre a las oligarquías locales.

Respecto a las FAdH, si bien éstas han desaparecido en el papel, han vuelto con fuerzas tras el golpe, realizando acciones cotidianas de amedrentamiento en contra del pueblo, tanto autónomamente, como prestando apoyo a la PNH. Poseen bases en el barrio alto de Puerto Príncipe, Pétionville, así como en Ounaminthe, Cap Haitien, Fort Liberté, Jérémie, Petit Goave y Jacmel, entre otros lugares, sumando 5.700 operativos en total. En Pétionville, la burguesía local alimenta y les paga un sueldo a 300 operativos, a cambio de su labor de patrullaje y sus acciones matonescas en contra de los barrios populares, así como por su cacería humana de los “Rat Pa Kaka” –nombre derogatorio con el que llaman a los simpatizantes de Aristide, que significa las “ratas que no cagan”[56]. Esperan ser reconocidos por el Estado, pero desde que Latortue reconoció a comienzos de año que sería difícil rehacer la institución, las tensiones han subido, llegando a su punto culminante con la muerte de su ex-líder Remissainthe Ravix[57] a manos de efectivos de MINUSTAH. Las circunstancias de su muerte fueron complejas: desde el año pasado que Ravix venía entrando en conflicto con el gobierno por sus ánimos golpistas (siempre amenzaba que sus operativos estarían prestos a hacerse del poder si el gobierno “flaqueaba”) y su demanda de reconocimiento oficial de las FAdH, así como por algunos de sus excesos (como la decapitación de dos policías en un conflicto con las FAdH el 29 de octubre del año pasado), pero la gota que rebalsó el vaso sucedió en el centro de Ayití en Hinche, el 20 de marzo, cuando un APC fue atacado por las tropas de Ravix, con el fin de proveerse de nuevos armamentos y de un vehículo blindado. En este incidente, murió un soldado nepalés; el mismo día, en Petit Goave, tropas de MINUSTAH, desalojaron a ex-FAdH de una estación policial que mantenían ocupada desde agosto del año pasado. En el intercambio de fuego, murieron dos soldados y dos cascos azules de Sri Lanka[58]. Desde entonces, hubo choques entre las fuerzas de ocupación y las ex-FAdH, que llegaron a atacar a personajes vinculados al gobierno. Esto gatilló una persecusión sobre la figura de Ravix[59], quien fue muerto por efectivos de CIVPOL en Delmas, el 9 de abril[60]. Su segundo hombre, Jean-René Anthony, alias “Grenn Sonnen” (pelotas sonoras), fue muerto al día siguiente, también en Delmas[61]. Sin embargo, en enero, el gobierno dijo que les pagaría una indemnización de U$ 30 millones a unos 8.000 ex-efectivos, de la cual ya les dió una primera parte, pagando U$ 2.080.000 de dólares a 1.726 ex-soldados hasta el 14 de marzo[62]. Por su parte, sólo 325 ex-militares se han “desmovilizado”, entregando, simbólicamente, un puñado de roñosos fusiles como gesto[63]. Pese a las tensiones con el gobierno, e incluso, con la PNH, siguen utilizando los vehículos estatales en sus operativos, ocupando estaciones policiales y hasta marzo, 525 de ellos habían sido incorporados en los altos mandos de la PNH, sin ningún cuestionamiento sobre su historial de violaciones de DDHH, y se prevé que más sigan siendo incorporados en el futuro. El programa gubernamental llamado DDR (Desarme, Desmovilización, Reinserción), que apunta a reincorporar miembros de las ex-FAdH en la PNH, recibió, recientemente, un presupuesto de U$ 4.831.774 por parte del gobierno haitiano[64]. Pero pese a los planes del gobierno, la mayoría de los ex-militares no tienen la más mínima intención de desmovilizarse[65].

El último actor represivo al servicio de la burguesía, es la presencia de numerosas pandillas en las poblaciones haitianas, que proveen de un ejército de jóvenes organizados y disponibles a venderse al mejor postor. Así, desde el inicio, uno de los frentes armados internos de la burguesía haitiana, lo constituyó la pandilla de chiméres conocida como el “Ejército Caníbal” en Gonaives, luego, de que Jean Tatoune haya logrado persuadir a sus miembros y a su líder, André “Butteur” Métayer, de que la muerte de su líder Amiot “Cubain” Métayer, fue causada por sicarios de Aristide; cosa poco probable, pero la volatilidad política de los Métayer, ha hecho que disparen, literalmente, hacia cualquier bando, pese a provenir del lavalasienismo[66]. Hay numerosas evidencias que revelan el vínculo entre las pandillas del barrio Boston de Cité Soleil, lideradas por Thomas Robinson, más conocido como “Labanyé”, y el empresario haitiano líder del G-184, André Apaid[67]. Esta relación se habría iniciado en Julio del 2003 en una reunión en el consulado italiano, entre los dos mencionados, más el actual jefe de la PNH, Leon Charles. Tras el pago de U$30.000, Labanyé se volcó a la estrategia golpista. Ellos se han encargado de llevar adelante la pega sucia de “limpiar” los barrios hostiles al gobierno de facto de Latortue y de su pandilla de empresarios, y de atacar cualquier forma de expresión de descontento, siempre protegidos por la PNH; es así como numerosas marchas fueron atacadas por ellos (incluída la del 30 de septiembre del año pasado, que terminó con 80 muertos) y los vecinos que trataban de abandonar Cité Soleil, cuando estaba bloqueada, eran baleados y de morir, sus cuerpos dejados para servir de alimentos a perros y chanchos[68]. Labanyé, sin embargo, fue muerto en enfrentamientos con otra pandilla, liderada por Dred Wilme, el 30 de marzo. Su cuerpo fue arrastrado por los vecinos por las calles de Sité Soley y luego fue abandonado con la cabeza destrozada a pedradas, junto al cadáver de un perro[69]. En Petit Goave, a 70 kms. Al oeste de Puerto Príncipe, las pandillas de Ti Kenley (con conexiones con la CD) expulsaron a todos los miembros del movimiento pro-Lavalas Resistance Democratique Ti Goave, o sea, unas 1.000 personas, recurriendo al terror[70].

La situación de los presos políticos (PP) en Haití, no deja de ser preocupante: por lo general son mantenidos en la cárcel Omega, en la Penitenciaría Nacional o en las unidades anti-pandillas de la PNH, como la ubicada frente al Palacio Nacional –donde hay medio centenar de PP que no han podido ver médico o abogado, y cuya única comida proviene de sus visitas familiares. En Noviembre del año pasado, un informe de la Comisión de Justicia y Paz de la Iglesia Católica estimaba los PP, al menos, en 700[71]. Bill Quigley, un profesor de derecho de la universidad de New Orleans, visitó Ayití en octubre del año pasado y dijo haber reportado 850 PP sólo en la Penitenciaría Nacional –donde tan sólo el 2% de su población ha recibido condena[72]; declaró que estimaba los presos políticos nacionalmente en 1050, de los cuales sólo 28 habían sido visitados por un abogado[73]. Al menos 500 de estos presos pertenecen al Mouvman Rezistans Baz Popile (Mo.Re.Ba.P –Movimiento de Resistencia del Bajo Pueblo), una de las organizaciones más activas en los barrios populares, llamando al término de la ocupación y de la dictadura[74]. Una de las situaciones más alarmantes que se han vivido fue el 1 de diciembre del 2004, cuando los presos de la Penitenciaría Nacional fueron masacrados, quedando un número incierto de víctimas; el gobierno sólo admite 10[75]. Luego, el 9 de diciembre, 60 presos fueron masacrados en el mismo penal[76]. El cerco informativo que se vive en Ayití hace muy difícil conocer las dimensiones reales de toda esta tragedia. Algunos de estos PP incluyen personajes de alto perfil como el ex-primer ministro de Aristide Yvon Neptune -a quien le tocó presidir el juramente del presidente Boniface Alexandre, así como del primer ministro Latortue- y la cantante popular Anne “Só Ann” Auguste. Recientemente ha sido encarcelado también el padre Gerard Jean-Juste, quien ha sido visto como uno de los brazos derechos de Aristide.

