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Uribe no entendió a los indígenas y a la Minga

category venezuela / colombia | luchas indígenas | non-anarchist press author Tuesday November 04, 2008 20:24author by Fabio Lozano - Universidad Javeriana Report this post to the editors

Debate sí hubo, diálogo no. Al final del evento mientras el presidente insistía en la necesidad de una mesa para concretar los acuerdos, la consejera Mayor del CRIC, dijo: “Aquí no ha habido respuestas claras, la minga de los pueblos debe continuar” y Uribe expresó su disposición para que el debate continúe. Pero claro debate y minga no es lo mismo.

Asistimos a un debate muy rigurosamente organizado en el que la labor ardua y constante de la guardia indígena, hacía innecesaria la presencia de la policía nacional para la garantía de la seguridad de los asistentes y en el que los tiempos y orden de las intervenciones estaban previamente acordados de manera que se garantizara la equidad de uso de la palabra entre el gobierno y los voceros de la minga. Es necesario destacar un ambiente generalizado de respeto en el que tanto los miembros de la fuerza pública, como los participantes tuvieron un trato amable. Las dos personas que, en un momento determinado, lanzaron gritos insultantes fueron retiradas del auditorio por la guardia indígena.

La jornada fue larga y exigente para todos los participantes entre lo que se encontraban tanto los altos mandos gubernamentales, como por lo menos cinco mil participantes la inmensa mayoría de ellos indígenas, venidos de muy diversos lugares del país, incluyendo niños y mujeres. También estaban allí delegados de otros movimientos sociales entre ellos los corteros de caña y los camioneros, un nutrido grupo de periodistas, unas cuantas religiosas y contados estudiosos y, por supuesto, una delegación de testigos que estuvo un poco desnutrida pues muchos de ellos eran internacionales y no alcanzaron a hacerse presentes. Se destacó, la presencia de los muertos, pues al frente de la tarima principal, los indígenas habían colocado féretros simbólicos en memoria de las víctimas y muchos de ellos habían iniciado en la víspera la celebración en sus casas del chapus, ritual con el cual recuerdan a los antepasados y a los difuntos, la noche entre el primero y el dos de noviembre.

Las equidades en los tiempos no tuvieron sin embargo correspondencia cuando se trató de la calidad de las intervenciones. Los intervinientes estaban hablando en muy diversas escalas. Mientras los voceros de la minga estaban hablando de política pública, la comitiva presidencial mostraba planes y aparentes resultados del gobierno.

Mientras los indígenas hablaron del reconocimiento nacional e internacional a los derechos de los pueblos, el gobierno afirmaba que en este período han disminuido las violaciones a los derechos humanos y que no se iba a permitir el veto frente a la explotación de recursos. Mientras los indígenas hablaron del valor de los territorios como fuente sagrada de la vida, como madre que debe ser respetada, el gobierno señalaba los pesos con los que se comprarían las tierras para honrar los compromisos de gobiernos anteriores (ni siquiera honrar la memoria de los asesinados y los masacrados). Mientras los indígenas cuestionaron la legislación rural y ambiental por inconsulta y por entrañar graves riesgos ambientales, el Ministro de Agricultura leyó una y otra vez artículos del Estatuto de Desarrollo Rural demostrando que la ley no alteraba la anterior normatividad con respecto a indígenas. Mientras los indígenas hablaron de sus territorios como territorios de paz y convivencia, el presidente hablaba de la presencia militar en todos los rincones del país.

Debate sí hubo, diálogo no. Al final del evento mientras el presidente insistía en la necesidad de una mesa para concretar los acuerdos, la consejera Mayor del CRIC, dijo: “Aquí no ha habido respuestas claras, la minga de los pueblos debe continuar” y Uribe expresó su disposición para que el debate continúe. Pero claro debate y minga no es lo mismo. En el fondo hay unas profundas diferencias de concepción, no solo mentales, sino históricas y vivenciales, en cuanto a estado, territorio, nación, autonomía, autoridad, democracia, derechos humanos y derechos de los pueblos, desarrollo, cultura. Pero también hay unas muy diversas intencionalidades. ¿Para qué se cree que es el debate? ¿Para la legitimación de las acciones de los actores intervinientes, para la incidencia en la política pública, para concertar mecanismos de atención estatal a la población, para la búsqueda de otras formas de sociedad, para tener un tribunal de acusación a los reales o supuestos enemigos? Estas y otras intencionalidades se identificaban entre los intervinientes. Los miembros de la Minga insistieron a Uribe que nos les hablara de las FARC y este respondió acusando a Vivanco, defensor internacional de Derechos Humanos, de ser aliado de las FARC.

La minga continúa hoy. Los indígenas y demás sectores sociales participantes se reúnen para evaluar lo realizado allí y para concretar los pasos a seguir. Seguramente buscarán ampliar los interlocutores haciendo que muchos más en otros lugares y en otros sectores sociales se vinculen a su ejercicio de caminar la palabra para crear otros mundos posibles. El estado y la sociedad colombiana también deberíamos entrar a evaluar.

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