Otra situación excepcionalmente grave, es la que se vive en las afueras de Puerto Príncipe, donde el sector de Titanyen, ha sido usado como fosa común. Trabajadores del Hospital General de Puerto Príncipe estiman que hasta abril del 2004, solamente, se habrían arrojado unos 1.000 cuerpos en este sector[77]. Las víctimas de la represión son abandonadas en calles, en Titanyen, desaparecidas, llevadas a la morgue[78] o botadas en la Piste D’Aviaton… ahí sirven para el alimento de perros y chanchos, como se registra en algunas de las fotografías del informe de Thomas Griffin. También se han registrado casos en que los heridos son llevados al hosptial y ahí, o bien se les niega tratamiento[79], dejándolos morir lentamente, o la PNH ha llegado a darles el tiro de gracia: uno de los muchos casos documentados, es el de Gorda Guérrier y Guy Wilson, que siendo heridos de bala en Bel Air tras un enfrentamiento el 24 de octubre del 2004, fueron llevados al Hospital General de Puerto Príncipe, el que fue allanado dos días más tarde por la PNH, y los dos pacientes fueron asesinados sin asco por ellos[80].

· Pandillismo y respuesta popular: La respuesta popular no se ha dejado de expresar en distintas formas y muchas veces, de manera contradictoria. Por una parte, han habido movilizaciones de masas reclamando la liberación de los PP, el retorno de Aristide, el término de la ocupación, el desarme de los macoutes, y por otra parte, las bandas pro-Aristide han empezado a ocupar un lugar fundamental en la resistencia popular contra Latortue –como el mismo Griffin reconoce en su informe, desde una posición liberal, la represión sistemática de toda forma de movilización no-violenta, ha hecho a la respuesta armada una de las pocas viables para la juventud marginal de los bidonville de Ayití.

Las numerosas marchas que se han sucedido contra el régimen han sido violentamente reprimidas, como lo demuestran los casos de las marchas del 30 de septiembre del 2004 en Cité Soleil; del 25 de octubre del 2004 en que 12 personas fueron asesinadas en manifestaciones en Fort National; del 10 de noviembre del 2004, donde se registraron 200 detenidos (de los cuales 12 aparecieron posteriormente sin vida) y 7 muertos en una manifestación en Bel Air, convocada por el Mo.Re.Ba.P y autorizada por la MINUSTAH; del 16 de diciembre, cuando 10.000 personas marcharon por el retorno de Aristide y la liberación de los PP en Cap Haitien; del 28 de Febrero del 2005, en que tras una marcha de 2.000 personas por las calles de Bel Air, 2 personas fueron asesinadas por la PNH; del 18 de marzo, en que 10.000 manifestantes marcharon en Delmas en un funeral de tres víctimas de la represión, muertas en otra manifestación, el 25 de febrero; el 15 de abril más de 700 campesinos de la zona de Limbé, marcharon; el 20 de abril, 10.000 marcharon desde Bel Air a la sitiada Cité Soleil; el 27 de abril en una marcha de miles de personas, 9 haitianos fueron asesinados; el 9 de mayo los vecinos de Sité Soley apedrearon y asaltaron una estación de policías, a lo cual MINUSTAH respondió llamando APCs que dispararon indiscriminadamente, matando a un vendedor ambulante; el 18 de mayo, 10.000 personas marcharon en Puerto Príncipe, y al menos un poblador fue acribillado por la PNH, otros miles marcharon en Cap Haitien, y dos días antes, miles hicieron igual en Limbé; el 14 de Junio, miles de personas marcharon contra la ocupación, por la liberación de los PP y por el retorno de Aristide; El 15 de Julio, 5000 personas marcharon en Belé, para desear feliz cumpleaños a Aristide (Bon Fet Titid!) y desafiar al gobierno de Latortue[81]. Marchas así se han venido sucediendo pese al represión de la PNH y a la complicidad de MINUSTAH, que escasamente ha hecho algo para proteger a los manifestantes. En este clima, estas expresiones de desafío, de miles de haitianos que arriesgan todo por expresar su rechazo a la actual dictadura y ocupación, adquieren un significado grandioso. MINUSTAH, solamente en una marcha, el 4 de marzo han hecho algo por proteger a la población civil de la PNH –en ella se congregaron unas 10.000 personas y no dejaron a la PNH acercarse a ellos[82]. Pero la mayor parte de las veces, ha permanecido ociosa frente a la represión o la ha apoyado activamente. La represión no detiene al pueblo haitiano, quien sigue manifestándose y tomándose las calles para expresar su repudio a un régimen criminal.

El movimiento popular acosado por la violencia de Estado en sus múltiples facetas, ha sido impulsado a la violencia como forma de contrarrestar la impunidad de la represión. Algunas de estas pandillas de modernos “Robin Hoods”, como ya hemos visto, tienen su origen en los movimientos de autodefensa de Lavalas de algunos años atrás, y otras, tienen su origen en los que se llamaban los chiméres,[83] bandas favorables a Aristide que le prestaban su lealtad y controlaban ciertos barrios, muy impregnadas en la cultura de las pandillas de EEUU; algunas de las más notables, son las lideradas por Amaral y Emmanuel “Dred Wilme”, que se trabaron en una guerra en contra de la pandilla del barrio Boston, que era liderada por Labanyé. Ellos acarrean el misticismo de los vengadores populares y las fuerzas de MINUSTAH están ocupadas día y noche en una cacería humana en contra de ellos; en la razzia del 6 de julio lograron asesinar a Dred Wilme[84]. Cientos de personas marcharon el 9 de julio en su funeral[85]. Pero la PNH sabe que cada vez que hacen una razzia, las balas de las pandillas les pueden alcanzar, y en efecto, se puede ver que les llegan de vuelta: para la matanza del 30 de septiembre, por ejemplo, 11 efectivos de la PNH también murieron en esa ocasión, y se han registrado dos ataques por parte de un Ejército Dessaliniano de Liberación Nacional[86] (Armé Dessalinien de Libération Nationale –ADLN) a estaciones policiales, el 3 de febrero en Plaisance, y el 2 de junio en Borgue[87]. Por todos estos hechos, hoy la embajada norteamericana se ha pronunciado a favor de levantar el embargo de armamentos a Haití y ella misma ha apoyado con U$2.600.000 en equipo policial a la PNH[88].

La respuesta popular ha incorporado en la realidad haitiana, intuitivamente, los elementos de movilización de masas y auto-defensa armada de forma muy incipiente, pero por el carácter de las pandillas, se corre el riesgo de los cambios de lealtades (como ha ocurrido con algunas pandillas en el pasado) y de que los fines se distorsionen a una lucha por el “control” de ciertos barrios, tal como ocurrió en el pasado con algunos de los llamados chiméres. Es de esperar que las organizaciones de resistencia de base, desarrollen autónomamente una línea propia de auto-defensa de masas.

· Elecciones: Como corolario del proceso brutal que se ha vivido en Haití desde el golpe hasta la fecha, la burguesía haitiana espera santificar su dominio mediante el llamamiento a elecciones para fin de año: se supone que las municipales serán el 9 de octubre y las presidenciales, el 13 de noviembre. Con ellas se pretende sacar de escena a Lavalas y volver a poner, ahora democráticamente, por las buenas, a los mismos que han dominado desde siempre al país por las malas. Los EEUU están gastando U$15.000.000 en estas elecciones, que se suman a los U$44.000.000 que aporta la OEA[89], lo que muestra la importancia que éstas tienen dentro de su estrategia de control sobre Haití. Hasta el 1 de julio, se habían inscrito unas 200.000 personas, o sea, menos del 5% de la población de posibles votantes[90]. La legitimidad de estas elecciones no puede ser más baja, y sin embargo, el chileno Juan Gabriel Valdés, representante especial del Secretario General de la ONU en Haití, tiene la desfachatez de decir que las elecciones no se pueden posponer, y que obviamente hay que esperar irregularidades “porque estas elecciones no son elecciones en Austria, sino en Haití”[91]. No vale la pena detenerse en los ribetes racistas de tal comentario; pero resulta curioso que, los mismos que criticaron las elecciones parlamentarias de mayo del 2000, y que gritaban a los cuatro vientos “transparencia” y denunciaban la corrupción electoral, hoy admitan que “ciertas irregularidades” deban constituir un mal necesario en un proceso electoral en Haití…curioso…

Las opciones de esta elección, de todas maneras, ya están barajadas desde Washington; Hérard Abraham (actual ministro del interior y de asuntos exteriores, y ex-general duvalierista, residente durante 15 años en Florida, EEUU) es, con toda seguridad, el presidente de transición que los EEUU y Francia van a proponer[92], y por tanto, en las condiciones de selectividad, exclusión y de excepción de estas elecciones, será quien más posibilidades tendrá de salir elegido. Pero sea cual sea el candidato que propongan, lo cierto es que el destino de Ayití seguirá en manos extrañas a los propios ayisien, o haitianos, aunque ahora se retoque con colores “democráticos” a este horrible cuadro.

Opción Cero como respuesta popular

Se le ou pase maladi, ou konn remed
(Cuando te terminas de enfermar, conoces el remedio. Proverbio Haitiano)


Ese es el cuadro que se ve venir a futuro, de seguir los eventos el curso que se ha planificado desde Washington: que el pueblo haitiano siga aguantando ese amargo gusto de 200 años de vida republicana. Pero hay otras posibilidades en el futuro de Ayití, posibilidades que son igualmente válidas para todos los pueblos, para todos los explotados, en cualquier rincón del planeta, que decidan alzarse en contra de la opresión; pero para ello, es necesario que el movimiento revolucionario aprenda, de una vez por todas, las lecciones que una y otra vez nos deja la burguesía cuando nos aplasta -el proceso de agrupamiento de fuerzas y desestabilización, con vistas a su golpe final es calcado al que han usado en otros momentos y experiencias históricas. El terror que ha continuado y la hipocresía de la comunidad internacional, tampoco son hechos nuevos. Si conocemos este modus operandi, y si conocemos el éxito con que ha sido aplicado en repetidas ocasiones; ¿por qué los sectores populares siguen conduciendo una política de diálogo y concesiones fracasada, que siempre se ha mostrado incapaz de evitar lo inevitable: el conflicto de clases en sus expresiones de fuerza? Lo único que históricamente tal ilusión reformista ha logrado, es que el pueblo sea entregado desarmado, desmovilizado y mansito a la represión y que los mejores luchadores sean presa de los perros al servicio de la burguesía y los poderosos.

Hoy las virtudes que debe desarrollar cualquier movimiento que se pretenda revolucionario, o siquiera, progresista, son la firmeza y la decisión. Es mejor pecar de intransigente que ceder en los aspectos irrenunciables de la lucha por la justicia social y la libertad, porque esto sólo significaría perder credibilidad ante el movimiento popular del que se es expresión, y mostrar los puntos de debilidad frente al enemigo de clase; así, en los procesos de negociación, la burguesía testea al movimiento popular al poner sobre el tapete los aspectos que sabe irrenunciables, y acorde a las concesiones que en este plano se hagan, mide cuanto está dispuesto a claudicar, y así ya tiene ganada la partida. De ahí en adelante se trata de llevar a los negociadores de una posición en que se ha “tranzado” a otra, hasta que las posturas políticas en discusión resultan indistinguibles en lo fundamental, momento en el cual ya no importa a la burguesía qué actor ejerce el poder, porque se han hecho todas las concesiones vitales para la supremacía de ésta, o bien el movimiento popular queda tan debilitado políticamente, que la burguesía, dueña ahora absoluta de la iniciativa, puede dar la estocada final y aniquilarle.

Por eso, cualquier movimiento de izquierda serio, debe considerar de antemano, que la burguesía sabe que su última carta, es la de la opción cero. Nosotros, por nuestra parte, también debemos manejar la opción cero como la única alternativa viable a largo plazo en lo que respecta al conflicto de clases en nuestra sociedad. No es posible, la subsistencia de la burguesía, sin la explotación. No es posible la existencia de la libertad en el capitalismo. No es por tanto posible, alguna solución intermedia que deje intocada la estructura de clases, y el carácter mercantilista y capitalista de la sociedad. Pero para nosotros esa solución, ese fin que perseguimos, se construye en la medida en que avanzamos; al llamarnos comunistas libertarios, o anarco-comunistas, no hacemos una simple mención de nuestros deseos para el porvenir. El comunismo libertario, es un movimiento histórico de los explotados, del proletariado de la ciudad o el campo, en contra de sus opresores de clase, del capitalismo como sistema económico y social, de la mercantilización de la vida, de la división del poder político entre mandones y súbditos llamada Estado; no es una dictadura de partido, como el gris travestismo “comunista” de los países del ex-bloque soviético, ni es la mera utopía de una sociedad perfecta, sino que es la demanda de colectivizar la propiedad y las riquezas que son frutos del trabajo social y de devolver el poder y el control social a las bases sociales, las cuales pueden adquirir distintas formas en distintos momentos históricos o en distintos lugares. Este movimiento, tiene su razón de ser en las injusticias, en los conflictos y en las divisiones estructurales de esta sociedad, colándose por las grietas de ella y fertilizando el terreno para la nueva sociedad, en la cual no haya espacio para tragedias como la haitiana. Nos señala que la vida es algo más que resignarse a la supervivencia o al mal menor. Como movimiento, en la medida en que niega al capitalismo, afirma los principios de la nueva sociedad. Por eso, para nosotros, el camino mediante el cual construímos esa sociedad revolucionaria, debe reafirmar los valores, los principios y las políticas de ese mundo nuevo que propugnamos. Cada lucha popular, debe ser vista en perspectiva, y no puede ser divisible de los fines que se persiguen. Consecuentemente, nuestra opción es la construcción de poder popular, desde la base, aplicando la democracia directa, y por la acción directa, en donde el pueblo aprenda a prescindir de sus pastores.

El pueblo haitiano tiene una rica tradición de acción directa y de movilización popular de base: desde la primavera del 85, cuando comienza la agitación popular que derrocó a la dinastía de los Duvalier del poder, el pueblo gritaba Dechoukaj, extirpar, y se movilizaba directamente en contra de las fuerzas opresivas, de los agentes del gobierno y de sus instituciones, a veces con ramas en las manos, simbolizando al duvalierismo como un árbol al que estaban podando, pero al que extirparían de raíz. Y aún cuando Duvalier finalmente cae, el 7 de febrero del 86, el pueblo sabe que el Dechoukaj no ha terminado, que es sólo el comienzo de un proceso con raíces mucho más hondas. Sin importar los métodos o las distintas interpretaciones que del Dechoukaj se hagan, resulta evidente que es sólo esta inmensa marea humana proveniente de los bidonville la cual tiene la habilidad y la capacidad de transformar la sociedad y desafiar las estructuras de dominación que mantienen a este país como uno de los que presenta la estructura de clases y de poder más polarizadas en el mundo. Esta estructura debe ser extirpada y reemplazada por estructuras surgidas desde el corazón mismo del pueblo en su proceso de movilización y confrontación directa. La aceptación de mediaciones, del legalismo a ultranza (que siempre es sólo aceptado por los pobres, ya que los ricos son legalistas fanáticos sólo cuando les conviene), de los mecanismos políticos de la burguesía, de la negociación como instancia opuesta a la lucha[93], del electoralismo, son distractores con los cuales se logra el nivel necesario de concesiones para que la oligarquía conserve su hegemonía.

Como muestra la propia experiencia haitiana, tras el derrocamiento de “Baby Doc” Duvalier, el sector burgués de oposición al duvalierismo, se dedicó a controlar a esa masa popular en ebullición mediante el reformismo. Así lo explica un militante popular de esa oleada revolucionaria, “(los reformistas) necesitan la movilización popular cuando son atacados, pero una vez que se han sacudido a los macoutes de sus espaldas, se alían con la burguesía para bloquear cualquier cambio más profundo. Siempre dirán que no es con tal de bloquearte. Te dicen que no eres realista, que eres extremista, que eres purista. Te tienen toda clase de nombres. Pero cuando los macoutes les vuelven a penar, rápidamente lloran por socorro”[94].Tras la fachada “pro-democrática” se metían de contrabando los conflictos de clases lógicos existentes entre los distintos sectores convocados por la lucha “anti-duvalieristas”. La ausencia de una linea clasista clara, por parte del pueblo, ha entregado la iniciativa a los sectores reformistas, los que, a su vez, la han entregado a la burguesía[95].

Según P. Hallward, hablando de las desigualdades persistentes en Haití, “que Lavalas poco haya podido hacer para reducirlas, dice menos de las debilidades del movimiento que de la extraordinaria fuerza de tales desigualdades”[96]. De esta manera, no sólo se refiere a la lucha en contra de las desigualdades, sino que a las políticas de Lavalas, excusándolas frente al golpismo. Y quizás tenga, en parte razón, en lo que respecta a la enorme fuerza y poder concentrado en manos de los pocos gwo manje (término con que se llama a los ricos y oligarcas en kréyole) que dominan Haití y en relación a las gigantescas desigualdades de ese país; unos cuantos años de gobierno lavalassien no podrían desenmarañar un entramado de relaciones de clase y poder centenario. No queremos desconocer la naturaleza titánica de la lucha emprendida, cayendo en simplismos o en apriorismos ideológicos; pero tampoco podemos dejar de ser críticos y no creemos saludable echar toda la culpa de la derrota sobre el enemigo. Ciertamente, es importante saber que se puede perder una batalla por errores propios, o por no saber capitalizar los errores o las debilidades de un enemigo más poderoso. Y ciertamente, jugando en el campo de la burguesía, ésta lleva la delantera; la única forma de oponer una fuerza superior, en condiciones de derrotarla, es mediante la construcción de poder popular, mediante la organización y lucha de aquel enorme gigante que puede ser un pueblo de millones de personas en movilización, construyendo su destino. No sólo utilizando esa movilización de base como medio de presión, sino como expresión central, creadora y guía del camino político a seguir. El reducir el campo central de la lucha al campo de las negociaciones con la burguesía, no sólo les entrega toda la iniciativa a ellos, sino que además, hace que se pierda la gran ventaja que tiene el proletariado sobre sus enemigos de clase: la superioridad numérica y su fuerza orgánica.

Desde la caída de Duvalier, en 1986, la burguesía haitiana se sabe debilitada, sabe que ha perdido batallas, que ha sido golpeada, que puede ser derrotada; y el pueblo haitiano, a su vez, sabe que puede dar la pelea y ganar. Sabe, porque ha expulsado a la tiranía de los Duvalier. Pero la táctica dialógica de Aristide ha abierto los flancos a la represión, entregando la iniciativa, y haciendo concesiones a quienes no están dispuestos a ceder un ápice.

Es la constatación de esta realidad histórica, la cual nos hace ser anarco-comunistas; sin importar las buenas intenciones del depositario del poder estatal, éste, presionado por las circunstancias, o termina traicionando su programa inicial, o termina enredado en la madeja estatalista con los oligarcas. Por eso optamos por la acción directa, y ésta, para tener consistencia a lo largo del proceso de lucha, debe concretizarse en organizaciones populares opuestas a las instituciones existentes y a la lógica estatal, embriones de la sociedad futura; esto es lo que llamamos poder popular. Así, táctica y estrategia se hermanan, y los medios se armonizan con los fines.

Esto se ve reflejado en la política de clase que los ayisien han llamado Rache Manyók. Literalmente, significa arrancar la mandioca, y es el mismo Dechoukaj en un plano más global: viene del proverbio popular Rache Manyók, bay te a blanche –arrancar la mandioca y despejar el terreno- lo que quiere decir que los problemas deben ser arrancados de raíz para poder dar paso a algo nuevo. La tarea de las organizaciones de izquierda se encuentra entonces, en hacer claridad respecto a la raíz del problema, que no es ni el duvalierismo, ni el macoutismo, siendo estos los frutos podridos de una raíz que se encuentra clavada en el vientre mismo del capitalismo. Rache Manyók y Dechoukaj, son las formas que ha encontrado el pueblo haitiano de decir la máxima legada por la Primera Internacional: “La emancipación de los Trabajadores, será obra de los trabajadores mismos”.

Quedan inmensas tareas por delante para el pueblo haitiano; hoy, aparte de sus tradicionales enemigos locales, debe hacer frente a las fuerzas de ocupación, luchando al mismo tiempo contra la burguesía local y contra sus aliados imperiales. Pero esta lucha popular ha de servir no sólo de partera de la nueva sociedad, sino que de su arquitecta, estableciendo en los hechos el poder popular, esa nueva sociedad que por tanto tiempo ha sido amasada en el alma ayisien. Esta nueva sociedad debe ser establecida en los hechos, de facto, ya que sabemos lo que las leyes y constituciones significan para la burguesía –como dice un popular dicho haitiano, Konstitisyon se papye, bayonet se fé; La constitución es de papel, la bayoneta es de fierro. No basta con los cambios y reformas constitucionales; hay que asegurar en la práctica y con una capacidad de oponer el poder de una clase al de otra, que las conquistas populares sean defendidas e implementadas.

¿Cuál es nuestra responsabilidad con Ayití?

Men Ampil, Chay Pa Lou
(Con muchas manos, la carga no es pesada. Proverbio Haitiano)


Los gobiernos de nuestros países tienen a sus ejércitos de mercenarios ocupando Ayití. Hoy, existen 354 militares chilenos como fuerzas de ocupación y validando a un gobierno golpista. El comandante de la MINUSTAH en Cap Haitien, es el coronel chileno Tulio Rojas. La masacre que está teniendo lugar en ese país es ignorada por nuestros pueblos y ocultada por los medios de información. Las causas del golpe han sido distorsionadas –y justificadas- por éstos como producidas por una explosiva mezcla de autoritarismo lavalassien, corrupción y abusos, todo muy típicamente tercermundista, ocultando el conflicto de clase y poder tras este acto de gorilismo. Nuestro deber primordial es dar a conocer la realidad hatiana, las causas tras el golpe, denunciar la complicidad de nuestros gobiernos vasallos del Tío Sam con la dictadura que ahí se vive, y, activamente, demandar el retiro de las tropas chilenas, argentinas y brasileñas de ese país. Debemos oponernos radicalmente a cualquier forma de participación del Ejéricto chileno en tareas intervencionistas a favor del imperialismo yanqui o francés; esto sienta un pésimo precedente para que, en el futuro, Chile sea utilizado como una plataforma de intervención militar en el resto de la región (Venezuela, Bolivia, Ecuador). No puede ser que tropas chilenas y yanquis que ocupan Ayití hagan entrenamiento conjunto, como ocurrió en marzo de este año en la V región, y que nuestras organizaciones populares no hayan pronunciado palabra sobre este vergonzoso hecho[97]. Conocemos el comportamiento de los “valientes” soldados hacia los civiles cuando se les desamarra “la correa” y se les deja sueltos; sabemos, por la experiencia del pinochetismo, del terror a manos de los “nobles valientes” soldados, y por lo mismo no podemos sino simpatizar con el pueblo haitiano y nuestra demanda es su retiro inmediato.

Nuestra solidaridad debe hacerse activa con las organizaciones populares de ese país que buscan su autodeterminación y acabar con las profundas desigualdades de la sociedad haitiana. Nuestro deber es agitar, informar, hacer nuestra su demanda de que Francia devuelva el pago de “compensaciones” usureras, hecho durante más de cien años, por el pueblo haitiano a sus antiguos amos esclavistas. Hoy el pueblo latinoamericano, además, debe enmendar la traición de Simón Bolívar a Haití, que luego de recibir apoyo económico y militar para su empresa libertadora, a condición de que liberará a los esclavos de las nacientes repúblicas, no sólo no cumplió con su parte del trato, sino que se negó a establecer relaciones diplomáticas con el hermano país, arguyendo que la sola existencia de Haití “fomentaba el conflicto racial” –el pensamiento bolivariano quedaba claro en este punto: el lugar de los negros era en los establos, no auto-gobernándose[98]. Ayití representa demasiado en la historia de las luchas populares latinoamericanas, como para que le demos la espalda en estos difíciles momentos. No sólo debemos apoyarles en su lucha contra las fuerzas de ocupación, de la nacionalidad que éstas sean, sino que debemos apoyarles en su lucha por las titánicas tareas de derribar injusticias centenarias y profundas desigualdades sociales, en contra de la rancia dominación de los gwo manje y por su derecho a la autodeterminación. Si bien nuestra solidaridad primordial va a las organizaciones populares de base que dan una voz independiente en los sucesos y las luchas que conmueven Ayití, no podemos nosotros, desde afuera, convertirnos en jueces de quien merece nuestro apoyo y quien no: todo aquel que hoy se oponga a la dictadura desde una posición popular, merece nuestra mano solidaria. Debemos vencer los sectarismos que hoy, tras más de un año de ocupación y muerte, todavía ciegan a ciertos sectores del mundo popular internacional: El dilema “con Aristide, o sin Aristide” es un asunto que el propio pueblo haitiano debe resolver. Lo que no significa no hacer valer nuestro punto de vista en las demostraciones de solidaridad, acallar la crítica o no expresar claramente nuestra mayor simpatía por organizaciones clasistas, revolucionarias, de base.

La presión internacional, sumada a la propia movilización de los ayisien, ya está logrando sus primeros frutos, con la inesperada renuncia de Bernard Gousse el 15 de julio a su cargo de Ministro de Justicia[99]. Cabe aclarar que es él, uno de los principales arquitectos de la represión en Haití, por tanto su renuncia no deja de ser un hecho de gran importancia. Este hecho, ha de servir de aliciente para que la solidaridad internacional redoble sus esfuerzos, mostrando claramente que Haití no está solo.

Al igual que con los presos políticos chilenos en Huelga de Hambre, debemos lanzar un mensaje claro que en ningún lugar de nuestro continente, puede darse una lucha sin solidaridad. Hoy el pueblo haitiano necesita de manos amigas que se le tiendan, abiertas, francas, que le ayuden a llevar su lucha adelante y que le hagan su carga menos pesada. Los anarco-comunistas sudamericanos debemos hacer saber que acá están nuestras manos listas para ayudarles.

José Antonio Gutiérrez Danton

Julio del 2005.


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[1] Ver el artículo “Haití, la cara sucia de las razones humanitarias”, José A. Gutiérrez, en el número 18-19 de la publicación Hombre y Sociedad. Ese artículo fue escrito en abril del 2004, en pleno proceso golpista y si bien son necesarias algunas precisiones, que enmiendo en este artículo, su análisis fundamental, así como la información histórica y social que entrega de Haití, se mantienen y pueden ser revisadas para quien quiera profundizar en el proceso golpista o la historia haitiana, que en este nuevo artículo no son tocados sino de manera muy rápida y sin remitir algunas de las fuentes que se pueden encontrar en estos trabajos. Los dos trabajos son solidarios en el intento de comprender la realidad política haitiana con vista a producir una solidaridad activa libertaria con nuestros hermanos del Caribe.
[2] “Option Zero in Haiti”, Peter Hallward, New Left Review, Mayo-Junio 2004, p.26. Ver también J. A. Gutiérrez, op. cit.
[3] J. A. Gutierrez, op. cit.
[4] Nombre derivado del término Tonton Macoutes, nombre de la fuerza irregular de represión de la dictadura de los Duvalier hacia el pueblo, encargados de diseminar el terror del régimen, y quienes adquirieron notable poder, muchos de ellos, conservándolo hasta el día de hoy –oficialmente llamados, bajo el régimen de Duvalier, Voluntarios de la Seguridad Nacional.
[5] “The unmaking of a president” Kim Ives, en “The Haiti Files” Ed. James Ridgeway, Azul Editions, 1994; ver también Peter Hallward, op. cit. pp.29-31.
[6] Pooja Bhatia & Benjamin Litman “Keeping the Peace in Haiti? An assesment of the United Nations Stabilization Mission in Haiti, using compliance with its prescribed mandate as a barometer for success” Marzo del 2005, (Harvard Law Students Advocates for Human Rights, Cambridge, Massachusetts, EEUU &Centro de Justica Global, Rio de Janeiro – Sao Paulo, Brasil)
[7] Haiti Briefing 25, Septiembre de 1997. Cit. en Hallward, 2004, p.30.
[8] “Behind Aristide’s Fall”, Socialist Worker, 12 de Marzo del 2004, p.6.
[9] P. Hallward, op. cit. pp.31-32; Charles Arthur, “Haiti in Focus”, p. 51, Ed. LAB, 2002
[10] De las 11 empresas públicas que el FMI pidió a Aristide privatizar, sólo privatizaron un par.
[11] Paul Farmer, “Infections and Inequalities, the modern plagues” University of California Press, 1999.
[12] P. Hallward, op. cit. pp. 32-33; ver también “We will not forget!” Haiti Action Committee, 2005.
[13] ”The February 29th Coup d’Etat against president Jean Bertrand Aristide and the role of the United States in the Coup” Haiti Progres, 17/03/04; P. Hallward, op. cit. pp. 37-38; ver también Bhatia & Litman, op. cit. 2005.
[14]“Avance Insurpassable de Fanmi Lavalas”, Haiti Progres, 31/05/00; ”The February 29th Coup d’Etat against president Jean Bertrand Aristide and the role of the United States in the Coup” Haiti Progres, 17/03/04
[15] P. Hallward, op. cit. p.37.
[16] Thomas Griffin, “Haiti: Human Rights Investigation” University of Miami School of Law, 21/11/2004
[17] ”The February 29th Coup d’Etat against president Jean Bertrand Aristide and the role of the United States in the Coup” Haiti Progres, 17/03/04
[18] P. Hallward, op. cit. p.40
[19] Algunos de estos grupos serán la Jeunesse Pouvoir Populaire, o la Pétite Communauté de L’Eglise de Saint Jean Bosco.
[20] The Economist 06/03/04
[21] Anne Street, “Haiti: a nation in crisis”, p.4, Catholic Institute for International Relations Briefing, 2004.
[22] En la Batalla de Chile la utilización del diálogo “bluff” por parte de la burguesía está demasiado bien documentado como para caer otra vez en ese viejo truco.
[23] Como el “Ejército Caníbal” de Gonaives, cuyo ex-lider Amiot Métayer había sido pro-Aristide, pero una vez que éste es asesinado luego de tener ciertas diferencias con FL, se culpa al gobierno del crimen y la oposición logra canalizar al grupo en contra del gobierno.
[24] Dionne Jackson Miller “Aristide’s call for reparations from France unlikely to die” Inter Press Service News Agency, 12/03/04.
[25] P. Hallward, op. cit. p.43
[26] Para más detalles sobre el golpe, se puede revisar el artículo sobre Haití en el número 18-19 de Hombre y Sociedad, o el folleto “Haití la cara sucia de las razones humanitarias” publicado en Buenos Aires en Junio del 2004, ambos por este mismo autor.
[27] Reporte de la Comisión Especial de la ONU sobre la crisis haitiana, 16/04/04.
[28] “Haiti’s Ship Sails on Without a Captain and with a Very Disreputable Crew” Larry Birns & Seth R. DeLong, Comunicado de Prensa del Council on Hemispheric Affairs (09/12/04).
[29] Kim Ives, op. cit., p.94.
[30] T. Griffin, op. cit.; ver también Michael Christie, “Haiti Police begin rounding up Aristide associates” Reuters, 14/03/04; Ibon Villelabeitia & Joseph Guyler Delva, “Hati to integrate rebels into police force”, Reuters, 23/03/04.
[31] Un caso patético de cómo los EEUU utilizan políticamente los pedidos de asilo político lo demuestra la comparación entre las peticiones aceptadas de Haití y de Cuba: entre 1980-1990, de 24.000 balseros haitianos que fueron intereceptados por la Guardia Costera de EEUU, sólo 11 obtuvieron asilo político; en cambio, de 75.000 balseros cubanos, los 75.000 obtuvieron ese asilo, para ser utilizados como propaganda anti-castrista. Sin ser Cuba un paraíso de las libertades democráticas, no puede compararse con el terror haitiano, donde los muertos se contaban por miles. En contraste, cuando Aristide llega al poder en 1990, durante sus 7 meses y medio de gobierno, aunque las peticiones de asilo político cayeron abruptamente, EEUU otorgó 20 títulos de asilo político –cuando el terror de Estado había cesado. Esto demuestra la utilización política grosera que EEUU hace de las crisis humanitarias en provecho de su propia agenda política, y su desprecio por las razones humanitarias. “The Tragedy of Haiti”, Noam Chomsky, en “The Haiti Files” ed. James Ridgeway, 1994.
[32] Toda la información sobre MINUSTAH, se puede encontrar en su página virtual www.un.org/Depts/dpko/missions/minustah/
[33] 10 de octubre del 2004, cit. en Anna Loakimedes, “Brazil’s Peacekeeping Mission in Haiti: Doing God’s or Washington’s Work?” Memorándum del “Council on Hemispheric Affairs”, 06/12/04.
[34] Ver el artículo de Haití en Hombre y Socedad, 17-18, con un capítulo completo sobre las motivaciones de Chile en la ocupación, y con otro artículo “Chile, ?el gendarme de América del Sur?” sobre el militarismo chileno y sus implicancias con el imperialismo norteamericano.
[35] Loakimedes, op. cit. Este encargado es Thierry Faggart.
[36] “Trusteeship” emerges: UN takes over Haitian Police”, Haiti Progress, 29/06/05
[37] Ya Filipinas anunció el envío de 200 nuevas tropas.
[38] Thomas Griffin, op. cit.
[39] Thomas Griffin, op. cit.
[40] Las víctimas pueden ser tan jóvenes como de 10 años, y por lo general, el número de violadores fluctúa entre 4 y 10. Muchas veces, asesinan a los padres, que son la “presa” perseguida por los macoutes , siendo la violación un “extra” para “aprovechar” el viaje y para cerrar una acción represiva “exitosa”. Como en todo conflicto, la represión usa el cuerpo de las mujeres como un campo de guerra. www.doctorswithoutborders.org/news/2005/04-01-2005.cfm
[41] Cinco jóvenes fueron ejecutados sumariamente por la PNH y sus cuerpos abandonados por dos días. Fotografías en el informe de Thomas Griffin.
[42] Brutalmente asesinado el 11 de septiembre de 1993 durante un servicio religioso en conmemoración de la masacre de San Juan Bosco, parroquia donde 13 personas fueron masacradas en 1988, como parte de la persecusión política en contra de Aristide.
[43] “De facto prime minister’s nephew and security chief running guns and drugs” Haiti Progres, 20/04/05
[44] “As Heleno prepares to exit, more blood spilled in Bel Air” Haiti Progres 22/06/05.
[45] Bhatia & Litman, op. cit.
[46] “We Must Kill the Bandits –Lula’s Troops in Haiti”, Ben Terrall, 17/11/04 www.haitiaction.org
[47] Noticias en www.haitiaction.org
[48] Bhatia & Litman, op.cit.
[49] “How the UN backs repression in Haiti” Haiti Progres, 15/06/05
[50] “How the UN backs repression in Haiti” Haiti Progres, 15/06/05; “UN/Police in Haiti launch major offensive against Cité Soleil” 31/05/05; “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05 los dos últimos artículos en www.haitiaction.org
[51] “How the UN backs repression in Haiti” Haiti Progres, 15/06/05; “Massacre au Bélair: “représailles” de gouvernement de facto?” Haiti Progres, 08/06/05; “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05 www.haitiaction.org
[52] “As Heleno prepares to exit: more blood spilled in Bel Air” Haiti Progres, 22/06/05; “How the UN backs repression in Haiti” Haiti Progres, 15/06/05; “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05 www.haitiaction.org
[53] “Massacre au Bélair. La MINUSTAH redouble de zéle” Haiti Progres, 06/07/05, “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05 www.haitiaction.org
[54] “Haiti’s UN occupation forces carry out massacre of poor in Port-au-Prince” 08/07/05; “Evidence mounts of a UN massacre in Haiti” 12/07/05; “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05; los tres artículos en www.haitiaction.org
[55] Comunicado de prensa de Médicos sin Fronteras, 05/07/05, www.doctorswithoutborders.org/pr/2005/07-05-2005.cfm
[56] Thomas Griffin, op. cit., capítulo dedicado a las FAdH.
[57] Durante el golpe, colaboró con una de las bandas armadas, el Frente de Resistencia de Gonaives.
[58] ”As ex-soldiers regroup, first UN troops killed in Haiti” Haiti Progres 23/03/05
[59] Para explicar este curioso cambio de actitud frente a Ravix, la burguesía haitiana representada en el G-184, debió recurrir al imposible y falaz argumento de que éste había entrado en contacto con miembros de Lavalas. Haiti Tribune, p.5, 2ª Quincena de Abril, 2005.
[60] “Ravix Rémissainthe, ‘ex-combattant de la liberté’ a éte abattu á Pot-au-Prince” Haiti Tribune, 2a Qunicena de Abril, 2005; ”UN Troops in Haiti kill coup strongmen” 10/04/05 www.haitiaction.org
[61] “Grenn Sonnen tué á Delmas” Haiti Tribune, 2a Qunicena de Abril, 2005; ”UN hunts down Grenn Sonnen in Haiti” 10/04/05 www.haitiaction.org
[62] ”As ex-soldiers regroup, first UN troops killed in Haiti” Haiti Progres 23/03/05
[63] “Démarrage des opérations de démobilisation des anciens militaires en Haiti” Haiti Tribune, 2a quincena de marzo del 2005.
[64] “Gréve de la faim d’ex-militaires”, Haiti Tribune, 2a Quincena de Mayo, 2005.
[65] “Des ex-militaires haitienes refusent obtinément de désarmer” Haiti Tribune, 2a Quincena de Marzo, 2005.
[66] Hallward, op. cit. p.42
[67] Empresario blanco, nacido en los EEUU, de origen árabico. Es patrón de miles de obreros (sólo en su sección industrial del aeropuerto ocupa a más de 5.000 obreros) que hacen poleras y jeans a empresas trasnacionales como Fruit of the Loom, aunque también tiene empresas de artículos eléctricos.
[68] Thomas Griffin, op. cit.
[69] “Slum celebrates Crook’s Death” Miami Herald 01/04/05
[70] Bhatia & Litman, op. cit. pp.25-26
[71] Thomas Griffin, op. cit.
[72] Bhatia & Litman, op. cit.
[73] People’s Weekly World, 11-17 de Noviembre, 2004.
[74] Thomas Griffin, op. cit.
[75] People’s Weekly World, 11-17 de Noviembre, 2004. Thomas Griffin, op. cit.
[76] www.alertnet.org/thenews/newsdesk/N09250377.htm
[77] Bhatia & Litman, op. cit. p.23.
[78] Según la ONG Médicos Sin Fronteras, entre Septiembre y Diciembre del 2004, llegaban un promedio de 100 cadáveres por mes sólo a la morgue. www.doctorswithoutborders.org/news/2005/04-01-2005.cfm
[79] Thomas Griffin, op. cit. pp. 38-39.
[80] Bhatia & Litman, op. cit. p.31.
[81] Información detallada de todas estas manifestaciones y de la represión se pueden encontrar en la siguiente dirección de internet www.haitiaction.org
[82] El ex-ministro de Justicia Haitiano, Bernard Gousse, protestó enérgicamente en contra de MINUSTAH, por “haber violado su mandato” y no haber dejado a la policía acercarse a la marcha –y por supuesto, no haberles dejado disparar y masacrar a los manifestantes. (Haiti Tribune, 2a quincena de marzo, 2005)
[83] Este término, como hemos dicho, ha degenerado en un sentido completamente abusivo, utilizado por el gobierno de Latortue en contra de toda la oposición.
[84] “UN “peacekeepers” in Haiti accused of massacre” 13/07/05 www.haitiaction.org
[85] 09/07/05, http://haitisupport.gn.apc.org/whats_new_index.html
[86] Nombre inspirado en la figura de Jean Jacques Dessalines (1758-1806). Esclavo nacido en Guinea, participante de la revuelta de esclavos de Toussaint L’Ouverture, fue él quien declaró en 1806 la independencia de Haití, siendo su primer gobernador general y luego Emperador. Murió asesinado en Jacmel.
[87] Haiti Progres 09/02/05 y 15/06/05.
[88] “How the UN backs repression in Haiti” Haiti Progres, 15/06/05
[89] “Pour le retrait des troupes étrangéres” Haiti Tribune, 2a Quincena de Mayo, 2005.
[90] 01/07/05, http://haitisupport.gn.apc.org/
[91] 01/07/05,
http://haitisupport.gn.apc.org/whats_new_index.html
[92] The Economist, 06/04/04
[93] Ciertamente, cualquiera con un poco de experiencia en las luchas populares, sabe que es vital el conocimiento de materias y recursos legales, de un buen manejo de negociación y de buenos representantes para presentar demandas en luchas reivindicativas; lo que realmente hago notar acá es cuando del conocimiento de asuntos legales y de su utilización para garantizar ciertas mejoras, se pasa a fetichizar las leyes hechas por los poderosos y a darles un carácter eterno y absoluto, negando la posibilidad de cuestionarlas y traspasarlas cuando éstas afectan los intereses y necesidades populares; me refiero a todas las veces en que el gobierno dice “no negociamos hasta que no se bajen las movilizaciones”, siendo el único resultado de esto que la negociación es la trampa para retomar la inciativa política y desmovilizar al pueblo en su lucha reivindicativa –sin mencionar la necesidad de que el movimiento revolucionario desarrolle el olfato necesario que le indique cuando ya no es momento de negociar, sino simplemente de vencer; y me refiero, por último, a cuando los representantes populares no tienen un carácter de vocería el movimiento y se transforman en un factor de “mediación”, irresponsable ante sus bases y que terminan jugando en contra del empoderamiento de éstas (muchas veces con la complicidad de sus mismas bases).
[94] Marx V. Aristide & Laurie Richardson, “Haiti’s popular resistance” p.67, en “The Haiti Files: decoding the crisis” (J. Ridgeway ed.), Ed. Azul 1994. La entrevista hace referencia a las viscisitudes del movimiento popular en 1987, entre profundizar el Dechoukaj o participar en elecciones.
[95] Nuevamente, el parecido con la experiencia chilena de la lucha anti-pinochetista y por la democracia, es asombrosa. La clase obrera entrega la iniciativa a los sectores reformistas, a la clase media y la burguesía “progresista”, éstos terminan entregando la inciativa política a algunos de los sectores más rancios del pinochetismo, y terminan, al final, hermanados en el pacto de transición democrática, en la eterna cópula entre Concertación y derecha, asegurada en el sistema binominal. Aunque en el caso chileno el gorilismo de la oligarquía no sea tan brutal y fundamentalista como en Haití, donde el nivel de tolerancia al reformismo es prácticamente igual a cero.
[96] Op.cit, p.47.
[97] La 212 Compañía de Marina chilena y el 5 pelotón de la 2 Flota Anti-terrorista, (Haiti Progres, 06/04/05).
[98] Noam Chomsky, “The Tragedy of Haiti”, p.7, en “The Haiti Files: decoding the crisis” (J. Ridgeway ed.), Azul 1994.
[99] “As Gousse resigns:demand justice for political prisoner Jacques Mathelier” Haiti Progres 22/06/05; “Free and fair elections in Haiti” Shelliann Powell, COHA, 20-26/06/05.

author by Henry Boisrolin - Comité Democrático Haitianopublication date Sat Aug 27, 2005 01:01author email comiteh at yahoo dot com dot arauthor address Belgrano 1024 Córdoba (Argentina)author phone Report this post to the editors

Estimados Cros.,
Luego de un intercambio de correspondencia entre el Cro. de Uds. el Cro. chileno José Danton Gutiérrez y yo, él me ha sugerido el envío de mis comentarios a la página de su organización. Atento a esa sugerencia, se me ocurrió solicitar a Uds. de evaluar la posibilidad de hacer aparecer públicamente la respuesta que envié hace un par de semanas por su intermedio a José acerca de su texto "Ayiti una cicatriz en el rostro de América", ya que pienso que han guardado seguramente copia de la misma.
En este contexto, creo que la gente va a poder arrancar desde un aceptable punto de partida para intervenir con mayores elementos en cualquier futuro debate sobre Haití a través de su página. Sería, como bien lo dijo José, una pequeña contribución a un tema tan desconocido como olvidado.
A la espera de una pronta respuesta positiva a mi pedido, saludo a Uds. muy cordialmente.
Henry Boisrolin
Coordinador del Comité Demacrático Haitiano en Argentina.

author by Henry Boisrolin - Comité Democrátcio Haitianopublication date Mon Dec 26, 2005 19:47author email comiteh at yahoo dot com dot arauthor address author phone Report this post to the editors

Estimado Cro. José,
En cuanto a su último texto sobre mi país, mis primeras palabras son de asombro y elogio. Asombro: porque todavía no puedo entender cómo un Cro. chileno puede efectuar un análisis tan profundo, preciso y documentado sobre Haití. Esto, además de conmoverme, ya que soy haitiano, me hace ver claramente que mi pueblo no está totalmente solo. Y se lo agradezco infinitamente.
Sin embargo tengo algunos puntos de diferencia con Ud.:
1) El texto presenta a las clases dominantes haitianas como un cuerpo sin fisuras, sin contradicciones internas. Me parece que no es así, en base misma al colapso de las estructuras (obsoletas) de dependencia impuestas por el imperialismo norteamericano desde su primera ocupación (1915-1934). No se ve claramente los distintos proyectos reaccionarios en el marco de esa crisis generalizada que afecta también a varios sectores poderosos. Es decir, en sus planteos de destruir al movimiento popular hay unidad, sin duda alguna, pero hay también lucha en cuanto a la lucha por el control del poder total. De ahí se puede comprender la aparición de varios candidatos a la presidencia representando a esas élites repugnantes. El caso más relevante es el de Charles Henri Baker (el segundo de André Apaid del G -184).
2) No se ve claramente una caraterización precisa del Movimiento Lavalas. Su metamorfosis empezada en el momento mismo de la elección de Aristide en diciembre de 1990, es parte del desarrollo de una lucha de clases que revela la no posibilidad de una coexistencia entre sectores con base material de existencia diferenciada ( me refiero a la producción, acumulación, distribución, etc. de la riqueza nacional). No se trata únicamente, a mi humilde entender, de derecha representada por el sector que se fue con la OPL del ya muerto Gérard Pierre-Charles y el reformismo dirigido por el propio Aristide con su Familia Lavalas.
3) También diría que la debilidad de los sectores revolucionarios en materia organizativa, autodefensa popular, etc., no está plasmada de manera categórica.
4) Me parece una apuesta riesgosa al afirmar que Hérard Abraham es el candidato que Washington quiere imponer. En este sentido, no descartaría la posibilidad de un retorno de Préval - inclusive como candidato independiente y todavía con fuertes lazos con el Movimiento Lavalas -. Yo no digo que Ud. lo negó, sólo no lo mencionó como alternativa.
Bueno, estimado Cro. José, luego de esos comentarios, una vez más le presento mis felicitaciones.

author by Henry Boisrolin - Comité Democrático Haitianopublication date Mon Dec 26, 2005 19:53author email comiteh at yahoo dot com dot arauthor address author phone Report this post to the editors

Estimados Cos.,
Leí con mucha atención el artículo del Cro. José Danton Gutiérrez: Ayiti una cicatriz en el rostro de América. Se trata de un texto excelente, y que sorprende a todo haitiano consciente teniendo en cuenta su profundidad, proyección y, sobre todo, su demostración de un perfecto conocimiento de la realidad haitiana. De ahí el mérito del autor: un mérito que se hace merecedor de unas sinceras felicitaciones porque hace falta, también, recordar que la situación haitiana es prácticamente ignorada en el escenario mundial y es bastante complicada. Aprehenderla de manera tan precisa cómo lo hizo José D. Gutiérrez y con un espíritu internacionalista, es realmente conmovedor en estos momentos dramáticos para el pueblo de mi país.
Es en este marco, que me he decidido a enviarles unos comentarios acerca de ese artículo. Comentarios que ya envié de manera directa al autor.
En primer término, el artículo no pone acento en las contradicciones existentes en el seno de las clases dominantes haitianas. Da la impresión que el autor las ve como si se tratara de un cuerpo monolítico y sin fisuras. En este sentido, creo que es un error ya que el estallido de las obsoletas estructuras de exacerbción de dependencia poducido desde antes de la caída de la dictadura duvalierista el 7 de febrero de 1986, es el marco fundamental para efectuar un análisis de las actuales estructuras de clases en Haití.
Por otra parte, no hay una precisión acerca de las características de la izquierda haitiana para comprender sus límites, errores y debilidades.
Otro elemento que me sorprende, es la ausencia de toda crítica a la decisión política de casi toda la izquierda haitiana de ir a las elecciones de diciembre de 1990 donde salió ganador Aristide. Diría que el autor lo interpreta como si se tratara de un acierto político. A mi entender el primer error de Aristide, parte justamente de su participación en la carrera presidencial en aquel tiempo. Se había desviado, a mi juicio, la lucha popular postergando el triunfo de una revolución adoptando una postura reformista en un momento que reclamaba otro tipo de respuesta. Diría más: el movimiento popular que había rechazado la Constitución burguesa elaborada en 1987, pasaba a defenderla cómo si se tratara de un texto elaborado para la defensa de sus intereses. Hasta ahora - como lo había hecho luego del golpe criminal de 1991 en cntra de Aristide - el pueblo sigue reclamando el retorno al orden constitucional. Es decir, pienso que desde diciembre de 1990 hubo un retroceso en la lucha por el poder popular. Pues, creer que el abrumador triunfo electoral de Aristide en diciembre de 1990 era garantía de poder, era una ilusión. Haber sido electo presidente es una cosa, y un triunfo revolucionario es otra. Así, la historia - en ausencia de una estrategia revolucionaria - tomó un recodo. Y hasta ahora estamos pagando el precio de aquella decisión catastrófica.
Otro punto de diferencia que mantengo con el autor, pasa por su opinión acerca del Movimiento Lavalas cuando plantea su división en : el sector de derecha con la OPL y el sector reformista con la FL. Allí, creo, que el autor no mantuvo en cuenta las luchas internas desatadas desde la llegada msima de Aristide a la presidencia en cuanto a la formación de su gobierno. Luchas que no eran simplemente producto de interés por ocupar cargos, sino que también reflejaban los efectos de la lucha de clases en el seno de ese Movimiento popular. Esto quedó en evidencia cuando Aristide aceptó su retorno a la presidencia en 1994 a partir de la ocupación del país por marines norteamericanos. Aquella decisión de Aristide provocó la renuncia de distintos colaboradores muy cercanos a él.
Por último, diría que le falta al artículo una propuesta de salida más clara. Pues me da la impresión que confía únicamente en el pueblo haitiano para encontrar la salida - más allá de la correcta posisción de exigir el fin de la ocupación como primer paso - ya que no pone acento en el surgimiento de una conducción política revolucionaria como elemento complementario.
En síntesis, esos son mis comentarios; los cuales, desde ningín punto de vista, significan desconocer el enorme mérito del autor. Aprovecho la oportunidad para enviar, una vez más, mis felicitaciones al Cro. José.
Con la esperanza de recibir pronto unas palabras de Uds. , les envío ahora mis saludos revolucionarios.
Henry Boisrolin
Coordinador del Comité Democrático Haitiano en Argentina

 

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